Por la ciudadanía universal
Ningún ser humano es ilegal
Grito de los Excluidos - Perú / Minga Informativa
La Plaza San Francisco, ubicada en el Centro Histórico de Quito, fue el epicentro de un ecuatorial tornado multicolor: cientos de voces se congregaron para anunciar al mundo que los migrantes continuarán su lucha por la ciudadanía universal y que harán de las murallas coloniales y los muros fronterizos un pasaje a superar.
Era un momento especial. Todo un esfuerzo desplegado por casi dos años de organización y convocatoria se comenzaba a materializar. Ser migrante, para los que llegaban a la Ciudad de Quito, se convertía en la condición misma del evento: la superación de las fronteras sociales, culturales y económicas.
Ecuador para todo el mundo
Una pregunta y una respuesta es la mejor explicación. ¿Por qué se trae a Ecuador el IV Foro Social Mundial de las Migraciones (FSMM)? De acuerdo a Luiz Bassegio, coordinador continental de la red Grito de los Excluidos, la respuesta adquiere un carácter político. Se reafirma que las luchas libradas por los movimientos sociales durante los últimos años ahora adquieren una representación en otra fase: “a lo largo de los últimos 10 años sus movimientos sociales (en Ecuador), entre los que los migrantes y pueblos indígenas son sectores significativos, abrieron espacio a un proceso de cambios que han empezado a transformar la realidad del país, en forma inspiradora para muchos otros procesos en América Latina y el mundo”.
Procesos, movimientos sociales y transformación conforman la trilogía emancipatoria para otros mundos posibles y que tienen en el FSMM un espacio de encuentro. Esta trilogía se inscribe con justicia en Ecuador y, cerca de las 20:00 horas, se asomaba, irrumpía en todos los rincones del centro histórico de la capital. El ánimo de festejo debía tener un carácter cultural, una iconografía que convierta las consignas y anhelos en un lenguaje integrador y en signos representativos de la diversidad. Y así sucedió.
Fusiones callejeras y unidad latinoamericana
En medio de la noche y la luz mortecina, las representaciones culturales acompañaron la velada al son de la música local y las fusiones subversivas de ritmos, calor y sabor. Los grupos reunidos se reconocían en uno solo: por cada número que se presentaba en el escenario, más era la aproximación de coincidencias, colores y corazones.
En pleno festejo, una de las preguntas que navegaba por la plaza era si es que es posible celebrar cuando hace unos días esta misma ciudad había atravesado un hecho que puso en peligro su nuevo encanto: el rostro de la transformación.
Precisamente porque el espíritu de todos los Foros Sociales mundiales ha sido el de no separar las luchas sectoriales, sino más bien empalmarlas con las luchas nacionales, es que los festejos adquieren, también, un carácter integrador y político.
El alma colectiva de la noche tenía presente que el festejo no podía soslayar una realidad latente en el corazón de la población de Quito: los rezagos del intento golpista. Por ello, el llamado a “cerrar filas” con la revolución ciudadana resonó en toda la plaza San Francisco.
Precisas fueron las palabras del representante del Estado Ecuatoriano que dejaba en claro que ninguna fuerza retrógrada podrá frenar los cambios que el pueblo ha decidido seguir adelante.
Muito legal
La noche se calentó entre baile, vitoreos y aplausos. El buen vivir era vivir cerca de la gente de a pie, repartiendo material de discusión, intercambiando información, degustando comida casera “al paso” para paliar el hambre que se desataba en pleno movimiento. En fin, celebrar por adelantado los cinco días más de trabajo.
Entre todas las alocuciones que acompañaron la parte final del evento, se desprendió una frase que simboliza la terquedad de seguir en la lucha por una ciudadanía universal que confronta directamente al modelo de la ciudadanía neoliberal, basada en la mercantilización de la vida y la diferenciación perversa entre “ser vivo” y “ ser viviente”, esta frase se insertó en la orilla de la plaza y serpenteó aquella jornada: ningún ser humano es ilegal.
Es pues la mejor condición para comprender que legalidad e ilegalidad son dos categorías creadas para que los migrantes sean objeto de expulsión material y simbólica, acaso de un trato discriminatorio sin parangón. De igual manera, fueron dos pretextos jurídicos para que las celebraciones públicas, en tiempos de dictaduras oligárquicas, sean solo para puñado de humanos legalmente reconocidos como ciudadanos.
Pero cambia, todo cambia. Ecuador es la celebración viva de las multitudes, la viva imagen de una historia que se escribe con inclusión, en colores, donde las polaridades coloniales, legal o ilegal, han sido desplazadas por la universalidad de la ciudadanía, y donde la democracia, como se señala en el comunicado del Comité Internacional del FSMM, adquirió también su base universal: el protagonismo popular.
¡Viva el FSMM!