Carta a los Presidentes sobre la crisis y alternativas

2008-10-20 00:00:00

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América del Sur, 17 de octubre del 2008
 
Señores Presidentes de la Repúblicas de
Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile,
Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú,
Surinam, Uruguay y Venezuela
 
Señores y Señoras Presidentes,
 
Reciban el saludo de movimientos, redes y organizaciones sociales, gremios, iglesias y organizaciones no gubernamentales que componemos el Movimiento Social de Deuda en la región y que suscribimos esta carta.
 
En plena Semana de Acción contra la Deuda y las Instituciones Financieras Internacionales, esta carta tiene como misión solicitar a vuestros gobiernos que - ante la crisis financiera e ideológica de las economías del Norte global - tomen acciones urgentes a fin de: a) cumplir con el compromiso asumido de construir un orden financiero autónomo y soberano en Suramérica, de acuerdo a lo planteado en la Declaración de Quito del 3 de mayo del año 2007, suscrita por los ministros de economía y finanzas de Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay y Venezuela, cuando se empezó el proceso de fundación del Banco del Sur; y b) avanzar en la transformación de la política económica basada en la liberalización financiera y comercial y el crecimiento ilimitado, hacia una centrada en la integración de los pueblos de la región en un marco de soberanía y respeto para los derechos humanos, colectivos y ambientales.
 
En ese sentido, pedimos concretamente que:
 
        Aseguren la realización de auditorías integrales y participativas del crédito público, con la finalidad de detener el pago de deudas ilegítimas y poner fin a la impunidad con que viene funcionando el sistema financiero internacional en nuestros países;
        Pongan en marcha el Banco del Sur, como un instrumento soberano para el financiamiento de un desarrollo basado en la justicia económica, social, ecológica, etaria y de género, incluyendo en todas las instancias, mecanismos de toma de decisiones igualitarios (un país un voto), con participación de los movimientos sociales e instrumentos eficaces de transparencia;
        Inicien el proceso de discusión sobre los otros instrumentos financieros propuestos en la Declaración de Quito (Fondo de Estabilización y Unidad Monetaria Suramericana), a fin de constatar si pueden servir para que las reservas de nuestros países permanezcan en la región y para la promoción de un comercio con justicia entre y para nuestros pueblos.
        Paralicen y cancelen las negociaciones en curso de tratados de libre comercio con la Unión Europea, Estados Unidos de Norte América, China, India, entre otros.
        Revisen y reviertan los tratados de protección de inversiones, incluyendo la renuncia al Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), dependiente del Banco Mundial, así como los demás cambios impuestos en los marcos regulatorios del movimiento de capitales conforme al modelo neoliberal que ahora exhibe con toda crudeza su caducidad.
 
Estas demandas son hechas en base a diversas constataciones y reflexiones acerca de la grave situación en ciernes, algunas de las cuales señalamos a continuación:
 
1.      La actual crisis financiera por cual pasan las economías del Norte global, pone en cuestionamiento la propia ideología neoliberal y trae abajo el dogma que dice que: “el mercado se regula solo”, “el Estado no es la solución, sino el problema”, “el lucro moviliza el crecimiento”, “la ganancia excesiva se sustenta en el riesgo”, “la transferencia de las funciones del Estado a los privados es más eficiente”, “el crecimiento económico es la única salida a la pobreza”, etc. Esta crisis desatada en Estados Unidos de Norte América - que se suponía el motor económico mundial - ha dejado muy claro, el riesgo de tener las finanzas y los mercados de nuestros países abiertos y dependientes de la demanda externa. El paradigma que reza que mientras más abierta tengamos nuestras economías, mayor estabilidad de precios y crecimiento con bienestar social tendríamos, también muestra a las claras su falacia.
2.      Las principales críticas se refieren a la necesidad de mayor regulación, control e intervención estatal y al rechazo de la codicia como principio empresarial. Lo que configura un desmoronamiento ideológico del neoliberalismo.
3.      El mismo que evidencia que el (des)orden financiero mundial apoyado en el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otras instituciones, no sirve para nada que no sea – vía condicionalidades – la imposición de las políticas hoy puestas en tela de juicio en el mundo entero.  Los países considerados por estas instituciones como el ejemplo a seguir, son los mismos que ahora enfrentan serios problemas de fragilidad financiera y económica.
4.      No puede escapar nuestro análisis la relación existente entre esta crisis y el sistema de endeudamiento impuesto en otras coyunturas a nuestros países. Ese sistema ha servido para sustraer de la región capitales y recursos que han nutrido el crecimiento perverso de la economía-casino cuya implosión hoy, al igual que la explosión de la crisis de la deuda en 1982, amenaza con llevar por delante a pueblos enteros. Será imposible romper con su lógica y construir un nuevo orden financiero regional y mundial sin poner fin a la impunidad con la que viene funcionando y detener el servicio continuo de los reclamos ilegítimos de deuda así acumulados.
5.      La realidad de insolvencia y rescates multimillonarios a costa de la vida y los impuestos de la gente no solo revela las debilidades del sistema, sino que exige una respuesta firme de los gobiernos del Sur a fin de reducir los efectos de esta crisis e implementar un nuevo orden que responda a los derechos y necesidades de los pueblos. Esto es aún más urgente en cuanto otras crisis relacionadas, como la alimentaria, la climática y la energética, también expresan el fracaso de este modelo y al mismo tiempo, ponen en peligro de muerte a millones de personas en el mundo. 
6.      Uno de los aspectos más preocupantes de esta crisis es que, al igual que las anteriores e incluyendo en especial la crisis de deuda desatada en 1982,  se busca resolverla sobre las espaldas de los pueblos. Tanto así, que las medidas de salvataje hasta ahora anunciadas por el gobierno de EE.UU., así como sus pares europeos, cargan en primer término a  los propios trabajadores y trabajadoras en el Norte, el costo de la codicia del sector financiero.
7.      Esa misma codicia que alimenta al sistema capitalista, que prioriza la acumulación particular por sobre el bienestar colectivo, se expresa hoy en la socialización de las pérdidas, a pesar de que los beneficios siempre han estado privatizados.
8.      Sin duda, las economías de nuestros pueblos y países – en mayor o menor medida – serán afectadas por el irresponsable manejo financiero y político de los gobiernos e intereses hegemónicos del Norte, empezando con la posible pérdida de puestos de trabajo como resultado de una caída en la demanda externa.
9.      Aparece más fuerte que nunca la contradicción de que a pesar de que nuestros países ostentan grandes niveles de reservas internacionales, los gobiernos no logran invertir los recursos necesarios para garantizar los derechos de las personas y la promoción, preservación y protección del medio ambiente. En este modelo siempre aparece una justificación que impide redistribuir equitativamente la riqueza generada.  Si no es por la inflación importada, es la crisis financiera, pero siempre tiene que haber ajuste en la inversión y gasto público dirigido a los pueblos.
10. La preocupación sobre la cantidad de reservas internacionales que tienen nuestros países en papeles del tesoro norteamericano, se hace más grave al constatar que de lejos es la economía más endeudada del mundo. Además de que para mantener las reservas en estos niveles, los gobiernos han recurrido al crecimiento preocupante de las deudas internas.
11. El manejo poco transparente de la crisis expresado en el rescate financiero, hace más importante que se establezcan mecanismos permanentes de transparencia como la auditoria del endeudamiento público, en el proceso de construcción y funcionamiento del nuevo orden financiero en América del Sur.  Apoyar y multiplicar en toda la región, de manera articulada, la iniciativa del gobier