Para donde va América del Sur...
Seminario sobre alternativas de integración regional
Del 18 al 20 de septiembre de 2006 se realizó en Río de Janeiro, Brasil, el seminario sobre alternativas de integración regional: "Internacionalismo del capital o integración de los pueblos", convocado por la Red Brasil sobre Instituciones Financieras Multilaterales, la Red Brasilera por la Integración de los Pueblos (Rebrip) y el Foro Brasilero de ONGs y Movimientos Sociales para el Medio Ambiente y el Desarrollo (FBOMS), del que participaron movimientos sociales de América Latina y el Caribe, entre ellos Jubileo Sur/Américas. Estuvieron presentes Sandra Quintela y Rosi Wansetto de Jubileu Sul Brasil, Camille Chalmers de PAPDA/Haití y Pablo Herrero Garisto de Diálogo 2000/Jubileo Sur en Argentina.
La discusión giró en torno a las alternativas que queremos y necesitamos los pueblos, frente a supuestas necesidaes de infraestructura que lo que buscan es beneficiar al capital internacional y endeudarnos aún más con las Instituciones Financieras Internacionales, como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo. Se resaltó la necesidad de dar un seguimiento a los proyectos de infraestructura en marcha, con el fin de detectar los impactos socilaes y ambientales ocasionados.
En ese sentido, varias organizaciones presentes expusieron sobre las consecuencias que están sufriendo hoy día por la explotación forestal, minera y petrolífera. Sobre todo los proyectos de construcción de nuevas represas, la planificación del gasoducto que uniría Venezuela con Argentina, pasando por Brasil y afectaría gran parte de la Gran Sabana o el proyecto del Río Madera.
También se discutió sobe le implementación del IIRSA, la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana que abarca a 12 países de América del Sur y representa el sustento en infraestructura del Libre Comercio, con el objetivo de aumentar la competitividad y la promoción de las exportaciones regionales.
El día 19 por la mañana se expusieron las alternativas que se están a lo largo de nuestro continente, como los Tratados Comerciales de los Pueblos (TCP), la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) o las Alternativas propuestas por la Alianza Social Continental (ASC) y los aportes que podemos plantear desde los movimiento sociales, lo que abrio la discución sobre el rol y la autonomía frente a procesos como el MERCOSUR, el Mercado Común del Sur.
Luego se trabajó en grupos, para avanzar en las coincidencias y sugerencias de cara a la Cumbre Social por la Integración de los Pueblos, que se va a desarrollar en la ciudad de Cochabamba, Bolivia, del 6 al de 8 de diciembre de 2006.
El día 20 por la manana se entregaron en las oficinas de la Corporación Financiera Internacional (CFI) del Grupo Banco Mundial, las demandas exigidas a las IFIs, avaladas por más de 400 organizaciones a nivel mundial. Por la tarde se realizó una volanteada en la avenida paulista, centro financiera de la ciudad, como cierre de las Jornadas de Acción Global.
Declaración final del Seminario
"Internalización capitalista o integración de los pueblos: ¿para dónde va América del Sur?
Alternativas de integración regional"
San Pablo, 18 y 19 de setiembre, 2006
Nosotros, representantes de organizaciones, redes y movimientos sociales de América Latina, nos reunimos los días 18 y 19 de setiembre de 2006, en San Pablo, Brasil, en el Seminario "Internalización capitalista o integración de los pueblos: ¿para dónde va América del Sur? Alternativas de integración regional". Participaron del seminario más de 70 personas representando a organizaciones y movimientos sociales de varios estados de Brasil, y de países como: Argentina, Bolivia, Canadá, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Guyana Francesa, Haití, Honduras, Paraguay, Perú, Uruguay, y Venezuela. El evento contó con una participación diversa, no sólo en términos de nacionalidades y de género, sino también de etnias, grupos de interés, posiciones políticas y áreas de trabajo.
Durante el seminario, luego de varias exposiciones y debates, concluimos que actualmente América Latina vive un momento muy importante en lo que respecta a las alternativas de integración regional. Esto se hace posible gracias a la lucha de los movimientos sociales contra el avance de las políticas neoliberales, contra proyectos imperialistas como el ALCA y de otros acuerdos de libre comercio; más allá de la victoria electoral de los últimos años de varios gobernantes de países de la región comprometidos, a diferente escala, con algunas de nuestras mayores reivindicaciones.
