Un tiempo que merece ser celebrado

Crear y desarrollar nuestros propios instrumentos comunicacionales

2007-10-15 00:00:00

Discurso de apertura de Juan Carlos Camaño, presidente de la FELAP, en el X Congreso de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), Villa Gesell, Buenos Aires, 4, 5 y 6 de octubre de 2007.

En honor a un hombre lúcido, a un hombre honrado, a un maestro, a un poeta, a un escritor, a un periodista, a un ser humano solidario y amigo…en honor a un revolucionario, pido a todas y a todos un minuto de aplauso para las cualidades y calidades de vida del compañero Guillermo Cabrera Alvarez…

¡Compañero Guillermo Cabrera, presente!

Antes de hacer unas muy breves consideraciones respecto de este X Congreso, saludo fraternalmente a todas y a todos, compañeras y compañeros de la FELAP. Y saludo fraternalmente, en nombre de la FELAP este reencuentro con nuestras compañeras y compañeros de España y Portugal, con quienes hemos compartido horas muy significativas en la lucha por un periodismo mejor y un mundo mejor. Con ellas y ellos seguiremos compartiendo el camino.

En nombre de la FELAP quiero saludar muy especialmente y agradecer, por partida doble, a Luis Baldo, intendente de Villa Gesell y a todo su equipo de trabajo no apenas por el carácter de anfitriones que les cabe en estas circunstancias.

Agradezco, en primer lugar al señor intendente de Villa Gesell su hospitalidad. Y luego, y por sobre todo, su decisión política de acceder a que una organización como la FELAP, de carácter profesional, gremial, social y cultural –declaradamente antiimperialista desde hace más de treinta años-, pueda realizar aquí, en esta Ciudad, su X Congreso… y más que eso: le agradezco que nuestra organización pueda continuar aquí su debate de inocultables expresiones ideológicas y políticas, en las que por sobre los apetitos de un capitalismo salvaje y rapaz están los intereses y derechos conculcados de las grandes mayorías sociales, de todos nuestros pueblos.

Quiero, también, que usted sepa señor intendente que este Congreso, que lleva el nombre de un hombre sabio y exquisito, ya tiene garantizado el éxito con la presencia de delegaciones que en su gran mayoría solicitaron asistir con un número superior de delegados a los permitidos por los estatutos de la FELAP. Y esos pedidos, esas solicitudes –sin que se vaya a vulnerar la representatividad de ninguna organización- se han respondido favorablemente porque aquí, en la FELAP, somos militantes de la lucha de ideas y aspiramos siempre a la mayor participación democrática.

Hablo de activos militantes que en el campo de la profesión periodística y en sus vinculaciones con los movimientos sociales asumen cada vez con más decisión y más convicción, la tarea de colocar al ser humano –en la lucha por la defensa de la humanidad y el planeta- por encima de todas y cada una de las no pocas veleidades profesionalistas. Cuestión para nada menor si entendemos como sustantivo confrontar –en el terreno de las ideas- toda concepción que bajo el discurso de una supuesta asepsia ideológica pretende disociarnos de la lucha política y social.

Por eso me animo a decir aquí que esto habrá de ser medular en el debate de nuestro X Congreso. Porque, tal cual lo hemos reiterado largamente, y de manera muy insistente en los últimos tres años, nuestra ética social deberá seguir siendo guía de nuestra ética profesional. Entre otras cuestiones, porque a la imposición a sangre y fuego del código de ética de los barones de la información y la comunicación es imperioso e impostergable oponerle –desde adentro de la profesión y desde afuera de ella- la ética y la dignidad de los que en este mundo –y muy especialmente en nuestra región- no se resignan a vivir de rodillas frente al imperio.

Y esto requiere del mayor número de hombres y mujeres capaces de informar y comunicar la verdad en un amplio campo de disputa, donde lo peor que podría pasarnos es que caigamos en la trampa de exigirnos a nosotros mismos un título habilitante, ya sea para denunciar los crímenes, ya sea para organizar las voces dispersas de los que claman por justicia.

