El zaperoco del TLC
“Todo pasó sin que pasara nada”
León de Greif
Quienes creían que la ratificación del TLC por parte del Congreso de los Estados Unidos era pan comido estaban equivocados de medio a medio; la decisión de la Cámara de representantes de congelar su trámite los dejó con un palmo de narices. En un exceso de ingenuidad, el Ministro de Comercio, Luis Guillermo Plata, sostuvo hasta la víspera que “hoy se visualiza un cambio de ambiente frente al TLC, que hace que el gobierno se sienta más optimista frente a su paso por el Congreso” . Y fue más lejos en sus buenos augurios, al afirmar cuando se disponían a presentar el proyecto al Congreso de los EEUU que “si Bush va a enviar el TLC al Congreso es porque tiene un buen conocimiento del tema” , o sea, del terreno que estaba pisando. Claro que su optimismo estaba basado en la ilusión de que la Presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, permitiera “que el acuerdo comercial con Colombia tenga una votación individual, no de bancada” Sí? Acaso ignora el Ministro que allá los partidos políticos son disciplinados y que, además, el 4 de noviembre no sólo está en juego la elección de Presidente, sino que se renueva toda la Cámara y un tercio del Senado (34 curules senatoriales y 435 de la Cámara). Además, es que allá sí opera la separación de poderes y el sistema de los checks and balances, propios de una democracia montesquiana. Es más, el Congreso de los Estados Unidos es prácticamente un Congreso corporativo; esto es, que cada parlamentario representa un grupo de interés al que no le puede fallar, a riesgo de no ser reelegido. Y es bien sabido que los tratados comerciales no son un tema taquillero electoralmente hablando en los EEUU y eso cuenta a la hora de la votación.
Esa platica se perdió
Los dos precandidatos demócratas a la Presidencia se habían pronunciado de manera reiterada en contra de la aprobación del TLC con Colombia y mientras más reñida ha sido la contienda entre los dos más categóricos han sido al tomar distancia respecto al mismo. Hilary Clinton, que en su momento votó favorablemente el NAFTA que prohijó su esposo Bill y que ahora se muestra arrepentida de ello, fue enfática al afirmar: “votaré contra ese acuerdo y haré todo lo que pueda para exhortar al Congreso a rechazar el acuerdo de libre comercio con Colombia” . Colombia se gastó más de US $1 millón tratando de cortejarla, a través de la contratación de cuatro firmas de lobbys afines al ex presidente Clinton y al entorno de la campaña de Hilary; quiso con ello hacer una gracia y terminó haciendo una mofa, porque al final el tiro le terminó saliendo por la culata. Esa platica se perdió; Mark Penn, principal estratega de su campaña y al mismo tiempo Presidente de una de ellas (la Burson – Marsteller), se quedó sin el pan y sin el queso, pues en medio del escándalo que causó la revelación de semejante avilantez salió despedido de una y otra empresa. Barack Obama tampoco le jala a este TLC, como tampoco le jaló a los anteriores y votó sistemáticamente contra ellos; en este sentido, su posición ha sido más consistente y firme que la de Hilary. Por su parte, John McCain, ni corto ni perezoso, le está tratando de sacar partida a esta trifulca abanderándose del proyecto de su ratificación e implementación, por considerar “que los argumentos económicos a favor del TLC son contundentes, ya que, entre otros beneficios, permitirán la exportación libre de aranceles del 80% de los productos estadounidenses a Colombia” . En otros términos, esto fue lo mismo que alegó Bush: “Este acuerdo favorecerá nuestros intereses comerciales y nuestra seguridad nacional” y puntualizó, “aprobar este acuerdo fortalecería la economía. La situación de ahora es de un solo lado, nuestro mercado está abierto a los productos colombianos, pero los nuestros tienen algunos problemas” . Y así, el TLC con Colombia terminó convirtiéndose en uno de los issus, como lo llaman los gringos, más importantes y controvertidos de la campaña electoral en curso, en el caballito de batalla en el que quieren cabalgar unos y otros, tratando de sacarle dividendos electorales.
