Solidaridad con quienes luchan por la tierra

2012-02-01 00:00:00

El conflicto desatado en torno al cumplimiento de lo que ordena la ley de seguridad fronteriza por parte de las instituciones del Estado, en el marco de la recuperación de tierras mal habidas, tiene sus raíces profundas en la historia política de nuestro país, lo que obliga a considerar diferentes elementos para juzgar la coyuntura desde un enfoque objetivo.
 
Lo que ocurre hoy en el departamento del Alto Paraná no es sino el desenlace de un largo proceso que, indefectiblemente, debía desatarse tras tantos años de tragar injusticias y humillaciones por parte del pueblo, sumado a los sistemáticos atropellos a la soberanía nacional que el Estado paraguayo se ha obligado a soportar con el beneplácito de los sucesivos gobiernos de turno, incluyendo una dictadura de conocidas consecuencias.
 
En esta hora de definiciones, cada cual trata de llevar agua a su molino, algunos con mayores armamentos que otros, pues tienen en su dominio a los medios empresariales de comunicación, el Parlamento obsecuente, el Poder Judicial corrupto y la burguesía local, que combinados ofrecen consciencia, complicidad y amparo a la hora de despertar el odio entre los paraguayos y las paraguayas, criminalizar la pobreza y la protesta social, recurrir a la discriminación y a la ignorancia de quienes no logran visualizar el escenario en su totalidad.
 
En este sentido, como Coordinadora Nacional de Organizaciones de Mujeres Trabajadoras Rurales e Indígenas (Conamuri), expresamos abiertamente nuestra entera solidaridad con los luchadores y las luchadoras que están llevando adelante la inmensa tarea histórica de reivindicación de las tierras pertenecientes al Estado paraguayo y que una vez le fueran arrebatadas merced a la usurpación, al fraude y al atentado contra el derecho humano de vivir dignamente.
 
Aunemos esfuerzo como clase trabajadora en esta transición histórica donde la soberanía nacional, territorial, hídrica y alimentaria está bajo grave amenaza por un sistema que pretende perpetuar la miseria de nuestro pueblo. Demostremos con argumentos veraces y esgrimidos a la luz de la justicia, fomentando la cultura de paz y con la plena vigencia de los derechos consagrados a lo largo de los años, sin derramamiento de sangre ni necesidad de dialogar en términos de guerra, que el pueblo paraguayo se merece una reforma agraria integral capaz de proveer a las generaciones futuras una vida libre de opresiones, libre de transgénicos y agrotóxicos, libre de violencia; y a quienes estamos hoy en este suelo, una oportunidad de ser fieles custodios de los bienes públicos y del patrimonio nacional que es de todas y todos los que nacimos en este nuestro querido Paraguay.
 
¡No más tierras en pocas manos y manos sin tierras!
¡Esta tierra es de nosotras y nosotros y no del que tenga más!
 
Asunción, 26 de enero de 2012