Costa Rica: TLC reafirma regalo de nuestro atún

2007-01-24 00:00:00

Actitud entreguista

Cual si no se conociera la sobrepesca irracional sobre los recursos marinos a nivel mundial, los costarricenses que negociaron en el marco del TLC nuestros recursos naturales, cual si fueren de su propiedad, aceptaron la imposición de los grandes intereses transnacionales y reafirmaron la práctica entreguista de regalar a poderosa flota extranjera los permisos para pescar atún en nuestro mar. Muy seguros de satisfacer los intereses egoístas de los dueños del monopolio del comercio del atún enlatado y de los que, desde el inoperante Incopesca, parecen esmerarse en que tal regalo se mantenga en el tiempo, simplemente le dieron la espalda al pueblo costarricense y entregaron en bandeja de oro la riqueza atunera nacional.

En concordancia con la insólita decisión legislativa de no tocar ese tema durante el trámite de aprobación de la “nueva” (¡sin serlo!) Ley de Pesca, en el TLC se establece que “Las embarcaciones de bandera extranjera podrán pagar un canon menor y beneficiarse de que se les prorrogue en forma automática su permiso de pesca si éstos suministran su captura a empresas nacionales” (Anexo I, Lista de Costa Rica). Así, prácticamente se transcribió en el Tratado, el artículo conque manos innobles ensuciaron la visionaria “Ley Ferreto”, reflejando el nivel de influencia que tuvo la autollamada “industria atunera costarricense” en las decisiones de los “negociadores”. Normas que mientras por un lado, permiten la sobrepesca indiscriminada y sin control del atún barrilete y aleta amarilla del océano Pacífico, por otro lado invitan a las transnacionales atuneras a pescar, comercializar e industrializar, prácticamente gratis, la riqueza natural marina más importante de Costa Rica.

Transnacionales alertas

Asimismo, gracias a que se profundizan en el TLC los “derechos y obligaciones” de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), estableciendo a conveniencia los conceptos de “nación más favorecida” y “trato nacional”, según sean los intereses presentes en el “casino” mercantil, poco a poco y sin mover las aguas, cual sigilosos tiburones, transnacionales atuneras estadounidenses y del otro lado del Atlántico, han ido instalándose en el istmo. En El Salvador, Nicaragua, Guatemala, anuncian que los grupos atuneros españoles, Calvo y Albacora están interesados en la construcción de plantas enlatadoras en sus territorios y en el abanderamiento de buques de pesca. En “El Nuevo Diario” (Nicaragua) del 7 de noviembre del 2005, se informa que “Cinco barcos atuneros de bandera nicaragüense, pero de capital extranjero, están pescando atún desde hace unos meses en aguas internacionales… Pero el principal beneficio del atún está en la instalación de una planta procesadora, algo en lo que ya se interesó un inversionista español.” Y agrega: “En la región existe inversión española en Guatemala y El Salvador en procesamiento de atún. En El Salvador, el grupo español Calvo está por inaugurar una planta procesadora.”

Aunque en el Washington Post del 16 de agosto, 2005, la periodista Krissah Williams escribe que no será fácil para las atuneras centroamericanas ingresar al mercado de los EUA en vista que en el TLC persisten aranceles para el atún enlatado para los próximos 10 años, más recientemente el salvadoreño “La Prensa Gráfica” (19 de noviembre, 2005) señala que “El Grupo atunero español Calvo no quiere dejar cabos sueltos para garantizarse un lugar en el mercado norteamericano tras la vigencia del acuerdo comercial”. Y es más, dice la misma información que el director de operaciones de la multinacional declaró que “Nuestro mercado meta es el más grande del mundo: Estados Unidos… pues con el CAFTA la empresa puede enviar atún en aceite libre de aranceles y en 10 años no pagar por el atún en agua.”

