¡Otra América es posible!
Alrededor de 10 mil personas levantaron sus voces en contra del ALCA. Hombres,
mujeres, viejos y jóvenes de todos los sectores del pueblo ecuatoriano y
delegaciones de otros países del continente, unieron sus voces en una marcha
multicolor para afirmar que la aplicación del Área de Libre Comercio de las
Américas (ALCA), en el 2006, sólo traerá efectos negativos a nuestras precarias
economías, aumentará nuestra dependencia de los Estados Unidos, deformará
nuestras culturas imponiéndonos una falsa integración; resultando así el
remedio peor que la enfermedad.
Con el lanzamiento de ¡El ALCA, AL CARAJO!, se inauguró en Quito el 27 de
octubre la llamada Jornada Continental Contra el ALCA. Una muchedumbre harta,
cansada de no ser escuchada y sedienta de justicia, parafraseó hasta el
cansancio la consigna junto al trovador cubano Vicente Feliú. Aunque los
cientos de quiteños y latinoamericanos no lograron llenar el "Parque el
Arbolito" (al costado de la Casa de la Cultura), sin embargo una desbordante
energía alcanzó para colmar su descontento. Al medio día, el adjetivo se
rindió y el verbo sostenía a cientos de jóvenes en movimiento que danzaban al
ritmo de los estridentes sonidos de baterías y guitarras, dando rienda suelta a
su disconformidad con la aplicación del ALCA.
Desde ese momento y en los días siguientes, sesudos especialistas
latinoamericanos, defensores de Derechos Humanos, políticos y líderes gremiales
y de iglesias, como el boliviano Evo Morales y el Premio Nóbel de la Paz,
Adolfo Pérez Esquivel, se encargaron de demostrar durante los diversos
talleres y foros simultáneos que el ALCA es un amenaza para nuestras débiles
democracias; una condena al hambre de nuestros pueblos, a la militarización, al
crecimiento de nuestra deuda externa y a una mayor dependencia en todos los
sentidos del omnipotente Estados Unidos.
Entre tanto, los empresarios reunidos en el Swiss Hotel jugaban su propio
partido defendiendo al ALCA. No se cansaban de repetir que el ALCA es la gran
oportunidad para aumentar sus ganancias! Aferrados a los pantalones del poder,
gritaban ¡viva la competencia y el libre mercado!.
Con la misma alucinación y teniendo como escenario el Marriott Hotel, los
"negociadores" (asesores políticos, técnicos y Ministros), en representación de
los 34 países que participaban en las negociaciones del ALCA, retocaban el
maquillaje de sus "avances", del segundo borrador. A escondidas de la prensa
intrusa, de espaldas a la sociedad civil y protegidos por las fuerzas del
orden.
Conforme se acercaba la Cumbre Ministerial, el resguardo militar aumentó. El
viernes 31 los helicópteros amenazaban desde el cielo. La temperatura del ALCA
había comenzado a subir. Y no era para menos. Más de cinco mil gentes en la
calle no son poca cosa. Para los peruanos contaditos con los dedos de la mano
que estábamos allí y que habíamos peleado contra la dictadura de Fujimori y
Montesinos y logrado la restauración de la democracia, "la marcha de los cuatro
suyos" se apoderó de nuestros recuerdos.
Los marchantes también vinieron de los suyos de América. Desbordaron las calles
y por unas horas fueron los dueños de su tierra y de su destino. Presididos por
el sonido ancestral de los pututos, el fuego que llevaban en sus manos los
sacerdotes indígenas, como símbolo de fuerza y energías positivas que le brinda
la Pachamama, limpiaron del ALCA al Ecuador y con ello a los pueblos hermanos
del Hemisferio, intentando alejar para siempre el maleficio norteamericano.
¡OTRA AMÉRICA ES POSIBLE! Fue el veredicto del pueblo, de los Apus y de Dios.
¡No se escucha Padre! Respondieron los Ministros de comercio, en cuya
Declaración del 1 de noviembre concluyeron: Consideramos que el establecimiento
del ALCA, mediante la expansión de los flujos comerciales, la liberalización
del comercio y la inversión en el Hemisferio, contribuirá al crecimiento,
generación de empleos, aumento en el nivel de vida, mayores oportunidades y la
reducción de la pobreza en el Hemisferio. Para que ello sea posible, la
conformación del ALCA deberá promover la aplicación de políticas orientadas al
desarrollo económico, fomentando la generación de empleo y la operación
efectiva del mercado laboral en el Hemisferio. Sólo una voz venezolana
(Ministro de la Producción y el Comercio) oportunista, conciente? desentonó con
la Declaración Ministerial. Haciendo eco del llamado de la sociedad civil,
exhortó a la reflexión a los ministros sobre el proceso de negociación del ALCA
y recomendó someter los acuerdos avanzados a una consulta popular.
¿Consulta Popular, plebiscito, referéndum...? Lo cierto es que las
negociaciones del ALCA no deben seguir realizándose de espaldas a los millones
de ciudadanos que no tienen mecanismos de participación para canalizar sus
propuestas. La experiencia traumática del endeudamiento externo debería
bastarnos como experiencia y ejemplo.
Por Asunta Montoya, enviada especial. Economía Solidaria (Año 3 Boletín N.-004 noviembre del 2002)