México: Carta abierta al Ejecutivo Federal y a la Cámara de Senadores
A la Presidencia de la República
A la Cámara de Senadores.
AL PUEBLO DE MÉXICO TODO
El lunes 12 de agosto del presente, presentó el Ejecutivo Federal su iniciativa de reforma energética (PEMEX y CFE) a la Cámara Alta para que sea debatida y aprobada por los Senadores de la República.
Radica sin embargo en la soberanía del pueblo una gran preocupación fundamentada sobre todo para los que formamos parte del segundo México, del México de los de abajo, los obreros, campesinos, clase media y alguno que otro sector de la clase alta o burguesía nacionalista (rara especie en estado de extinción).
Aunque usted, Sr. Presidente, ha repetido y sigue repitiendo muchas veces que PEMEX y la industria eléctrica no se van a privatizar, el caso es que el sentido en que viene la reforma nos demuestra lo contrario. Toda apertura económica del sector estatal a la iniciativa privada nacional o extranjera es un indicio de que se pretende privatizar un bien público a favor de los que ya viven en la opulencia, de los que ya lo tienen todo y a los que nada les falta. Otro indicio privatizador es que para dar seguridad a los inversionistas se pretenda reformar los artículos 27 y 28 constitucionales para dar mayor apertura al capital privado y extranjero, a través de contratos o concesiones para actividades como la exploración, extracción, refinerías, gas, gasolineras, distribución, etc., además de la petroquímica básica. Esto significa un grave peligro para la nación mexicana; las transnacionales petroleras abrirían un gran boquete, una gran sangría al quedarse con una parte significativa de la renta petrolera con consecuencias gravísimas para el Estado mexicano, pues sería como el “juego de la pirinola”, donde ellos ganan y nosotros, la mayoría perdemos; tendríamos un Estado mexicano más débil económicamente hablando, pues si la renta petrolera o sea las ganancias se ponen a merced de los magnates petroleros internacionales, para aquellos que tienen al mundo en la pobreza y la desesperación, entonces no alcanzarían los recursos económicos para los gastos públicos.
Sr. Presidente, piense usted qué sentido tiene enriquecer más a los magnates capitalistas nacionales y extranjeros cuando el pueblo mexicano requiere lo básico para vivir dignamente en un país libre, independiente y soberano.
Es falso que la iniciativa privada y las compañías transnacionales vayan a traer empleos, la buena bonanza y las tecnologías modernas, en cuyo caso el costo que se pagaría por ello sería demasiado alto y no valdría la pena arrojar por la borda todo el sacrificio que el gobierno progresista del General Lázaro Cárdenas del Río y del pueblo mexicano que en su gran mayoría y gentilmente contribuyó económicamente al pago de la expropiación para que este recurso no renovable fuese de la nación y en manos del Estado de bienestar, así fue proyectado y visualizado por los hombres y mujeres que hicieron la Revolución Mexicana y además, con perspectivas de industrializar al país haciéndolo más próspero y que esa prosperidad estuviera reflejada en la elevación del nivel de vida de las grandes masas del pueblo mexicano, o sea en la clase trabajadora, manual e intelectual, los campesinos, los estudiantes y la niñez mexicana. Pero habría que decirlo PEMEX, detuvo su desarrollo en la petroquímica básica o en los petrolíferos por obedecer a presiones del imperialismo, y no sólo en el sector energético sino también en otras ramas de la economía. Ese fue un grave error de los gobiernos federales y principalmente del Ejecutivo. El neoliberalismo empeoró la situación, los gobiernos tecnócratas y neoliberales ceden todavía hoy, los recursos naturales de México, y así mismo lo hacen otros gobiernos en aquellos países donde todavía están en vías de desarrollo, dañando severamente la naturaleza disminuyendo drásticamente las reservas correspondientes a generaciones próximas y futuras.
Sr. Presidente y señores Senadores:
La defensa y el celo que tenemos los mexicanos por nuestra Carta Magna es legítima, no somos omisos ante los sacrificios de nuestros antecesores que legislaron las leyes que nos rigen, como corresponde a todo país libre y soberano; no es veneración jurídica, ni cosa de nacionalismo trasnochado, sino nacionalismo de un pueblo que a través de la historia ha sufrido los embates de los enemigos del exterior y las traiciones internas.
Desde 1984 arreciaron reformas a artículos de importancia de la Carta Magna pero en un sentido retrógrado y contrario a los intereses nacionales, cumpliendo de esta manera con las órdenes del FMI, Banco Mundial y la OCDE, se pretende hoy, reformar los Artículos 27 y 28 de la Constitución para entregar la renta petrolera y continuar privatizando la energía eléctrica que de manera ilegal y a pesar de que no pudieron reformar estos artículos, desaparecieron la Compañía de Luz y Fuerza del Centro dejando desempleados a 44 mil trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME); todo esto sucedido durante el gobierno del partido de la traición nacional –el PAN- encabezado por Calderón Hinojosa lograron que la generación de la electricidad pasara a manos del capital privado y extranjero en casi un 50%, ahora, la tarifa que pagan los consumidores ha aumentado al igual que el gas doméstico y las gasolinas de manera asfixiante; estos inversores privados y extranjeros también han tenido participación en la energía llamada renovable, como son la energía eólica, geotérmica, hidráulica, biomasa y solar.
La prosperidad de un país se logra a través del desarrollo de sus industrias y en la energía que mueve las maquinarias aparte de la fuerza-hombre; es la electricidad junto con el petróleo, bienes estratégicos que deben ser manejados y desarrollados por el Estado, dejando que la iniciativa privada nacional participe solamente como complementaria y con la debida supervisión y regulación del Estado.
El gobierno de la República debe escuchar las voces de todos los mexicanos, no sólo las que dicen los líderes de su partido, que involucran a la bases partidarias y sindicales en sus arreglos cupulares para señalar ingenuamente que son “mayoría” los que está de acuerdo en esta reforma privatizadora, contando además, con la afluencia despiadada del uso de los medios fácticos.
Por último, se requiere dejar atrás el modelo neoliberal y recomponer la economía de México a través de un plan nacional de desarrollo nacionalista y con el debido respeto a las leyes constitucionales.
Luis Langarica Arreola.
Del
FADIP-
Frente Amplio en Defensa de la Industria del Petróleo.