En la lucha de ideas todos somos comunicadores y las concepciones elitistas deben ser combatidas, en la necesidad de ampliar nuestras propias filas, que no se componen sólo de periodistas profesionales, y que no deberán restringirse únicamente a ellos. Nosotros no debemos estrechar la mira, sino todo lo contrario. Decimos otra vez: más allá de la profesión lo que está en juego es la vida de la humanidad y el planeta y los periodistas no somos quiénes para poner el carro por delante del caballo.

Sabemos que antes, mucho antes de los lógicos, legítimos y necesarios debates sobre semiología, deontología, redacción periodística, nuevas y sofisticadas tecnologías -que aquí también se van a hacer, con justa razón-, antes que todo eso junto está en juego la vida de miles de millones de seres humanos, en un planeta sistemáticamente agredido –al igual que sus habitantes- por la planificación de la desigualdad.

Existen el hambre y la muerte por planificación de la desigualdad, en función de la maximización de la tasa de ganancia de una elite transnacional de la que forman parte los grandes centros informativos y comunicacionales dotados para la guerra, para lo único que ha quedado dotado un sistema que, como el sistema capitalista no está preparado, desde sus cimientos, para la paz, la solidaridad, la cooperación, la fraternidad.

Este Congreso sabe –sus congresales saben- que los periodistas deberán luchar cada día más y más para alejarse de todas las posibles complicidades de las que pueden ser parte si se quedan amarrados como piezas de una maquinaria que se arroga prepotente –plusvalía mediante, en el campo material e inmaterial- el derecho a instituir la frivolidad, la banalidad, el amarillismo, la página roja y la naturalización del crimen como catecismo irreversible de la vida humana.

Nuestra ética social va por delante de nuestra ética profesional, porque los interminables genocidios por planificación de la desigualdad, nos exigen ser mucho más que buenos periodistas, nos convocan, desde la dignidad, a ser hombres y mujeres decididamente comprometidos en la lucha por la justicia social.

Ningún periodista, por más honesto que se suponga, puede limitarse hoy, frente a la barbarie de los saqueadores de la tierra, a ser neutral. O se combate al crimen organizado por el capitalismo rapaz e inhumano, o se es a conciencia, o por omisión dudosa, acomodaticia o cobarde, cómplice de los sátrapas y sus satrapías. El llamado periodismo de las dos supuestas campanas, nacido de la escuela dura-blanda o blanda-dura de Estados Unidos, es un periodismo obsoleto frente a un mundo en llamas.

Y más aún, es un periodismo de doble rasero, doble moral, doble discurso y un único objetivo, ya por la vía blanda o la vía dura: imponernos a punta de fusil o a partir de la alineación profesional, la injusticia, el hambre, la ignorancia.

Este X Congreso es, convengamos, la continuidad de nuestras profundas reflexiones y de nuestras nunca disimuladas acciones por un mundo mejor. Es la continuidad de discusiones y prácticas que sin eufemismos se pronuncian por la independencia de nuestros pueblos, por su autodeterminación, por su soberanía, por su integración política, económica, social y cultural y por el derecho inalienable de ser seres humanos frente a todas y cada una de las humillaciones y vejaciones que le dan sobrevida caótica al sistema dominante. Lo repito: humillaciones y vejaciones que le dan sobrevida caótica al sistema dominante.......

Este Congreso compañeras y compañeros ha de vivirse en un momento histórico de Latinoamérica y el Caribe –y también del mundo- en el que existen sobradas muestras de que no sólo las masas –o las multitudes como gustan decir algunos de nuestros amigos- expresan de variadas maneras el repudio al abuso, la explotación y la impunidad: no sólo las masas –o multitudes- sino, además gobiernos que muy especialmente en Latinoamérica y el Caribe, han declarado el fin de la obediencia debida al imperialismo, el fin de las relaciones carnales con los EE.UU..

