Cancún: Diferencias de fondo
ALAI-AMLATINA, 10/09/03, Quito. Representantes de
organizaciones civiles burlaron las fuerzas de seguridad en el
Centro de Convenciones de Cancún, interrumpiendo los discursos
inaugurales de la quinta Conferencia de la Organización
Mundial de Comercio, OMC. Mientras proliferan las protestas
en Cancún y en todo el mundo, grandes diferencias entre países
ricos y países en desarrollo sobre el tema de los subsidios
agrícolas hacen prever inciertos resultados de la reunión.
Mientras Estados Unidos y la Unión Europea pugnan por una
mayor liberalización en los temas que más les conviene, esto
es, inversiones transnacionales, servicios, propiedad
intelectual y rebaja aduaneras para sus productos
industriales, se muestran muy proteccionistas con sus grandes
productores agrícolas, negándose hasta el momento a ceder en
el tema de los subsidios que alcanzan la astronómica cifra de
1000 millones de dólares por día.
Quizá como una respuesta al doble discurso de los países
ricos, se conformó hace varias semanas un bloque de 20 países
en vías en desarrollo que señalan que no se puede abrir más
sus mercados mientras no se desmantelen los subsidios
agrícolas. Este grupo, que está conformado por países como
China, México, la India, Sudáfrica y varios países que
representan la mayoría de la humanidad, unió fuerzas con el
Grupo de Cairns (Australia, Argentina, Bolivia, Brasil,
Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Malasia,
Indonesia, Nueva Zelanda, Paraguay, Filipinas, Sudáfrica,
Tailandia y Uruguay) para rechazar el plan conjunto presentado
por Estados Unidos y la Unión Europea, que pretende hacer
pequeñas concesiones en la forma pero no ceder en lo
fundamental de las negociaciones.
Declaraciones previas a la conferencia de Cancún de los
responsables comerciales y agrícolas de Estados Unidos y
Europa indicaban que las distancias son bastante profundas.
Franz Fisher, comisario de agricultura de la Unión Europea,
declaró que el pedido de los 20 países en desarrollo está
fuera de órbita y que si "desean seguir con su odisea
espacial, no conseguirán ni la luna ni las estrellas sin que
acabarán con las manos vacías". Por su lado, representantes
de Comercio de Estados Unidos, como Donald Evans y Robert
Zoellick, habían advertido que si fracasan las negociaciones
negociarán en forma bilateral, como ya lo vienen haciendo.
Los países industrializados emplean diversas modalidades para
los subsidios agrícolas, que van desde créditos blandos y
subsidios a la exportación, hasta ayudas internas. Entre
tanto, las transnacionales agrícolas del Norte inundan con sus
productos subsidiados los países de América Latina, Asia y
Africa, provocando la ruina y la desaparición de millones de
pequeños/as campesinos/as que son las principales víctimas de
la globalización neoliberal.
En referencia a la liberalización comercial del agro, la
organización internacional Oxfam advirtió que "la credibilidad
de la OMC en Cancún se halla en juego". En su informe:
"Dumping sin fronteras", OXFAM indicó que los precios del maíz
en el mercado mexicano descendieron un 70% desde 1994, cuando
entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del
Norte, TLCAN, hecho que aceleró la apertura a las
importaciones procedentes de EEUU. Desde entonces, México se
ha visto inundada por un maíz que, gracias a las subvenciones
de Washington, se vende artificialmente bajo. La caída de los
precios ha afectado a 15 millones de mexicanos que dependen
del cultivo de maíz, sostiene la organización. Según OXFAM,
los principales destinatarios de los subsidios estadounidenses
son un pequeño grupo de gigantes agroalimentarias que
controlan la mayor parte de las exportaciones de maíz de los
Estados Unidos.
Otros temas polémicos en la agenda de Cancún son los
servicios. Los países industrializados pugnan por una mayor
liberalización - léase privatización- de los servicios. El
concepto de servicios que se maneja en la OMC es tan amplio,
que se considera como tales a la educación, la salud, la
cultura, el transporte, el correo y un largo etcétera,
exceptuándose únicamente a las fuerzas armadas y a la
justicia. En teoría, todos los países miembros de la OMC
están en la obligación de comprometerse a liberalizar en los
sectores que deseen. En la práctica, sin embargo, los países
en desarrollo se ven sometidos a fuertes presiones de
instituciones financieras internacionales (FMI, Banco Mundial,
Banco Interamericano de Desarrollo) que a cambio de préstamos
ponen como condición la privatización de los servicios.
En cuanto a las inversiones y la competencia, se trata de
autorizar a las transnacionales, que pertenecen
mayoritariamente a los países del Norte, implantarse
libremente en cualquier país en condiciones de igualdad con
las empresas nacionales. En caso de que consideren que sus
intereses están siendo lesionados por los Estados podrían
recurrir a tribunales internacionales para demandarlos y
reclamar indemnizaciones.
Pero la agenda liberalizadora de la OMC no se queda ahí. Los
países ricos igualmente demandan a los países del Sur la baja
de los aranceles de los productos industriales principalmente
en la rama textil. En este aspecto, sin embargo, hay
diferencias entre los países del Sur pues algunos países
árabes (Egipto, Turquía, Túnez y Marruecos) temen dejar de ser
competitivos si bajan los aranceles a los productos
provenientes de la gigante China.
Así mismo, en materia de acuerdos sobre comercio y propiedad
intelectual, hay presiones de las grandes empresas para que
las negociaciones se profundicen en materia de vinos,
biodiversidad y saberes tradicionales.
Por último, y a manera de conclusión, hay que decir que si
fracasan las negociaciones sobre los subsidios agrícolas, tema
sensible que reactualiza la división Norte-Sur, no solo OMC
sino el fundamentalismo neoliberal pueden terminar
descarrilados y desacreditados aún más por mantener un doble
discurso para casi todos evidente y claro.