Discurso de Juan Barahona en los actos de traspaso de poder desde el Presidente José Manuel Zelaya Rosales
Honduras ha cambiado para siempre. Nuestro pueblo, hoy alzado contra la dictadura del enemigo oligárquico e imperialista, se ha convertido en un gigante de la dignidad, el sacrificio y la conciencia. Nunca antes en nuestra historia estuvimos más unidos los sectores populares, nunca antes se tuvo tanta conciencia de los derechos de los hombres y mujeres pobres, nunca antes se mostró tan claramente la naturaleza explotadora, totalitaria y asesina de los que han sido dueños de este país y que hoy tiemblan ante la fuerza arrolladora de la Resistencia Popular.
Hoy, a pesar de decirlo en el fragor de la lucha y en el mismo momento en que las fuerzas del atraso juramentan a su nuevo testaferro, podemos afirmar con todo orgullo que hemos despertado y somos capaces de construir nuestro futuro.
Antes de continuar, permítanme un acto solemne e imperativo: recordemos a las mujeres y los hombres que han ofrendado su vida en esta lucha, asesinados de manera cobarde y traicionera por las fuerzas de terror del régimen de facto. Con ellas y ellos recorrimos juntos las calles, respiramos los mismos gases envenenados, recibimos la misma metralla, la misma cárcel, la misma humillación. Pero también, con ellas y ellos escribimos los pasajes más hermosos de lucha y resistencia que tuvo nuestra patria.
¡El día que su corazón se detuvo, murieron para vivir eternamente en nuestros corazones y en nuestra lucha!
¡Viva el ejemplo de los héroes del Pueblo!
¡Sangre de mártires! …¡Semilla de Libertad!
Por ellos y ellas juramos que no habrá descanso, que no negociaremos los principios jamás, que no perdonaremos la traición y que vamos a transformar este país para que sea libre, democrático, justo y verdaderamente independiente.
Luchamos por la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente Popular que sea revolucionaria y vaya más allá de reformas tibias que dejarían intacto el sistema de privilegios mediante el cual los poderosos viven con infinitos lujos a costa de la explotación del trabajo de los pobres y el robo de los bienes públicos y la extracción inmisericorde los recursos naturales.
Nos planteamos una sociedad nueva, un ser humano nuevo, que no exalte el egoísmo como valor supremo, sino que pretenda el desarrollo integral de la colectividad. Aspiramos a forjar personas solidarias, que sientan como propias las miserias de los demás y que luchen por eliminar las desigualdades sociales que provocan el capitalismo, el patriarcado y el racismo.
Peleamos por una patria libre de injerencias externas, sin bases militares que sirvan para dañar a nuestros hermanos centroamericanos, sin transnacionales que roben nuestras riquezas impunemente, sin clases políticas que reciban órdenes desde el imperio. Luchamos por la integración de los pueblos latinoamericanos y la unión de Centroamérica.
Así lo soñaron José Cecilio del Valle, Cabañas, Visitación Padilla, Graciela García, José Martí, Juan Pablo Wainwrigh, Manuel Cálix Herrera, Sandino, Farabundo. Nuestros próceres y los grandes líderes históricos del Pueblo Hondureño y de los pueblos centroamericanos. Ese fue el ejemplo de Morazán, nuestro máximo referente, quien a pesar de haber vivido hace doscientos años, nos dejó un legado de dignidad y entereza que aún hoy es una afrenta para los enemigos del progreso.
Francisco Morazán fue asesinado hace 168 años por una oligarquía retrógrada y cobarde, confabulada con el imperio de su tiempo, tal como hace la oligarquía hondureña de hoy. Si Morazán viviera en este tiempo, sus enemigos estarían en el COHEP y en la ANDI, sus enemigos llevarían los nombres de Goriletti, Elvin Santos, Pepe Lobo, Carlos Flores, Adolfo Facussé, Rafael Callejas, Rafael Ferrari y otros cuya larga lista da nauseas mencionar.
Si Morazán viviera hoy, la clase política que usurpa los poderes del Estado, mandaría contra él al ejército y a la policía, tal como la mandan contra nosotros, que somos los continuadores de las luchas por la soberanía y la libertad de nuestro pueblo.
¡Qué gran diferencia con el Ejercito Defensor de la Ley que él comandó en contra de los oligarcas de su tiempo!
¿Qué sentiría el General Morazán si viera a los militares y policías disparando contra compatriotas desarmados, moliendo a toletazos a niños y ancianos, violando y ultrajando a mujeres y niñas indefensas, y torturando a nuestros jóvenes? El insigne General, se moriría de la vergüenza.
Aunque siempre lo hemos sabido, nunca como hoy queda tan claro que la cúpula de las Fuerzas Armadas no sirve para ganar guerras, sólo sirven para dar Golpes de Estado con los que derrocan gobiernos legítimamente electos, cuando así se los ordena su amo del norte o la minoritaria oligarquía, explotadora y corrupta.
No está lejano el día en que esos Generales pagarán sus delitos acompañando también a los empresarios y políticos golpistas en las cárceles de la Nueva Honduras.
Pero también ha quedado claro que detrás de los enemigos locales del Pueblo hondureño, se encuentra el enemigo numero uno de todos los pueblos: el imperio norteamericano. Si no hubiera contado con su apoyo, esta oligarquía cobarde nunca se habría atrevido a dar este Golpe, desafiando a la mayoría de la nación y mucho menos al mundo.
