La memoria en estos tiempos no es recuerdo sino desafío
¿Cuando será que la lucha de acá sea la misma de allá desde pueblos diversos y que podamos reconocer la agresión común, sus autores y beneficiarios para oponerles la resistencia común que venga desde abajo y defienda efectivamente los bienes comunes?
Germán Escué, un comunero indígena Nasa del resguardo de Jambaló, fue asesinado por el Ejército Nacional el 1 de febrero de 1988. 21 años más tarde y a raíz de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que condena al Estado Colombiano, este viernes, 21 de Agosto, se celebra una Audiencia Pública que conmemora este hecho y la sentencia. La audiencia se celebrará en la vereda de Vitoyó, del resguardo de Jambaló. Esperamos que nos acompañen de manera solidaria y digna, en representación individual y colectiva quienes compartimos un compromiso con la verdad y la vida. Desafortunadamente este acto solemne no se realiza únicamente para no olvidar y proclamar el ¡Nunca Más! que debería haberse hecho realidad, sino que la vigencia del terror, genocidio y etnocidio hacen que hoy, Germán Escué, siga siendo un símbolo perenne de una lucha que debe fortalecerse contra la impunidad, el genocidio y el etnocidio en curso.
Recordaremos que la Constitución colombiana de 1886 definía a los indígenas como “seres incipientes”, por tanto negados como sujetos de derechos. Bajo ese marco constitucional, vejámenes que iban desde la compasión y el sometimiento a misiones protectoras, hasta la cacería impune de indígenas eran aceptadas y aceptables. Señalar a alguien con el peyorativo “indio” era insultar con un apelativo degradante y vergonzoso. Siglos de luchas ejemplares llevaron a que la Constitución Política de 1991 reconociera a los pueblos indígenas, no sólo como sujetos de derechos, sino como pueblos y culturas con arraigo territorial y derecho a la autodeterminación y a la autonomía. Sin embargo hoy, de hecho, parece ser más fácil cazar indígenas con la más absoluta impunidad: Los 67 indígenas asesinados este año, la visita del relator especial de la ONU para pueblos indígenas frente a estos graves hechos, la debilidad de su informe frente al horror contundente de la evidencia y la posición vergonzosa del Gobierno colombiano que alega en ámbitos internacionales proteger a los indígenas mientras nos despoja y destruye por la vía del terror, de las políticas del “libre comercio”, la “seguridad democrática” y la “confianza inversionista”, ilustran la vigencia de la conquista en curso y al servicio de la codicia insaciable.
Al momento de escribir esta nota, mientras se realiza una Asamblea en Huellas Caloto, en la que la comunidad conoce y decide frente a la persecución reciente contra el Gobernador de ese resguardo y la comunidad, investigamos un “falso positivo” contra un alias “Tatuco” señalado y condenado de manera anticipada como “experto en explosivos” de las FARC, quien resulta ser un comunero Misak, residente en Jambaló, que se dedica a reparar celulares. Por lo que sabemos hasta el momento, este es uno de los montajes más burdos y perversos de que tengamos noticia. Todo indica que 21 años después del asesinato de Germán Escué, la cacería de indígenas en Colombia se generaliza.
El golpe en Honduras, que ya no aparece como noticia en los medios comerciales, la guerra en la Amazonía Peruana por la imposición del TLC, el establecimiento de bases militares de los Estados Unidos en Colombia que, según Obama ni son bases, ni se van a establecer en Colombia, el escalamiento del conflicto armado desde Colombia contra Venezuela , Ecuador (y Bolivia), son acciones tácticas de una agenda integral de guerra por el control de bienes comunes y por el control y despojo de los de abajo. Los de arriba, que avanzan en consolidar la vida como un bien de bienes privados para su usufructo y acumulación, ejecutan su agenda independientemente del Gobernante y a través de fronteras, países o regiones del globo. Así lo reconoce la declaración final del CNI en Michoacán, México. El genocidio de acá, es el mismo de allá y por los mismos intereses. ¿Cuando será que la lucha de acá sea la misma de allá desde pueblos diversos y que podamos reconocer la agresión común, sus autores y beneficiarios para oponerles la resistencia común que venga desde abajo y defienda efectivamente los bienes comunes?
No es la agenda de los pueblos la que se nos presenta. El Presidente Uribe impone su reelección aunque resulta evidente lo que se reelige como expresión inimaginable de corrupción, totalitarismo, codicia y terror. Nadie sabe en donde anda el “cabecilla intelectual” del bloque Calima de los escuadrones de la muerte, colega y cómplice del Presidente Uribe y exgobernador del Cauca, Juan José Cháux Mosquera, ahora que como él, otros grandes personajes del podrido establecimiento colombiano van a la cárcel con titulares y se escabullen de las condenas con el tiempo sin titulares ni aspavientos. Esta vez va el General Maza Márquez, antes adornado de halagos por su lucha contra el narcotráfico y hoy señalado como cómplice de un magnicidio. Una institucionalidad de élites que se transforma con facilidad en mafiosa y va consolidando un modelo de futuro articulado entre la codicia y el poder totalitario. Modelo que se proclama como el grado más alto de democracia cuando se promueve el “Estado de Opinión”: o, que las opiniones desde el Estado Totalitario, corresponden con la voluntad popular y quienes las cuestionamos, merecemos ser perseguidos, judicializados y destruidos para que se consolide el “bien común”, es decir el beneficio que los comunes le garantizamos a los patrones con nuestra sujeción y sacrificio. Circo, rebusque y terror nos condenan a esta sociedad del futuro que se establece desde Colombia para aplaudir y marchar con banderitas y armas bajo las órdenes de los payasos que dan de comer de rodillas a los codiciosos. “El Dictador” de Chaplin recupera la vigencia que nunca perdió.
Así las cosas, la crisis irreparable del capitalismo global, se hunde en una sin salida económica. No importa cuánto nos anuncien que la economía se recupera, las bolsas de valores se siguen reventando, el desempleo sigue creciendo, los monopolios se consolidan tragándose a los otros monopolios que se descalabran y la miseria se extiende y se afianza. Ante esta realidad, el milagro de la obediencia debida se multiplica y desde arriba o desde abajo, se hacen esfuerzos por incorporarnos o adaptarnos ante el poder que se derrumba. También se profundiza el horror y la tiranía en modelos mafiosos o totalitarios que se vienen imponiendo desde los barrios hasta los Gobiernos. Culturas mafiosas e intolerantes que someten a sangre y fuego. A pesar de todo, y frente a esta disyuntiva, hay pueblos y procesos insistiendo en recuperar territorios, consolidar relaciones sociales recíprocas y solidarias, no de competencia ni de sometimiento por la fuerza. Procesos que entendiendo la Madre Tierra como la mayor y más indispensable de las economías, comprometidos con alcanzar la subsistencia y la soberanía alimentaria con dignidad y empeñados en recrear mercados no para la acumulación egoísta sino para el beneficio común, intentan no suicidarse en el proyecto dominante fallido ni caer en la imposición del proyecto totalitario.
La memoria en estos tiempos no es el recuerdo del pasado sino el desafío del presente que reclama una conciencia sin fronteras, arraigada en pueblos y territorios que rescate y defienda lo común; la vida, para que el futuro no sea este presente y pasado de terror y abuso. Germán Escué, el futuro al que nos comprometamos hoy, será para que el ayer de muerte y despojo no se siga repitiendo.