De cal y de arena

2007-02-22 00:00:00

De seguro en la historia política nacional hay muchos errores garrafales de directo impacto en la evolución del país. Voy a aludir a tres. El primero, el consentimiento de Rafael A. Calderón Fournier a que la Unidad Social Cristiana fuese penetrada y controlada por las más conspicuas figuras del neoliberalismo, lo que les dio las basas suficientes para minar desde adentro el Estado Social de Derecho en cuya construcción figura la impronta de su padre. Si bien en su gestión 1990-1994 el derrape no fue total, el daño ya estaba hecho.

Con el control del PUSC y la chequera en la mano, se aseguraron la toma de Troya. Desde ahí —copado también Liberación Nacional por ellos— iniciaron el desmantelamiento del modelo de país inspirado por Calderón Guardia y Figueres Ferrer y la purga de todo aquel que estorbase. Con las consecuencias conocidas: excluidos los \"mariachis\", quedaron los \"ariachis\".

Abel Pacheco incurrió en otro pavoroso error que tiene al país al borde de una confrontación social de efectos desestabilizadores por largos años. Prácticamente dejó por la libre al equipo negociador del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos al tomar distancia, desentenderse y delegar riesgosamente definiciones que él tenía como propias del jefe de Estado, lo que lo transformó en un proceso de negociaciones envuelto en el secretismo, inaccesible al control político —incluido el correspondiente a la Asamblea Legislativa— pero totalmente permeable para la poderosa e influyente oligarquía financiera que ha visto en este Tratado su fabulosa cornucopia.

Ya avanzado el proceso, como que el mandatario \"se cayó de la cama\" y descubrió inconsistencias con el interés nacional y efectos devastadores sobre el Estado Social de Derecho, postulado privilegiado del partido que había presidido y que lo había hecho diputado y presidente.

El periodista Armando Vargas, el economista Juan Manuel Villasuso y yo supimos de la furia del Dr. Pacheco porque había sido engañado por los negociadores en temas críticos como que las telecomunicaciones y los seguros no figurarían en el TLC, furia que iba a traducirse en una decapitación del equipo negociador, como en efecto sucedió más tarde mas no en su totalidad. Muchos titubeos, vacilaciones y especulaciones. Al final cedió a los poderosos y autorizó la firma, pero siguió haciendo maromas en torno a la remisión del pacto al Congreso. ¡Qué desatino y qué corrosivos efectos!

El tercer error descomunal lo cometió Ottón Solís al evadir la responsabilidad de exigir al Tribunal Supremo de Elecciones una depurada revisión de los votos para despejar tantas dudas sobre la pureza con que se practicaron los comicios de 2006. Había dentro del PAC una extendida corriente que presionaba por el reconteo, voto a voto, de sufragios en medio de dudas fundadas y razonables. Tan ajustadísimo resultado (Arias un 40,92% y Solís un 39,80% para una diferencia raquítica de 18.169 votos) obligaba a salir por los fueros de la pureza de la consulta. Pero Ottón les zafó la tabla a los objetores.

Una revisión voto a voto pudo haber producido sorpresas aplastantes. O simplemente pudo haber confirmado un resultado. De uno u otro modo, hubiese sido muy sano para dejar explícito que el país ni estaba eligiendo a un emperador ni estaba votando por una autocracia ni iba a legitimar una alforja partidista monocolor (un Liberación con tres turecas).

Publicado en La República