Costa Rica: Aprobaron lo desconocido

2007-04-13 00:00:00

Costa Rica ha vivido épocas duras derivadas de la ilusión y las promesas: un ferrocarril que se entregó a sus constructores por lustros y que cuando más se necesitaba era chatarra.

Muy niño, tuve la suerte de participar oponiéndonos a las Compañías Eléctricas, nacidas para traer luz a Costa Rica y que a pesar de ser negocio para sus dueños –empresa extranjera- jamás impulsó la superación social de nuestro pueblo.

Esos ejemplos podrían ser acompañados por muchos otros.

Hoy, cuando el país logró comprender que la riqueza no surge solo del poseer recursos, sino particularmente de saberlos usar en beneficio de todos, nos viene el T.L.C .: 22 capítulos en los cuales se destila la absorción del país por las grandes empresas.

Desaparecerá el que seamos propietarios de la infraestructura de comunicaciones y de electricidad, aunque se diga que no se privatizan. Se impone el famoso Consenso de Washington que tiene más de Washington que de Consenso; se negocia con base en ideas ajenas diciendo si a lo que se nos impone, con total desconocimiento de los alcances del TLC convertidos en mandatos importados; se abre el comercio libre a lo que desde 1924 descubrimos que era una piratería mundial: los seguros comerciales; desaparece la banca nacional argumentando que ahora los bancos privados abren más horas sus puertas pero ocultando que cierran casi en su totalidad los créditos para el desarrollo; nos desean atraer argumentando que México exporta hoy más mercancías, pero ocultando que el hermano país ha exportado millones de seres humanos que han perdido sus oportunidades de trabajo en la patria y las buscan en patria ajena, sufriendo todo lo que ya se sabe. Se nos oculta lo que dicen los Notables de que el \"T.L.C. no significa para Estados Unidos ninguna modificación sustantiva en su institucionalidad\" en tanto \"compromete al país a la realización de cambios institucionales sustantivos\" ya que la \"Ley de implementación aprobada por el congreso de aquel país señala expresamente que las leyes ordinarias, federales y estatales, prevalecen sobre el tratado\".

Nos limita el T.L.C. el dominio de nuestros mares y sus riquezas pero Estados Unidos define en el tratado lo que desea y le conviene.

Nos quitan el acceso propio a decenas de miles de kilómetros cuadrados de mar jurisdiccional.

Esos 22 capítulos del T.L.C. constituyen una realidad y sorprende que se nos hayan impuesto así como estan.

Me niego a renunciar al derecho a que Costa Rica sea Nación y abogo porque con los señores del Norte seamos siempre sus amigos, pero jamás que aceptemos ser su propiedad.

La lucha es de corazón, no es ideológica, es costarricense.

En diciembre de 1993 La República tuvo la gentileza de publicar un artículo en el que afirmé que la habilidad del Presidente Clinton había transformado la \"parroquial América\" en el mercado más grande del planeta: el T.L.C. agregué, suscrito con euforia por México con Estados Unidos y Canadá, debe ser observado con cuidado por los costarricenses puesto que la realidad mecantilista norteamericana dirigida por una clase empresarial capaz y agresiva, había transformado su mercado local en uno extenso y activo que va desde el estrello de Bering hasta el Usumacinta, desde Alaska hasta la frontera México-Guatemala.

Pero lo incluido en ese artículo no fue ninguna novedad: La Nación del 13 de noviembre de 1996 da cuenta de lo ocurrido en reunión de expresidentes de la República celebrado en cada de don Luis Alberto Monge en la que \"con la objeción del expresidente Rodrigo Carazo Odio, los restantes cinco exmandatarios recomendaron la venta de bienes estatales como la opción \"más promisoria\" para intentar reducir a la mitad la deuda interna y frenar su descontrolado crecimiento\".

Ahora, trece años después, México sufre su T.L.C., en Costa Rica se negoció el T.L.C. sin que los costarricenses se dieran cuenta de lo que era (hasta se incluyen 402 páginas en inglés en ese tratado tan desconocido: -desde la página 2124 hasta la 2526 según copia foliada y sellada por el Ministerio de Comercio Exterior de Costa Rica –en mi poder-, en cuya página 2505 aparece en anexo 3.3, bajo códigos 93011100 y 93011900 respectivamente según su descripción \"Self-propelled artillery weapons\" y \"Artillery weapons other than self-propelled\" con un \"Aracel Base\" Free en ambos casos.

Tantos años después del inicio de la negociación del T.L.C., se incurre en el irrespeto a la patria de que lo negociado se aprobó en inglés y según el Ministro de Comercio Exterior del gobierno anterior, fue archivado en la O.E.A. sin haber sido debidamente foliado.

Sin ser abogado, como simple costarricense, me he opuesto a ese T.L.C. y creo que los tribunales de mi país, respetables como deben ser, jamás lo aprobarán.

A quienes no han leído ese T.L.C. les llamo la atención: será posible que un país democrático apruebe lo desconocido para que por allí transite la Nación.

Llevo quince años de luchar por la no aprobación del T.L.C., en ello seguiré para vivir con la conciencia tranquila.