Megaproyectos, minería, exclusión provocan:

Desplazamiento de comunidades y migración forzada

2010-10-10 00:00:00

En el contexto actual que vivimos una profunda crisis civilizatoria, queda en evidencia como la Madre Tierra es también sujeto de exclusión y explotación por parte del modelo desarrollista que ha impuesto el mundo moderno capitalista en nuestros países. Las realidades y resistencias de nuestros pueblos en Centroamérica, testimonian cómo las dramáticas condiciones de la migración y los desplazamientos forzados constituyen una parte fundamental de las luchas por defender los territorios, la diversidad, las identidades y nuestra relación con la naturaleza.
 
Los pueblos indígenas, las mujeres y los (as) campesinos (as) de las comunidades Garifunas (Honduras), Naso y Ggobe (Panamá) conjuntamente con los pueblos Mayas en Guatemala, por ejemplo, están resistiendo las estrategias de los grupos transnacionales, pero también las políticas gubernamentales y regionales (como el Plan Puebla Panamá o la Iniciativa de Interconexión Eléctrica para Centroamérica SICA) que pretenden, a través de las inversiones en turismo, agronegocios, extracción de minerales y petróleo, y la supuesta lucha contra el narcotráfico despojarlos de sus tierras, de sus culturas, de sus bosques y fuentes de agua.
 
Se trata del impulso a una gran ofensiva del capital transnacional y los grupos empresariales locales para la construcción de corredores de mercancías (zona del Peten por ejemplo) para el saqueo de recursos, y el control del Corredor Biológico Mesoamericano a través no solo de la ocupación de tierras, sino de la militarización y de la represión en contra de las comunidades originarias. En este contexto la migración es transformada en negocio y es sobre todo objeto de explotación de jóvenes y mujeres, además de promover una intensa criminalización de cualquier esfuerzo por reivindicar los derechos más básicos de los pueblos.
 
En el IV Foro Mundial de las Migraciones, la mesa sobre Bienes Comunes y Migraciones organizada por la Secretaria Mesoamericana del Grito de los Excluidos, conjuntamente con organizaciones de las comunidades Garífunas (Honduras), de Panamá y Guatemala ha analizado y debatido como los megaproyectos hidroeléctricos, la minería, los agrocombustibles, la exclusión social y el racismo estructural de los gobiernos en Centroamérica, junto con las supuestas políticas para el control del narcotráfico están constituyendo una realidad que desplaza a las comunidades y refuerza las condiciones de la migración forzada hacia los Estados Unidos (principalmente) e internamente entre los países de la región.
 
En este contexto las luchas para la defensa de los bienes comunes adquieren carácter regional y son además luchas que manifiestan el doble carácter excluyente del sistema capitalista, primero a través de la apropiación indiscriminada y brutal de la naturaleza y paralelamente a través de la explotación de los pueblos originarios y las comunidades afrodescendientes. Es desde esta perspectiva que una crítica más profunda al “desarrollo” surge entre las comunidades, pues esta ideología con consecuencias prácticas mortales para las regiones megadiversas deja un balance muy negativo en la región Mesoamericana. Desarrollo para nuestras comunidades ha significado históricamente desplazamientos y destrucción de sus identidades, así como devastación de la naturaleza. Es por esto que la lucha hoy contra la exclusión de estos pueblos, es además la lucha contra la exclusión de la Madre Tierra. La realidad del cambio climático está afectando directamente a estas comunidades, no solo por los efectos medio ambientales sino también por la ausencia sistemática de políticas gubernamentales capaces de garantizar los recursos y derechos para el bien común.
 
Estamos hablando de afectación directa en áreas urbanas y rurales, de situaciones muy graves de concesiones de contratos para proyectos que modifican leyes nacionales (caso de la Ley 30 que se ha querido implementar en Panamá) o de procesos de represión que se amparan en Golpes de Estado como el ocurrido en Honduras. La reciente masacre de Tamaulipas en México, deja al descubierto como el tema del narcotráfico no quiere ser discutido y profundizado en sus dimensiones reales y sobre todo en sus vínculos con los gobiernos y grupos de poder económico en la región.
 
 La Madre Tierra, profundamente herida por la huella del desarrollismo y del sistema capitalista ha comenzado a recordarnos el peligro que enfrentamos como humanidad. Es el momento de que un enorme Grito se levante de las raíces de nuestra historia y de nuestras identidades profundas, el Grito de los Excluidos hoy debe ser el más contundente y determinante BASTA a la explotación de la Madre Tierra y a la miseria y represión de nuestros pueblos y comunidades en Mesoamérica.