Revista Uandakua, Septiembre 2011
Los Retos por la Construcción de un Nuevo Modelo de Desarrollo
Proclamado como el fin de la historia, y por tanto el fin de las crisis y las revoluciones, el neoliberalismo llegó al mundo prometiendo prosperidad para todos. Carlos Salinas nos dijo que seríamos una nación de Primer Mundo. La fórmula era muy sencilla, la búsqueda del bienestar individual en una economía sin restricciones, daría como resultado el bienestar general. Curioso. Según los economistas neoliberales, hasta el enriquecimiento de los magnates a través de mecanismos de “goteo” salpicaría migajas de bienestar a los más pobres.
El neoliberalismo es el responsable principal de las tragedias de nuestro tiempo, su aplicación ha afectado los más variados aspectos de la vida cotidiana. Las privatizaciones de los bienes de la nación, la política de promoción de un desempleo masivo, la reducción del poder de compra de los salarios, el crecimiento desmesurado de monopolios empresariales multimillonarios, la promoción de una cultura egoísta y salvaje que compite antes que compartir, que saca ventaja antes que ayudar.
También la tristeza y la frustración de la gente sin perspectivas ni promesas, la soledad y la desesperación de los miserables, de los desvalidos, de los desempleados, de los migrantes suicidas, todas son parte de los daños colaterales de un modelo que dice que la libertad de comerciar, de lucrar son siempre más importantes que la dignidad humana, que el derecho de todos a una vida decorosa.
La violencia económica puede destruir tantas vidas como una guerra. De hecho, no puede entenderse la actual guerra de Felipe Calderón, sin la guerra que el neoliberalismo ha impuesto sobre el pueblo mexicano. La destrucción de la vida del campo y la migración; los despidos masivos, el desempleo, los salarios de hambre y la proliferación de “changarros” como última salida son, entre muchos otros, procesos de una sociedad condenada a vivir en permanente crisis, al borde de la sobrevivencia, que la hacen una víctima fácil de la falta de un actuar ético, de pérdida de arraigo, identidad cultural y sentido de solidaridad que son la condición sociocultural necesaria para la lumpenización y el crimen.
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Uandakua, Septiembre 2011
Revista del Consejo Consultivo de Organizaciones Campesinas de Michoacán