Movimientos Sociales demandan respuestas radicales a crisis global
En el uso de la palabra Magdalena de la REMTE
Durante la reunión con los presidentes de Bolivia, Paraguay, Ecuador y Venezuela, los movimientos sociales plantearon una serie de desafíos de cara a afrontar la crisis del sistema y promover una verdadera integración de los pueblos de la Patria Grande.
Magdalena León, representante de la Red de Mujeres Transformando la Economía (Ecuador) afirmó que ante una situación radical como la que se vive frente a la crisis de un modelo en franca retirada se necesitan respuestas radicales.
Dijo que de no ser así se corre el riesgo que esas respuestas terminen dando un nuevo aliento al modelo, legitimando y levantando instituciones obsoletas, y recomponiendo relaciones de poder que llevan marcas neocoloniales.
Asimismo, Magdalena León, planteó avanzar sustancialmente hacia un cambio estructural cuya urgencia y viabilidad se han tornado incontestables por la crisis.
Aseguró que ese es el modelo que hoy el mundo reclama tiene como insumos los avances logrados en América Latina. Entre ellas señaló a las visiones y prácticas del ‘buen vivir’ reconocidas constitucionalmente por algunos países; la diversidad de un tejido económico que ha permitido la subsistencia y es la base de otra economía, el valor de la plurinacionalidad, la novedad de experiencias como el ALBA, que demuestran que otro tipo de relación entre países y pueblos es posible.
Sin embargo, León aclaró que este nuevo cambio no debe ser entendido como un reclamo de mayor presencia estatal, sino un estado diferente, uno desprivatizado, al servicio del interés colectivo, que fortalezca lo público, no uno que adopte una pauta de salvatajes que reiteran en socializar las pérdidas y privatizar las ganancias.
“La crisis lleva a otro nivel los alcances de la Integración. La Integración alternativa junta las dimensiones de fin y de medio. Es un fin buscado largamente en nuestra historia. Es un medio para transformar el modelo, para que los pueblos transformen su vida, para vencer desigualdades e injusticias, para construir una economía para la vida”, afirmó.
Agregó que los esquemas o instrumentos viejos y nuevos de integración se han resignificado según sus grados de contagio neoliberal. Sólo serán complementarios o convergentes en tanto se desprendan de sus cargas neoliberales y asuman otros contenidos. Sin embargo, hoy en día siguen vigentes formas incompatibles con la integración alternativa, como lo que se propone con los Tratados de Libre Comercio.
Por ello, sostuvo que la Cumbre de las Américas, a realizarse en Puesto España (Trinidad y Tobago), en abril de este año, debe convertirse en un encuentro de afirmación de soberanía, de consolidación de agenda propia, de avance sustantivo en los procesos que encarnan esa soberanía e identidad recuperadas o estrenadas: nueva arquitectura para la soberanía financiera (con mecanismos como el Banco del Sur), soberanía alimentaria, energética, “Debe ser también la ocasión para asumir una agenda que haga frente a las situaciones de colonialismo que persisten en nuestros territorios: Haití, Puerto Rico, Belice, Malvinas, reclaman”, manifestó.
De otro lado, dijo que se debe liderar la indispensable redefinición de las relaciones e instituciones internacionales, como ya se hizo en el caso de las auditorias integrales ante la deuda ilegitima, hasta la impugnación de mecanismos como el CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones).
La representante de la Red de Mujeres Transformando la Economía reiteró que es necesario avanzar en innovaciones y aprendizajes conjuntos hacia formas de acción y encuentro político acordes con la situación inédita que estamos viviendo.
También indicó que se debe inventar otros mecanismos y marcos institucionales capaces de encauzar y acrecentar las energías sociales de cambio, para acumular fuerzas convergentes en los pueblos y en los gobiernos, única posibilidad cierta de proyectar esta coyuntura en una salida real del neoliberalismo, en transformaciones estructurales, de escribir otra historia.
“Este es un momento que desafía a afrontar las complejidades de nuestra interrelación de modos que nos permitan crecer, aprender, inventar, evitando inercias que llevan a debilitarnos mutuamente. Necesitamos el máximo de solidaridad y hasta complicidad, que nunca pueden ser unilaterales, que suponen la reciprocidad”, aseveró.