Uno y otro aspirante a la nominación demócrata adujeron para su negativa al TLC con Colombia su preocupación por la racha de crímenes de sindicalistas en Colombia, así como por las condiciones laborales de los asalariados y la deplorable situación de los derechos humanos, amén de los líos de la parapolítica. “Esta no es la conducta que queremos recompensar” , sentenció Obama. Otro aspecto, no menos importante para ellos, sobre todo en esta etapa crucial de la campaña, es el que hace relación al impacto negativo que a su juicio podría llegar a tener el TLC para el empleo y la economía norteamericana. Puede ser cierto lo que sostuvo el Ministro de Hacienda, Oscar Iván Zuluaga, en una teleconferencia desde Miami con medios de prensa locales, en el sentido que “la parapolítica es algo que realmente los mercados ni se preguntan”, pero sí le plantea serios interrogantes a la opinión pública norteamericana. Para rematar, en el partido demócrata prima la idea de que muchas de las aulagas por las que atraviesa la economía son atribuibles a la liberalización del comercio que ha propiciado Bush; de allí, que Hilary y Obama no se han limitado a rechazar el TLC con Colombia, sino que han anunciado la renegociación del que rige entre los EEUU, Canadá y México (el NAFTA). Por ello, están demandando de la administración Bush la renovación de la Ley de Ajuste Comercial, más conocida por sus siglas en inglés de Trade Adjustment Act (TAA). Se trata de que esta sea más amplia, de modo que los subsidios a los trabajadores afectados por la entrada en vigencia de este tipo de tratados, cobijen también a los prestadores de servicios y al sistema federal, a lo cual se han opuesto radicalmente los republicanos. La Pelosi fue tajante al afirmar que “mientras no exista una Ley de Ajuste Comercial robusta” ella no ve “ninguna posibilidad para el TLC con Colombia” . La líder demócrata en el Senado estadounidense, Max Baucus, lo dijo con toda claridad: “la aprobación del TLC es poner primero la carreta (el TLC) y luego el caballo. Este Congreso quiere aprobar el TAA antes” . Nada más, pero tampoco nada menos, así de sencillo! Esta es una condición sine qua nom que ha puesto la bancada demócrata, para modo de avanzar en la consideración y trámite del TLC con Colombia.
En este sentido, no pudo el Presidente Bush escoger peor momento para la presentación del proyecto de ratificación del mismo a la Cámara, a escasos días de la primaria demócrata en Pensylvania el 22 de abril, en el que es considerado el mayor fortín del sindicalismo estadounidense. La Federación Americana del Trabajo y el Congreso de Organizaciones Industriales (AFL –CIO, por sus siglas en inglés) son poderosos e influyentes y se han hecho sentir. Su audiencia es mayor en las actuales circunstancias, en las que la recesión de su economía es inminente y amenaza seriamente la estabilidad laboral, que ya se manifiesta en la pérdida de más de 232.000 empleos en el primer trimestre de este año. La tasa de desempleo que estaba en el 4.8% en enero ya está en el 5% y se prevé que puede alcanzar el 5.6% para noviembre, fecha está en la que tendrán lugar los comicios. La economía de los EEUU viene de capa caída, de un modesto 0.6% de crecimiento del PIB en el cuarto trimestre de 2007, se calcula un anémico crecimiento de 0.2% para el primer trimestre de este año y de 0.1% en el segundo trimestre. Otro dolor de cabeza que tienen los EEUU, es el desequilibrio de su balanza comercial, la cual acusa un abultado déficit, que se acrecienta cada día que pasa; basta con destacar que para febrero de este año el déficit comercial de los EEUU alcanzó los US $62.300 millones contra US $59.000 millones en enero. A todas luces la economía de los Estados Unidos ha entrado en barrena y ello habrá de repercutir en las elecciones próximas, lo cual explica la actual polarización en la que el TLC con Colombia se ha constituido en la manzana de la discordia en el pulso entre republicanos y demócratas. La última encuesta de Washington Post – ABC News es muy reveladora de la percepción que tienen los estadounidenses del manejo que le ha dado Bush a su desastrada economía: el 70% de la población (¡!) reprueba la forma en que el Presidente Bush ha manejado la economía del país.
EL TLC: MÁS TUERTO QUE BIZCO
Ya lo había advertido la Pelosi: “El Tratado con Colombia es controversial en sus méritos…presionar el Tratado en el Congreso, sin el consentimiento del liderazgo demócrata, sólo lo hará más controversial” y así fue. Bush retó a los demócratas al apelar a la conocida “opción nuclear”, consistente en presentar el proyecto sin el beneplácito del partido que domina el Congreso, lo cual ha sido calificado por algunos analistas como un acto de torpeza. Y ahí fue Troya. Con ello, el Presidente Bush quiso meter entre los palos al partido demócrata; pero, la reacción de este no se hizo esperar; la Presidenta de la Cámara fue muy contundente cuando afirmó: “El Presidente actuó. Yo actuaré mañana”. En efecto, por una mayoría de 29 votos se envió el proyecto a la Comisión de Reglas de la Cámara, en donde se modificaría el término perentorio de los 90 días para su trámite, como lo establece el fast track o vía rápida para agilizarlo. De esta manera se desmarcaron y engavetaron el proyecto hasta nueva orden. Se terminó imponiendo un mecanismo llamado coloquialmente “corto circuito”, que pospone de manera indefinida la votación del TLC. De este modo, el TLC ha quedado más tuerto que bizco, pese a las afirmaciones del Ministro de Comercio, para quien “esto significa que la discusión y votación del acuerdo no tendría límite de los 90 días…ahora puede ser más o incluso que se pueda resolver antes de los 90 días” . Esto no es más que pensar con el deseo, como lo es también considerar que “lo que sucedió hoy no afecta el Fast Track en el Senado de Estados Unidos” , como si el Senado se pudiera divorciar de la Cámara o esta pudiera ser ignorada por aquél. Esto es totalmente descabellado y fuera de lugar, no hay duda que el TLC ha quedado en un grave predicamento. El mismo Bush lo reconoció cuando afirmó, hecho un basilisco, que “si el Congreso no fija plazo para ratificarlo, el TLC está muerto” .
