Colombia: Una confesión tardía
El miércoles 27 de septiembre, el ex presidente y padre del Neoliberalismo
en Colombia, César Gaviria, en el Foro “Globalización y Democracia”, en
Bogotá, manifestó que se había equivocado con la apertura económica de los
90. Dijo: “reconozco mi cuota de culpa de haber creído que esos cambios
económicos iban a generar crecimiento sostenido y mejoramiento de los
indicadores de la desigualdad y la pobreza”, defendió el papel del Estado y
de sus instituciones, “ya que la solución de los problemas sociales dependen
de que éste funcione y no de empujar sin criterio la privatización”.
Esta confesión tiene un valor incalculable porque proviene del más genuino y
reconocido defensor del modelo neoliberal en Colombia, el hombre que impulsó
durante cuatro años la privatización de las instituciones estatales en una
feria desenfrenada por entregársela al capital multinacional, puertos,
bancos, seguridad social, energía, agua, basura, etc, además, fue quien
abrió el mercado interno para que miles y miles de productores del campo y
la ciudad se arruinaran, para que el país tuviera un retroceso en materia de
producción nacional y comenzáramos a depender en materia alimenticia de las
importaciones hasta llegar a comprar seis millones de toneladas,
principalmente a los Estados Unidos, para que cientos de miles de
trabajadores fueran despedidos de sus empleos, para que el país durante
estos dieciséis años desde su gobierno, pasando por los de Samper, Pastrana
y Uribe, hayan continuado con esta política arrasadora que hoy sume al país
en la peor de sus catástrofes.
Pero el ex presidente no solamente hizo esta confesión, sino que además le
advirtió al país con relación al TLC, lo siguiente: “dejará muchos
perdedores…mucha gente que no se beneficiará…el presidente Uribe salió a
decir por la televisión que todos eran ganadores…esa fórmula de discusión
desbalanceada no permite ayudar a entender y medir el impacto del TLC con
los Estados Unidos”.
Estas declaraciones de César Gaviria deben producir un remezón en los
colombianos. No todos los días el responsable de tantas desgracias reconoce
su culpa tratando de aplicar el famoso adagio de que el que “peca y reza,
empata” y al mismo tiempo nos da la razón a todos aquellos que hemos sido
opositores durante estos dieciséis años a este modelo y que hemos explicado
los graves efectos que ha tenido sobre la vida nacional esta política
exterminadora. Esta es una discusión ganada como debía ser, a los Hommes,
Montenegros, Kalmanovitz, Caballero Argáez y Carrasquilla.
Pero además de la confesión hay que darle valor a la referencia que da sobre
el TLC, porque el presidente Uribe en el próximo noviembre firmará con
George Bush el Tratado. Si la Apertura Económica fue mala, el TLC es
profundamente peor elevado a la máxima potencia. Permitirá no solo la
apertura total del mercado a la mercancía norteamericana con la quiebra
consabida de la producción nacional, sino que además se entregará la salud,
educación, cultura, servicios públicos, propiedad intelectual, biodiversidad
en fin no habrá un renglón de la vida económica y social de Colombia que no
quede bajo las manos del imperio del Norte.
Aún tenemos tiempo para evitar que eso suceda, estamos advertidos hasta por
el propio padre del neoliberalismo. Los colombianos no podemos permitir que
se repita la historia y dentro de unos cuantos años el presidente Uribe nos
salga a decir por televisión que fue otro gran error, y ahí sí vale el
refrán “con un ojo afuera no habrá Santa Lucía que valga”.
Luís Alberto Mendoza Periñan, - América Nuestra