Por tanto, concluimos que la actual coyuntura política regional posibilita nuevas articulaciones inter-gubernamentales importantes, basadas en la cooperación, solidaridad y complementariedad entre nuestros países, además de abrir mayores espacios para la participación de la sociedad civil y oportunidades para transformar el modelo neoliberal. Al mismo tiempo en que se perfilan varias oportunidades de superación del modelo neoliberal, el sobre-endeudamiento externo y interno al que están sometidos nuestros países, los vulnerabiliza enormemente, dejándolos a merced de las imposiciones de políticas que profundizan las desigualdades y disparidades entre pueblos y países. No podemos permitir que en la nueva fase que se inaugura en Sudamerica se establezcan nuevas formas de dominación y nuevos ciclos de eudeudamiento, incluso Sur-Sur.
Este momento exige una mayor autonomía, calificación y articulación de los movimientos sociales para garantizar la superación de iniciativas de integración aparentemente innovadoras, pero que pueden llegar a repetir un patrón de desarrollo, basado en la explotación de los recursos naturales y humanos en beneficio de las regiones enriquecidas del mundo; reproduciendo así el papel histórico de América Latina como región meramente proveedora de recursos naturales que viene alimentando un patrón de consumo de gravísimos impactos socioambientales.
Discutiendo criterios que garanticen una integración regional sustentable, ecuánime, solidaria, garantizadora de derechos, y sin la hegemonía de determinadas economías sobre otras, concluimos que una alternativa de integración regional necesita las siguientes características mínimas:
• entender a América Latina como una unidad, pero respetando las diferencias, las tradiciones y culturas, manifestando así las particularidades de los países. La integración precisa articular las diferencias: territorios distintos deben ser respetados de forma diferente. Somos un solo continente, pero no somos iguales;
•
• garantizar el equilibrio con el medio ambiente, diferenciándolo de la actual integración que tiene como base al mercado a través de la exclusión de nuestros pueblos y la fragmentación de nuestros territorios. Proyectos de desarrollo e integración deben respetar nuestra biodiversidad socioambiental y cultural,
•
• desestimular por todos los medios la creación en América del Sur de unidades productoras autónomas, desconectadas del territorio físico e institucional en que están históricamente insertas, que abarcan porciones considerables de nuestro territorio, extraen recursos naturales que reciben transformación básica y de poco valor agregado, siendo posteriormente exportados. Este tipo de industria desvincula esas porciones de territorio del país en que están instalados y operan bajo la lógica de los mercados internacionales para los cuales exportan. Un ejemplo típico y dramático de esa industria es el sector del papel y la celulosa;
•
• tener en consideración los más de 500 años de colonización y control por parte de un capital financiero que ha generado exclusión territorial, crisis política y socioambiental. De esa forma nos preparamos para las nuevas estrategias e instrumentos del capital tal como la Iniciativa para la Integración de Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA) y el Plan Puebla Panamá (PPP), que representan intentos de apropiación de nuestro territorio y de recursos naturales estratégicos, como agua, diversidad biológica y cultural, y recursos energéticos;
•
• tomar en cuenta a los territorios de resistencia y espacios de articulación en los que aparecen elementos que deben ser fundamentales para una nueva integración, como son la soberanía alimentaria, la autodeterminación de los pueblos y la solidaridad. Reconocer y potenciar la integración fronteriza, ya practicada por los pueblos, así como también la integración entre organizaciones sociales de lucha;
•
• garantizar la autonomía de los movimientos y organizaciones sociales;
•
• transformar las relaciones sociales de género, raza, etnia y edad y combatir la mercantilización del cuerpo;
•
• eliminar las asimetrías y disparidades entre nuestros pueblos;
•
• garantizar la participación en sentido amplio, construida a escala regional;
•
• incorporar una división del trabajo justa y igualitaria;
•
• garantizar el protagonismo de los sujetos sociales dentro de un espacio plural, democrático, sustentable y equitativo. La integración es un proceso y no puede ser impuesta, tiene que ser orientada por la sociedad;
•
• promover la complementariedad en lugar de la competencia entre los países de la región, estableciendo una sociedad donde reine el bien común;
•
• integrar no solamente a América del Sur, necesitamos recuperar la integración de toda América Latina, donde los tratados de libre comercio están avanzando;
•
• buscar una solución a las desigualdades económicas, políticas y sociales. Para eso precisamos de una política de integración inclusiva;
•
• valorar los conocimientos tradicionales, recuperar la historia y la dignidad de los pueblos;
•
• tener a la interculturalidad como motor del desarrollo, respetar el hecho de que las culturas interactúan, incluyen valores, y se complementan promoviendo relaciones igualitarias;
•
• superar la homogeneización de las políticas actuales a través de valorizar los mercados internos, apoyar la agricultura para garantizar la seguridad y la soberanía alimentaria, promover la diversidad productiva; valorizar la tradición, la cultura, la educación alimentaria y el derecho de los pueblos a decidir;
•
• estimular el intercambio entre lo local, nacional y regional;
•
• crear espacios de diálogo permanente entre sociedad, gobierno y parlamento;
•
• garantizar el derecho a la información y comunicación entre los pueblos más allá de los medios tradicionales.