En el lugar equivocado en el momento equivocado
“Si el acuerdo fracasa, sería una cachetada para nosotros”, declaró el Vicepresidente Francisco Santos al diario Handelsblatt y fue más lejos al afirmar que “eso no podría no tener consecuencias en nuestras relaciones”. No es para tanto señor Vicepresidente, estas baladronadas sólo sirven para el consumo interno, pero para nada contribuirán a disuadir a los demócratas. La realidad es que el TLC entre Estados Unidos y Colombia llegó al lugar equivocado en el momento equivocado, el Congreso y los congresistas de los Estados Unidos tienen en este momento otras prioridades y preocupaciones diferentes. Como dijo Peter Welch, representante de Vermont, “este no es un voto sobre el acuerdo comercial. Es un voto contra la arrogancia de Bush. Lo que hizo Pelosi fue decir ´no más´ a un Presidente que insiste en robarnos la autoridad” . Más claro no canta un gallo! Tal y como lo afirmó Michael Shifter, subdirector del Diálogo Interamericano, “Colombia está atrapada en medio de la batalla política” entre demócratas y republicanos, en la que Colombia es utilizada como arma arrojadiza. Comparto la opinión de Portafolio, cuando llama a la cordura, a la sensatez y aconseja, refiriéndose al gobierno nacional, que “lo primero que tiene que hacer es no involucrarse en la política estadounidense. De tal manera, los ataques a los precandidatos o a los líderes demócratas pueden servir para la galería, pero no para la causa del país…Y, por último, hay que tener paciencia, porque la experiencia reciente demostró que del afán no queda sino el congelamiento” . El gobierno está pagando caro los errores en los que ha incurrido a lo largo de este proceso; como afirma el ex ministro de Hacienda, Juan Camilo Restrepo, “sería necio cerrar los ojos a los errores de la estrategia colombiana para impulsar el TLC. Se descuidó el flanco demócrata y no contó con el equilibrio de poderes de los EEUU” . Qué más puede esperarse de una política exterior que anda al garete, de los cambios súbitos y antojadizos de la representación diplomática en Washington, del hecho de que la embajadora Carolina Barco no se la vaya con el Canciller. Y a propósito de todos estos desvaríos, cabe preguntarse en dónde está la ex ministra de Medio Ambiente Sandra Suárez, que fue nombrada Gerente del TLC primero y Consejera presidencial para el TLC después; en dónde están los resultados de su gestión, como dicen las coplas de Jorge Manrique “qué fue de tanto galán / qué fue de tanta invención como trajeron?
Es muy remota la posibilidad de la ratificación del TLC antes de que el Congreso entre a receso en agosto y regrese nuevamente en el mes de septiembre, momento este en que demócratas y republicanos estarán en la recta final de la campaña, lo cual da para pensar que, definitivamente su trámite queda aplazado para el año entrante. Para entonces ya habrá una nueva administración, que será la que retomará el asunto y sólo caben dos escenarios, el uno que ganen la Presidencia los republicanos, caso en el cual su curso puede ser más expedito o que, por el contrario, los demócratas pongan fin a 12 años de hegemonía republicana y en tal eventualidad habría que barajar de nuevo para volver a repartir. Es decir, que lo más probable es que habría lugar a la renegociación del TLC, la cual puede ser la oportunidad para que Colombia pueda nivelar la mesa y lograr un acuerdo menos desequilibrado que el lesivo TLC ya suscrito. Entonces podríamos afirmar que no hay mal que por bien no venga y en el entre tanto se prorrogarían los beneficios del ATPDEA, evitando de esta manera la incertidumbre y la zozobra a los exportadores. No por mucho madrugar amanece más temprano, de poco o nada sirvió ferrocarrilear la aprobación del TLC en el Congreso de Colombia, aprobándolo no una sino dos veces, en volandas y sin reparar en los cambios introducidos unilateralmente por parte de los EEUU con posterioridad a su firma por ambas partes. Despacio y con buena letra nos irá mejor; de la carrera sólo queda el cansancio.
- Amylkar D. Acosta M. es Ex presidente del Congreso de la República
Bogotá, abril 18 de 2008
www.amylkaracosta.net