Olla de carne

2006-09-15 00:00:00

"Al llegar a la mesa me dice mi esposo: "Vos sabés que cuando hablan de seguridad alimentaria siempre me imagino una olla de carne como esta?" y yo me pregunto ¿Con el TLC tendremos seguridad alimentaria?"

En tardes lluviosas es tan sabroso cenar una buena olla de carne. Al llegar a la casa y me pongo a picar cebolla y chile dulce, pelo unos ajos para hacer un sofrito en aceite y agregar ahí unos trozos de carne para sopa. Pienso en la maravilla de país que tenemos. Salgo un minuto al jardín de hierbas donde el orégano, tomillo y apio crecen tan fácil como el monte; llevo unas ramitas para sazonar en la seguridad que mejorará el sabor sin necesidad de preservantes ni químicos. Ya la salsa inglesa no la uso, dejó de tener el sabor tico cuando una corporación transnacional la compró.

Al llevar la olla a la pila para agregarle agua a la carne, abro el tubo y sale un chorro de agua fresca y limpia. En ese momento pienso ¿cómo nuestros "negociadores" del TLC por negligencia o ignorancia, permitieron que el agua quedara clasificada como bien comercial o mercancía en lugar de servicio público? El riesgo que privaticen el agua si pasara el TLC sería una posibilidad. Ninguna ley nacional la protegería porque el Tratado está encima de todas las leyes.

Enciendo la cocina y recuerdo la noticia que esta semana en Nicaragua, donde el servicio fue privatizado tienen apagones. Mientras la carne suaviza, voy pelando la yuca, un plátano verde y otro pintón y lo agrego al caldo para que vaya cociéndose por ser los vegetales más duros, luego van los tacacos.

En ese momento suena el teléfono, es mi hijo menor que me llama desde el celular para avisarme que salió de su clase de guitarra. Con las tarifas más baratas de América Latina, puedo darme el lujo de contar con teléfono residencial y celular. ¿Para qué nos engañan diciendo que la competencia mejorará el servicio y tendremos más cobertura cuando en ningún país sucede eso?

La "apertura" o privatización simplemente permitiría a los competidores "enchufarse al costo" a la red del ICE pero no tienen que construir una sola torre celular ni instalar centrales telefónicas. Para eso servimos los ticos: pagamos por las instituciones y los aeropuertos , después se los regalamos a los inversionistas extranjeros que los convierten en monopolios privados.

Sigo pelando elote, tiquiste, ñampí, zanahoria, ayote y camote, las cáscaras van para el compost según me ha instruido mi hijo ambientalista. Las papitas de Tierra Blanca de Cartago bien lavadas van a la olla con todo y cáscara, lo mismo que unos trozos de chayote tierno del Valle de Orosi. ¿Qué pasaría si exportaran todo y no quedara nada para consumo nacional? En otra olla pongo a freír unas tazas de arroz y en ese momento pienso: ¿cómo pueden ser tan crueles los negociadores de COMEX para decir tranquilamente que en 20 años a nuestros arroceros ticos se les "termina el negocito"? ¿Cómo es posible que prefieran que agricultores extranjeros sean los que llenen sus bolsillos y no los ticos? ¿Cómo aceptaron que se pueda importar arroz sin impuestos de Estados Unidos, cuando ese país regala plata, semillas y lo que necesiten sus agricultores para tener seguridad alimentaria?

Y si se arruinaran nuestros agricultores, ¿quien sembrará nuestra comida? Y si la comida es importada ¿debe pagarse en dólares que todos los días aumentan? ¿sólo quienes exporten podrán comprar comida? ¿Qué será de los empleos que generan los pequeños agricultores? Vamos a ponerle un poquito de achiote al arroz para que quede amarillito y apetitoso.

Un rato más de espera y la olla de carne está lista. La sazonamos con sal, pimienta y un poquito de chile picante para levantar el sabor. La llevamos a la mesa con el arroz achiotado y tortillas de un maíz que ya no sembramos.

Al llegar a la mesa me dice mi esposo: "Vos sabés que cuando hablan de seguridad alimentaria siempre me imagino una olla de carne como esta?" y yo me pregunto ¿Con el TLC tendremos seguridad alimentaria?

Voy a llamar a unas cuantas doñas para que nos pongamos las pilas a luchar para que nuestros hijos, hermanos y esposos no sufran semejante amenaza, y voy a pedirles que busquen a sus amigas y le cuenten lo que es el TLC ¡y se unan a la lucha! Todavía estamos a tiempo.