Validez del plebiscito
Esta vez, la Semana de la Patria será diferente. El pueblo brasileño está
despertando. Ya no da sentido a la celebración formal, o al discurso repetitivo
o al aparato solemne pero vacío de sentido. El pueblo quiere saber las cosas.
Y está listo a participar.
La prueba mayor de este cambio está en el plebiscito sobre el ALCA, propuesto
por organizaciones sociales, cuyos intereses se riegan por Brasil como fuego en
tiempos de sequía y ventarrones. Hace tiempo que no se veía el entusiasmo de
profesores y alumnos queriendo informarse, buscando ayuda, demandando
explicaciones. El plebiscito ya está cumpliendo su función antes de concretizar
su consulta. ¿Quién estaría hablando del ALCA si la iniciativa del plebiscito
no hubiese sido lanzada?
Su primer mérito consiste en convocar al debate objetivo, en torno a cuestiones
que afectan la vida del pueblo y comprometen el futuro del país. En este
sentido, de frente, el plebiscito se presenta como una válida contrapropuesta al
"engaño" de una campaña electoral en que los candidatos solo dicen lo que les
agrada a los electores. En este contexto es que encontramos la respuesta sobre
la validez de un plebiscito no oficial, a las vísperas de elecciones
presidenciales, en la perspectiva de cambios profundos en el próximo gobierno.
En primero lugar, el resultado del plebiscito se constituye en una referencia
importante para Brasil. Considero que todo presidente que quiera contar con el
respaldo del pueblo no puede ser indiferente ni menospreciar una iniciativa como
esta. Sobre todo porque contiene valores que son urgentes para construir la
base de un gobierno que requerirá enfrentar situaciones difíciles y desafiantes.
El plebiscito fortalece la ciudadanía. Sobretodo porque no es oficial. Estamos
cansados de cosas oficiales que en la realidad no funcionan. La propia
Constitución comienza a molestar por el contraste entre la oficialidad
incuestionable que ella determina y la realidad diferente que el pueblo vive.
Está escrito que "la salud es deber del Estado y derecho del ciudadano". ¡Muy
oficial pero poco verdadero!
El plebiscito despierta la percepción de problemas que afectan al país. Trae a
debate público cuestiones que no podemos dejar restringidas al ámbito de
comisiones técnicas, desprovistas de la decisión popular y sujetas a presiones
de intereses corporativos. Lo que interesa al país necesita ser debatido por
los ciudadanos. Así, el gobierno tendrá mejores condiciones para negociar en
nombre de la nación.
El plebiscito aporta a una cohesión nacional cuya fuerza se vuelve cada vez más
urgente en oposición con las intenciones hegemónicas de los centros mundiales de
poder económico. Al mismo tiempo, el plebiscito sobre el ALCA no se opone a una
integración de los países de América que proteja sus identidades nacionales,
respete los valores culturales de cada pueblo y lleve a una justa y equitativa
repartición de los beneficios de la economía, resultantes de los avances
tecnológicos, de los aportes del capital financiero y de la imprescindible
contribución de los trabajadores. Rechazando la manera como viene siendo
tramado el ALCA, la campaña continental manifiesta la convicción de que ¡"otra
América es posible"!
Pero sobre todo el plebiscito lanza la alerta más urgente y apunta a la cuestión
de fondo. En verdad, lo que está en juego es la soberanía de los países de
América Latina. Con el Nafta y el ALCA se pretende desencadenar un proceso de
recolonización, valiéndose de los tentáculos de la dependencia financiera, de la
sujeción tecnológica y de la impotencia militar. El tiempo de reaccionar es
este. La manera democrática de contraponer otro proceso es el plebiscito.
¡Vamos a él!
* Monseñor Demétri Valentín es Obispo en Jales/SP
MST Informa, año 1, No. 21, 30 de agosto de 2002