Costa Rica: No seamos marionetas

2006-10-30 00:00:00

Los grandes medios de prensa en Costa Rica –con La Nación, Telenoticias y Repretel a la cabeza– saben muy bien donde están parados y cuáles son sus intereses. Día a día reiteran la misma comedia: fingirse imparciales y objetivos. Y a fin de que el espectáculo resulte más lucido, los actores y actrices –directores, comentaristas, equipos reporteriles– se han apertrechado con una coraza de acero que los inmuniza frente a cualquier escrúpulo, y les preserva intactas la tranquilidad de su sueño y la lozanía de su apetito. En breve, ese no es un trabajo para gente decente.

Para la prensa, el pueblo es bueno para que coma circo en los espectáculos del fútbol o la farándula, o para que alimente historias enfermizas, obesas de truculencia y morbo. No se supone que el pueblo se organice, que si lo hace se degrada y deviene vagabundo. No se supone que el pueblo se politice, estudie y opine con sentido crítico, que entonces pasó a ser alborotero y cabeza caliente. Es de buen ver para la prensa que ese pueblo llore ante las cámaras su casulla arrastrada por la correntada; o narre las peripecias sanguinolentas del asesinato de un conocido. Para la prensa, bueno es el pueblo estúpido. Indeseable el pueblo organizado, movilizado, despierto y crítico.

Para los medios, el TLC es la panacea, la pomada canaria, el cuerno de la abundancia. Y en ello su coincidencia es total con el alto empresariado, las oligarquías financieras y los estamentos políticos en el poder, liderada por la camarilla Arias. La coincidencia, ya lo decíamos al inicio, no es azarosa. Tan solo refleja una realidad más profunda, acerca de ciertos intereses fundamentales compartidos. Pero, como dijimos, el juego consiste en fingirse balanceados e imparciales. Para ello entrevistan a fulanito, quien dice tres barbaridades contra el TLC, y luego ponen a Albino a darse de piñazos con don Marco Vinicio. Y en la página 15, Ottón y mi amigo Salom argumentan bajo la sombra fosilizada y prehistórica de la columna desvelada de al lado.

Es un show que tiene mucho en común con el de la comisión legislativa que, según se dice, tiene la responsabilidad de “estudiar” el TLC. Liberacionistas, libertarios y puscistas (el PLUSC-3) también actúan de imparciales y balanceados. Montan audiencias de 15 minutitos y le permiten tres preguntillas a Merino o Ronald Solís y que pase el que sigue. “Agotadas” las audiencias, ya no les quedó campo ni tiempo para nadie más. Ni siquiera doña Flora –tenaz y constante como nadie– logró un espacio para Costa Rica Solidaria.

Esa es la comedia y ellos la tienen clara. Los unos fingen libertad de información y expresión. Los otros fingen que estudian y debaten el TLC. Es el ritual del poder cuando trajea su mentira con vestidos de democracia Más aún, es el ritual que se escenifica en juego de mascaradas y trajes de luces por parte de poderosos que se volvieron intransigentes, tagarotes e insaciables (y cuando digo “poderosos”, Ministro Garnier, digo de realidades socio-políticas, no de descalificaciones personales).

Sobre el escenario, actores y actrices que ya han escalado las cimas del estrellato. Los intereses han dejado de ser misterio y los objetivos son cada vez más obvios: el engaño colectivo, la estupidización generalizada. Someter al pueblo drogando su inteligencia, morfinando su sensibilidad. Y entonces, y aprovechándose de su sopor, darle el mazazo inmisericorde del TLC.

Conocemos su juego. Por favor, no nos prestemos a su charanga ni nos convirtamos en sus marionetas. Mi propuesta es una y perfectamente clara: boicotear todas estas instancias de engaño colectivo. Ningún debate en Canal 7; ninguna entrevista en Repretel, ni tan siquiera responder a sus reporteros cuando desinforman sobre una manifestación ciudadana. Ningún artículo –ni siquiera una cartita a la columna– en La Nación. Que se desnuden en su comedia; que se exhiba impúdica su falsedad. Que no nos usen –como vienen haciéndolo con la oportunista complicidad de algunos de nosotros– para aparentar lo que no son.

Y tampoco le paremos mucha atención al show legislativo. De tener el privilegio de una audiencia, usted podría haber ido y sentarse al frente de estos diputaditos del PLUSC-3 en completo silencio y, se lo juro, no se darían cuenta. Igual jamás escuchan nada de cuanto se les pueda argumentar. No seamos hoja de parra con la cual tapen sus vergüenzas.

Nos quedan La Extra y La Prensa Libre. El Semanario Universidad e Informa-Tico. Pequeñas emisoras como La Gigante. Internet, mucha Internet. Los artistas con su arte y los académicos con nuestro trabajo; boletines y hojas sueltas; carteles y pitoretas; la irreverencia y alegría estudiantiles; el coraje pacífico del campesino y la resistencia en silencio de tantos trabajadores; la valentía sin rajaduras de las doñas. Y los robles a prueba de huracanes –doña Hilda y doña María Eugenia; don Beto y don Eugenio– con la correntada inacabable de su lucidez y el poder oceánico de una vida de lucha. Y también el trabajo boca a boca, casa a casa, en aulas y paradas de buses y sementeras y con la vecina de la par y el vendedor de chances de la esquina y la verdulera del Mercado Borbón.

Que los poderosos sigan con su comedia y que se pudran en los miasmas de su mentira. La verdad del pueblo resplandecerá.

NOTA: un señor de apellido Brenes comentó en Tribuna Democrática mi anterior artículo, incurriendo para ello en un racimo de dislates. Útil tomar nota para que nadie más se exhiba en tamaño ridículo. En breve: no entendió la diferencia que –en el contexto del TLC– existe entre educación pública y servicios educativos ofertados privadamente; asevera que la reserva del Anexo II de medidas disconformes cubre todas las obligaciones relevantes desde el punto de vista de la educación pública, sin percatarse de la terrible omisión que implica mantener en pie el régimen inversionista-estado del capítulo 10. Y, para terminar de amolarla, se puso a buscar la palabra armas en el capítulo III del Tratado tan solo para constatar que esta es mencionada en relación con otros países centroamericanos pero no en relación con Costa Rica. La sacó del estadio. Si justo por eso el TLC comporta liberalización del comercio de armas en Costa Rica… pero no en esos otros países.