Los funcionarios norteamericanos son tan cínicos que, tras haber preparado detalladamente el Golpe con sus siervos locales, fingieron después estar en contra, ocultando su verdadero propósito de legitimar la dictadura mediante la tramposa negociación de San José y mediante unas elecciones fraudulentas.
Ahora, con número inflados, los golpistas y su hipócrita amo del Norte, tratan de engañar a los pueblos y gobiernos del mundo haciéndoles creer que aquí hubo “elecciones democráticas”.
¿Hubo elecciones democráticas, compañeros? NO, lo que hubo fue una FARSA. Al pueblo hondureño no lo engañan, porque aquí nos conocemos y sabemos que cuatro gatos fueron a votar.
Aún así, quieren engañar al mundo. Con lo que no contaban es que el mundo ha cambiado y si antes casi todos agachaban la cabeza, hoy muchos pueblos tienen gobiernos dignos que no se arrodillan ante el dólar.
Por eso a esa toma de posesión espuria no viene la mayoría de gobiernos del mundo. Vienen unos cuantos, los más serviles. Este rechazo del mundo es un triunfo de nuestra lucha compañeros. Gracias a esta batalla no han podido hacer un Golpe para la exportación.
De todos modos, los golpistas siguen con el guion preparado por el imperio.
El siguiente paso es intentar arrebatarnos las conquistas que logramos durante el gobierno del Presidente Manuel Zelaya. Los golpistas usan los medios de comunicación a su disposición, los púlpitos tarifados de las cúpulas de las iglesias conservadoras y la ONGs vendidas, para promocionar un “Plan de País” que es sólo la continuación del modelo neoliberal, que sumió en la pobreza a una gran cantidad de personas y que hipotecó el futuro de varias generaciones de hondureños y hondureñas.
En el fondo lo que pretenden es cumplir la agenda del Golpe de Estado. Su objetivo es destruir el Estatuto del Docente, aprobar un nuevo Paquetazo para sacarnos más impuestos, dejar estancado el salario mínimo o bajarlo si pudieran, subir los precios de los combustibles y las ganancias de las transnacionales, llevarse nuestros recursos minerales, privatizar el agua, saquear nuestras finanzas, entre otras pestes. ¡Pues para eso dieron el Golpe estos canallas!
¿Por qué habríamos de creer en las promesas de una clase explotadora que tuvo 30 años para demostrar que su sistema neoliberal funciona? ¿Cómo pretenden que el pueblo se fíe de un gobierno integrado por golpistas, represores, ladrones, fantoches y farsantes?
No puede depositarse ninguna confianza en el régimen que se impone a punta de bayonetas. La mentira y el engaño es su norma. Basta ver cómo se hacen “juicios” de mentiras entre ellos para ser “sobreseídos” de sus pecados y hacerle creer a los incautos que aquí no paso nada. Luego le dicen al mundo que aquí todo es “armonía” y “reconciliación”, a pesar que nos siguen matando compañeros y compañeras, a pesar que muchos van al exilio y otros son amenazados a muerte todos los días. Llegan al ridículo de hacer un show para fingir que el dictadorzuelo de Goriletti se aparta del camino.
¡Y así quieren que nos prestemos a participar en su “diálogo”!
La Resistencia Popular no participará en esa farsa del dialogo de la oligarquía y mucho menos en su gobierno espurio.
Los golpistas no tienen ninguna posibilidad de engañar más a este pueblo que alcanzó niveles de conciencia superiores a cualquier momento anterior. La gran mayoría de hondureños y hondureñas sabe que Pepe Lobo es la continuación de la dictadura, es la continuación del neoliberalismo, es la garantía del imperio para usar a Honduras como base de operaciones militares y su apuesta para detener los procesos de cambio en América latina.
Pepe Lobo NO ES NUESTRO PRESIDENTE, como Goriletti tampoco lo fue. Es el “presidente” de los Kaffati, Hándal, Facussé, Ferrari, Maduro, Callejas, entre otros; es el “presidente” de los traidores, de los corruptos, de los entreguistas.
Por eso, hoy la Banda Presidencial legítima no pasa al Lobo; quien la recibe es el pueblo luchador, el pueblo digno. Hoy la Banda Presidencial la recibe, en nombre la mayoría de la población, ¡el Frente Nacional de Resistencia Popular!
Es, por supuesto, un honor que como Resistencia se nos haga este traspaso de las manos del legítimo Presidente Manuel Zelaya, el único que fuera electo por la voluntad mayoritaria del Pueblo.
Compañeros y compañeras,
La Resistencia no recibe esta banda como un trofeo o un simple reconocimiento a su esfuerzo. Sino que lo recibe como una altísima responsabilidad: la de representar al Pueblo y lograr que prevalezca la verdadera Democracia participativa y popular.
Ahora bien, el camino frente a nosotros se presenta lleno de desafíos, el Frente Nacional de Resistencia Popular es ya una fuerza nacional con impresionantes capacidades de movilización y una arrolladora simpatía, pero hacer falta dar pasos importantes hacia su consolidación.
Desde ahora la consigna es ¡Organización! ¡Movilización! ¡Formación!
Estos tres ejes de trabajo deben ser asumidos por los núcleos de Resistencia en cada barrio, en cada comunidad rural, en cada centro de trabajo, y en cada uno de ellos debe primar la democracia interna. El FNRP debe canalizar las necesidades de grupos de Campesinos, obreros, indígenas, negros, grupos LGTB, artistas, pobladores urbano- marginales, micro pequeños y medianos empresarios, movimientos ambientalistas, mujeres, organizaciones estudiantiles, fuerzas políticas progresistas y democráticas, maestros, profesionales, grupos de derechos humanos