Atún costarricense

Ahora cabe preguntarse: ¿Dónde pescarán esas miles de toneladas de atún que piensan exportar? Si una de las más ricas áreas atuneras del Pacífico latinoamericano se localiza en el “domo térmico de Costa Rica”, zona marítima de alta productividad biológica presente en buena parte de los 540.000 km2 de nuestra zona económica exclusiva, podríamos inferir que es precisamente allí a donde acudirán los buques atuneros. Además, si los promotores de la entrega del atún han logrado incluir en el TLC el “incentivo” de las licencias de pesca gratis y si, como está confirmado, el Incopesca (desde sus días iniciales bajo el mando de don Luis París Chaverri) ha defendido como buena, esa insólita práctica neocolonialista, ¿cuál será el futuro de las poblaciones de atún costarricense?

Y es que mientras nuestro país siga dejando en manos del director de la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT), la responsabilidad de determinar cuánto atún se pesca en Costa Rica y, asimismo, siga confiando inocentemente en los informes de pesca “confidenciales” de los pescadores extranjeros (de los cuales ni siquiera recibe copias el Incopesca), jamás vamos a poder saber con exactitud cuánto atún se pesca y, más peligroso aún, jamás vamos a tener los datos de captura que nos permita evaluar los peligros de la sobrepesca. Para los habitantes de las islas Samoa (territorio insular estadounidense) dependientes de la pesca y procesamiento del atún, el TLC de su gobierno con el istmo representa una amenaza real a las poblaciones de atún del Pacífico pues prevén como, ante los buenos precios internacionales del recurso, la flota abanderada en centroamericana hará todo lo posible por obtener los mayores beneficios económicos del acuerdo comercial, al más corto plazo. Si hoy se estima que Costa Rica aporta al menos $100 millones de dólares anuales en atún (¡pescado enteramente por la flota extranjera!) la cifra podría aumentar hasta niveles insospechables.

Amenaza de sobrepesca

Según la organización Greenpeace, el atún aleta amarilla está bajo amenaza inmediata de sobreexplotación, por lo que instan a que no se aumente la pesca de esta especie. Sin embargo, aunque se especifica que la industria pesquera debería investigar sobre nuevas técnicas de pesca, más selectivas y menos destructivas, también se reconoce que tales recomendaciones están siendo ignoradas, tanto por las naciones pescadoras como por las dueñas del recurso, como Costa Rica. Actitudes semejantes permitieron la matanza de seis millones de delfines del Pacífico latinoamericano en tan solo 15 años, de parte de los inescrupulosos pescadores de atún. Sólo en Costa Rica se mataban 60.000 delfines al año… Ahora el peligro recae sobre la supervivencia de las especies de atún aleta amarilla y barrilete, y pareciere que sobre esto no se han enterado las autoridades gubernamentales. Mientras tanto, las transnacionales atuneras han movido a sus gobiernos (por ejemplo México) a reclamar el cumplimiento de los principios del GATT ante la OMC pues interpretan que las “restricciones” impuestas a favor de un atún “Dolphin Safe” son contrarias al libre comercio…

Amarrados por el TLC

En resumen, de aprobarse el TLC, los gobernantes costarricenses no podrían, aunque así lo quisieren, corregir la Ley de Pesca en cuanto a la irracionalidad de seguir regalando el valioso atún nacional a la flota extranjera. Tal práctica, al estar incluida como parte de lo negociado, no podría ser modificada, a no ser que nos expongamos, como Estado, a las demandas inherentes a un tratado comercial como el que nos amenaza. Asimismo, al encontrar en otros países del istmo las posibilidades de pescar atún como centroamericanos, las transnacionales han encontrado la forma de explotar, cual si fuere de ellas, el soslayado atún costarricense, lo que conducirían inevitablemente a una situación de sobreexplotación donde los ganadores y perdedores están bien identificados. Así, hemos de salir al rescate de los recursos atuneros que forman parte del amenazante TLC… aunque el nuevo presidente ejecutivo del INCOPESCA (máster Carlos Villalobos) cree necesario y urgente su aprobación.

- Freddy Pacheco, Ph.D.
Universidad Nacional Costa Rica