Y aún en una lucha para nada incruenta –cosa que bien sabemos los periodistas, por los más de mil compañeros que nos fueran desaparecidos y asesinado en estos últimos treinta años-, aún en esta lucha, este es un tiempo, que por las rebeldías, las resistencias y las apuestas a la vida, más las ofensivas políticas e integracionistas que están naciendo y renaciendo merece ser celebrado… un tiempo que merece ser celebrado, no con frivolidad, ni optimismos bobos, sino en nombre de las anónimas y anónimos, luchadoras y luchadores, que cada día le dicen con su voz y con su cuerpo SI a la justicia. No a la impunidad.

Es este un tiempo de celebraciones, en el nombre de los seres humanos, periodistas o no, trabajadores de prensa o no, comunicadores sociales o no, en el nombre de las gentes que no se resignan a que este mundo de invasiones oprobiosas y asesinatos programados sea por siempre el destino de la humanidad.

Y este en un tiempo –más que nunca antes- de periodismo de combate organizado.

De nada vale inmolarse desde el individualismo profesionalista y de poco sirven las quijotadas profesionales. Sí importa, y mucho, subrayar aquello de luchar para organizarse y organizarse para luchar. Porque se trata de que en la lucha de ideas se impongan las ideas de los que decimos, hasta con la entrega de la vida, que un mundo mejor es posible.

Y esa lucha de ideas no es una cuestión tan sólo de los periodistas y menos de aquellos periodistas que deliran con ser ellos, desde una supuesta perfección de la profesión y el voluntarismo político, quienes van a dirimir el colosal desafío planteado a toda la humanidad por el poder fáctico de la barbarie.

Debemos reafirmarnos en un periodismo de combate organizado; un periodismo que sin desconocer ni deshechar ningún avance en el campo de la ciencia y la técnica, ponga a ambas al servicio de las mayorías, reclamándonos, como organizaciones, un esfuerzo superior para disputar la información-comunicación afianzándonos en la creación y desarrollo de nuestros propios instrumentos comunicacionales, con capacidad de superar las encomiables y valiosas tareas de contrainformación, para afianzar y expandir nuestra propia información, nuestra propia comunicación.

En la lucha de ideas, en la lucha política y social se trata de instalar la agenda de la comunicación de los más y para los más y ello no es una cuestión que se resuma a una serie de actos periodísticos voluntaristas, corporativistas: casi siempre, o siempre, sumidos, en el entusiasmo y la desesperación cortoplacista, por fuera de estrategias y tácticas informativas y comunicacionales que formen parte de las resistencias y ofensivas del movimiento de masas, de las diversas tácticas y estrategias que se plantean en las resistencias y en los pasos de ofensivas del campo popular.

Hoy, ante los retos de vida o muerte y la propia destrucción del planeta no se conciben organizaciones de periodistas que reciclen en la práctica profesional el periodismo basura, empalagado del sentido común dominante y ajeno al sentido crítico.

No se concibe continuar la línea del pensamiento único, con el que el neoliberalismo dinamita el futuro, ya no tanto a través del desprestigiado discurso político de sus clases dominantes, sino con la imposición de reglas de juego basadas en los regresivos planes de distribución del ingreso y las riquezas, la apropiación a cómo de lugar de los recursos naturales de toda la humanidad y la desesperada instalación –ahora digitalizada y por banda ancha- de un consumismo feroz, la violencia y el caos.

Compañeras y compañeros, por el éxito de este X Congreso, y recordando siempre a compañeros que, sin lugar a dudas, también están aquí – como Genaro Carnero Checa y Luis Suárez, hacedores vitales de esta FELAP- gracias por haber venido, gracias por renovar juntos el compromiso de luchar de manera organizada.

Sería muy interesante que nuestras deliberaciones, en este X Congreso, examinaran posibilidades para ingresar, efectivamente, y no tan sólo de manera discursiva, en el campo de la industria cultural y del entretenimiento. Allí hay una batalla no librada por nosotros de manera conjunta y es ahí donde está una de las llaves maestras de la disputa planteada.

Gracias.

VIVA la FELAP!