•
Los pueblos indígenas presentes en el seminario resaltaron la necesidad de unidad entre los movimientos indígenas y no indígenas a nivel local, nacional e internacional; poniendo en práctica la interculturalidad y fortaleciendo las luchas reivindicatorias que los movimientos indígenas y sociales vienen desarrollando. Es necesario integrar a los pueblos mutuamente. Es fundamental que haya respeto y cumplimiento de las normas nacionales, regionales e internacionales que protegen los derechos territoriales de los indígenas y solicitar a los gobiernos que aún no lo hacen, ratifiquen el Artículo Nº169 de la OIT. Esos son derechos colectivos hasta entonces no valorados por nuestros gobiernos.
Para los pueblos indígenas, las iniciativas de integración tienen que reconocer, respetar y aplicar los conocimientos ancestrales sobre el uso, manejo y conservación de los territorios y recursos naturales. Generar oportunidades de una educación académica intercultural que facilite la interlocución con los gobiernos, ONGs, organismos multilaterales y empresas transnacionales y los prepare para enfrentar mejor la realidad. Impulsar consultas efectivas con los pueblos indígenas amenazados por los grandes proyectos de integración de infraestructura. Garantizar a través de normas nacionales e internacionales, la intangibilidad de los territorios habitados por pueblos indígenas en aislamiento voluntario en la Baja Amazonia para evitar que las actividades energéticas y proyectos de integración de infraestructura afecten sus vidas, y más específicamente que exista divulgación de información y préstamos, de lo que da cuenta la propuesta "análisis sociocultural y mapeo de los pueblos indígenas e IIRSA" liderada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Hasta el momento no existió un proceso de consulta participativa tal como lo exigen las políticas del propio banco y las legislaciones nacionales e internacionales.
Para garantizar la integración que queremos, necesitamos luchar por la superación del sistema capitalista y cambiar su paradigma. Todos los problemas actuales son un reflejo de la explotación del hombre por el hombre desde la creación de la propiedad privada. Precisamos alterar el régimen económico y el modo de producción, luchar para cambiar el patrón de consumo reconociendo los límites de los recursos naturales.
Es necesario construir proyectos nacionales transformadores para garantizar la integración que queremos. Sin embargo, en cuanto sociedad civil, tenemos que ir más allá del Estado Nación y fortalecer nuestras articulaciones no solamente en nuestros países sino también con movimientos de otros países. La criminalización de los movimientos sociales ocurre a nivel regional y nuestras banderas de lucha son iguales. Precisamos encontrar mecanismos de solidaridad y fortalecer los ya existentes, crear nuevas formas de organización social a partir de la base de los movimientos, respetando la diversidad y la autonomía.
Reconocemos la importancia de algunas iniciativas que han sido propuestas por nuestros gobiernos, como la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), la Comunidad Sudamericana de Naciones (CASA) y el Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP), principalmente en lo que se refiere a la solidaridad. Sin embargo, consideramos necesario garantizar una mayor participación de la sociedad civil y otorgar mayor transparencia a las decisiones que están siendo tomadas, para garantizar una efectiva integración de los pueblos y que no sean promovidos únicamente proyectos de integración física del continente.
Dicho esto, las propuestas relacionadas a la integración física, como IIRSA, y energética, como el Gasoducto del Sur, reúnen las preocupaciones de las organizaciones presentes y los movimientos sociales amenazados por los impactos, como indígenas, campesinos y quilombolas. Nos preocupa que las demandas locales por infraestructura y energía no estén siendo analizadas y que los mega proyectos de infraestructura propuestos sean dirigidos a las grandes empresas, en su mayoría convertidas a la exportación.
