ALCA: mucho más que comercio (Ecuador)
Los pronunciamientos de los candidatos-as sobre el ALCA son, a estas alturas de la campaña electoral, más bien escasos y limitados en relación con la naturaleza y alcances de dicho Acuerdo. Matices más o menos, casi todos lo perciben sólo como un instrumento de comercio internacional, que hace parte de una corriente de globalización a la que no es posible sustraerse a riesgo de quedar fuera, aislados. Esto lleva a una reducida gama de posiciones: una de participación incondicional, obediente; otra que lo asume como requisito para lograr acceso a mercados (visto como bueno per-se) y estimular mejoras de competitividad; otra resignada ante lo que parece inevitable con la esperanza de, acaso, aplicarnos para alcanzar los mejores términos posibles en la negociación.
Esto da cuenta de que, en general, todavía tiende a verse al ALCA como una cuestión de “negocios”, donde lo que se define es en qué condiciones, por ejemplo, se vende atún y se compran tractores. Aún en el marco de esa restringida concepción, el tema no debería escapar al conocimiento e interés de candidatos y candidatas a todas las dignidades, en vista de las derivaciones y complejidades que envuelven al comercio hoy, como lo muestran los recientes casos de la producción lechera nacional, o de tratamiento arancelario en el marco del ATPA, que permiten ver “adelantos” de lo que sería la eventual aprobación y aplicación del Acuerdo.
Pero el asunto se torna más importante y estratégico si consideramos, como corresponde, que el ALCA es mucho más que comercio. El documento borrador toca temas de acceso a mercados, inversiones, servicios, compras gubernamentales, agricultura, propiedad intelectual, subsidios, políticas de competencia y solución de controversias, a través de cuyos enunciados se ratifica un modelo económico y geopolítico. Es un esquema que apunta a más neoliberalismo, a llevar al extremo políticas macroeconómicas y sociales que han sido señaladas como el corazón de la crisis, del empobrecimiento, de la recesión, de la imposibilidad de desarrollo, de la injusticia económica que agobia a la mayoría.
Por eso la desinformación y limitada perspectiva de políticos y gobernantes preocupa, pues se traduce luego en un dejar hacer, fatal ante la sostenida y creciente acción de USA, que impulsa el ALCA como su proyecto estratégico, en todos los escenarios y por variados medios, que incluyen negociaciones y condicionamientos de carácter bilateral.
Pero ¿es ese un destino ineludible? No si se renuevan visiones económicas y se aplican prácticas democráticas. A nivel continental, organizaciones de mujeres, junto con otras de las sociedad civil, proponen detener las negociaciones e impulsar otro tipo de integración regional. Ellas ya no admiten ser asociadas sólo con los llamados “impactos sociales”, o con el reclamo de condiciones de empleo menos malas; como actoras económicas, tienen que ver con los asuntos básicos de la economía: qué producir, cómo hacerlo, cómo distribuir, cómo redistribuir, cómo decidir con soberanía y autonomía nuestro presente y futuro. Esto se juega en el ALCA, y debiera así ser entendido por quienes aspiran a conducir los destinos del país en plazo inmediato. Así lo vieron más de 10 millones de brasileños, que en reciente plebiscito votaron mayoritariamente (98%) por el no al ALCA, dejando un precedente democrático, un camino alternativo para decidir sobre este crucial tema.
* Magdalena León T. Red Latinoamericana Mujeres Transformando la Economía (texto publicado en Diario Hoy, Quito, 10 de octubre de 2002)