Para esos movimientos, IIRSA se presenta como una iniciativa creada por las Instituciones Financieras Multilaterales y el gran capital con el objetivo de garantizar una mayor liberalización económica del continente y la negociación de tratados de libre comercio. Los ejes de la integración y el desarrollo de IIRSA concentrarán inversiones para aumentar el comercio y crear cadenas productivas conectadas a los mercados internacionales, perpetuando así la fragmentación espacial del desarrollo. El conjunto de los ejes cruza zonas donde se encuentra la mayor concentración de recursos naturales, no solamente los tradicionales como minería e hidrocarburos, sino principalmente los recursos de biodiversidad, y agua, además de otros recursos energéticos. Siendo así, el beneficio de la población local se puede limitar a un trabajo temporario de pésimas condiciones. Eso ocurre, por ejemplo, con la construcción del Gasoducto Bolivia-Brasil, que más allá de generar impactos ambientales, viola muchos derechos de los trabajadores. El complejo del Río Madeira propuesto por el gobierno brasilero, también parte de IIRSA (con dos hidroeléctricas: Jirau y Santo Antonio en la frontera Brasil-Bolivia; una hidroeléctrica binacional Brasil- Bolivia; una hidroeléctrica Cachuera Esperanza en Madre de Dios, Bolivia y una hidrovia), no está siendo pensado en base a las necesidades de la región. Si es implementado, el complejo traerá impactos irreversibles al medio ambiente, los pueblos indígenas, los quilombolas y ribereños ya que no va a llevar energía a quien realmente lo necesita. Además, por causar impactos en Bolivia, el proyecto, siendo de integración, debería como mínimo contar con la participación de las autoridades y la sociedad civil boliviana en la elaboración de estudios de impacto socioambiental, cosa que no está ocurriendo.
Creemos que la integración energética, tal como está siendo planeada, no va a traer el desarrollo prometido. Toda la comunidad Andina ya está integrada energéticamente, Brasil ya está integrado energéticamente a Bolivia, pero no existe bienestar social en varias de las regiones afectadas por esos proyectos.
La integración física y energética tiene que estar basada en las necesidades locales y no en el actual modelo explotador de nuestros recursos naturales por medio de grandes empresas exportadoras. Siendo así, muchos de los presentes creen que tanto el ALBA como el CASA reproducirán la lógica de IIRSA, esas iniciativas también precisan ser re-evaluadas en cuanto alternativas de integración.
Nos preocupa también la imposición de endeudamiento producto de esos megaproyectos de infraestructura como consecuencia del papel de las Instituciones Financieras Internacionales (IFIs). Nos preguntamos, hasta qué punto esos proyectos, financiados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial y el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), no son imposición de por las propias instituciones.
Las iniciativas de integración promovidas por las IFIs son mucho más una articulación de las necesidades de la globalización neoliberal, que aumentan la marginalización de los pueblos, que un modelo integrador. Por el contrario, se caracterizan por desconectar importantes porciones de nuestros territorios. Para esas IFIs, la integración regional, principalmente física, representa una fase más de las reformas de ajuste estructural.
Criticamos el papel del BNDES en otros países de América Latina, que a través de sus préstamos, supuestamente para la integración, está siendo de la exportación del capitalismo brasilero su objetivo, ya que financia la contratación de servicios y productos brasileros a costa de endeudamiento financiero y ecológico de los países de América Latina. Nos preocupa también la estrategia de Brasil de conseguir liderazgo regional a través de promover un tipo de integración que somete a las economías vecinas a su propia economía – Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile y posteriormente los países de la Comunidad Andina y luego toda América del Sur. Brasil debe, dentro del Mercosur y en otros espacios, trabajar para reducir las asimetrías y desigualdades entre los países.
Es importante resaltar que no nos oponemos a las iniciativas de integración física, siempre que éstas sean orientadas a desarrollar a las poblaciones en las que se implementan los proyectos, de forma ecológicamente equilibrada y socialmente justa, a esas poblaciones con el resto de la región en la que están insertas y a los países entre sí.
Consideramos que la integración física y energética es importante, pero necesitamos evaluar siempre para qué y para quién son esos proyectos, quién y qué va a ser integrado – los pueblos o las empresas transnacionales?!. Es importante redefinir el concepto de integración así como también conceptos como desarrollo y solidaridad, que fueron apropiados por el neoliberalismo y ya no representan lo que deseamos.
Repudiamos también el proceso de militarización por el que pasa toda América Latina y el Caribe y exigimos que los gobiernos de la región dediquen todos los esfuerzos posibles para la inmediata retirada de los efectivos e instalaciones militares de Estados Unidos y Francia que actualmente ocupan la región, además de las tropas extranjeras que ocupan Haití, teniendo en cuenta que estos hechos constituyen un gran peligro para el proceso de integraci