Costa Rica entre los gritos y la paz
Una reflexión sobre la paz en Costa Rica y los gritos de un ciudadano a Oscar Arias, presidente de la República y Premio Nóbel de la Paz.
1. Un llamado al Señor Presidente.
En días pasados, mientras el Presidente de la República inauguraba un encuentro internacional de alcaldes, un ciudadano de apellido Villalobos alzó su voz y lanzó varios gritos al Nóbel de la Paz, señor Oscar Arias. No creo para nada que este sea un hecho aislado. Todo lo contrario. El grito de este ciudadano expresa el sentimiento de un amplio sector de costarricenses que hasta ahora ha sido invisibilizado por la prensa. No al TLC, no a la privatización del ICE, no a la privatización de las medicinas, fueron algunas de las palabras que pudo expresar este ciudadano, antes de que lo sacaran los agentes de seguridad. Pienso que detrás de este episodio, hay un fenómeno más complejo, que se resumen en el ocultamiento de la voluntad de una parte importante de la sociedad y en la existencia de un clima de confrontación y No paz que no se soluciona con ignorar el pensamiento del otro. Sobre este aspecto es que quiero llamar la atención.
Ha dicho la prensa que este ciudadano padece algún grado de inestabilidad. No sé si este dato sea correcto. El hecho es que todos, en este país, estamos viviendo un momento de gran estrés social y personal. Tras más de 15 años de asedio neoliberal sobre las instituciones del Estado, sabemos de trabajadores que han experimentado procesos personales de desajuste. Ocurre que lo que para el tecnócrata no es más que un pequeño cambio en la gráfica de su laptop, en la práctica social constituye un vendaval que golpea la vida de miles de ciudadanos. En ocasiones estos procesos pasan inadvertidos porque se manifiestan en el mundo privado de los individuos y ni siquiera las personas que los están viviendo se dan cuenta de la causa de sus desajustes. No puedo olvidar la vez que hablando de los años que llevan los trabajadores del ICE enfrentando la agresión neoliberal, un compañero decía apesadumbrado “solo quisiera despertarme un día y que esto ya no sea cierto” . Pero son casi 20 años y el asedio no termina. No me extraña entonces saber que un profesional en psicología afirma que a su consulta privada llega mucha gente del ICE solicitando apoyo. Lo mismo podría estar ocurriendo en otros sectores sociales donde los ciudadanos son agredidos, cuando no atrapados por la desazón, la incertidumbre y la manipulación de los medios. Y sin embargo, a pesar de los millones de colones que han gastado en propaganda y manipulación, grandes sectores de la población siguen sin creer en el TLC, encabezados por maestros, intelectuales, estudiantes, artistas, sindicalistas, empresarios, gente de las iglesias, etc.
En la acera de enfrente las cosas no son distintas. Existen personas pobres que creen buenamente que el TLC les va a solucionar la vida y están desesperadas porque perciben al país estancado. Se les ha hecho creer que solo cuatro gatos se oponen al TLC, y sienten verdadero malestar en su contra. Pero hay más que eso, sienten malestar en su vida, porque el país entero está acumulando malestar, sin mencionar el efecto que de por sí producen el alto costo de la vida, la inseguridad, el estrés urbano, la desconfianza en los políticos y la pérdida de credibilidad en los medios. Ejemplos como estos se pueden extrapolar a otros sectores de la sociedad. Productores que saldrían beneficiados con el TLC, y a quienes se les ha hecho creer que esta es la única forma posible de negociación de un tratado. Para ellos quienes se oponen al TLC, se oponen al futuro. Esa es su honesta lectura de la situación. Importadores que han hecho de esa actividad su modo de vida y poco les importa el deterioro del aparato productivo del país. Grandes ganadores del Tratado que hace mucho abdicaron del proyecto país y han descubierto que no hay mejor patria que sus negocios y un apartamento en Miami. Estos últimos están perdiendo dinero, están perdiendo opciones de negocios, están perdiendo prestigio… y están perdiendo la paciencia, la ecuanimidad y la mesura. “Hasta me quisieron dar un golpe de Estado”, aseguró el expresidente Pacheco.
En medio de todos quedan los que se quejan de la confusión. “¡Es que no entiendo! No me están diciendo toda la verdad. Unos me dicen que el TLC es bueno y otros me dicen que es malo y no sé qué pensar”. ¿Cuántas veces hemos oído expresiones como esta? Millones de colones invertidos en propaganda que no informa, que no explica el contenido del TLC
2. Costa Rica: un país de NO paz.
Momentos difíciles ciertamente. Eso es lo que todos estamos viviendo. Pero la inestabilidad y la zozobra pueden ser causa de violencia y polarización. Estoy convencido de que a veces, los seres humanos estamos inmersos en procesos sociales de los que no nos damos cuenta. Vivimos sus efectos devastadores como si fueran situaciones personales, y seguimos adelante, acumulando conflictividad social, hasta que es demasiado tarde. Eso es lo que se llama perder la paz. ¡No nos asustemos entonces por un grito! Pueden haber más…
Yo creo que todos los costarricenses sentimos en el corazón que la paz se ha venido perdiendo. No se necesita disparar un arma para abrir fuego. Pero lo realmente delicado de todo esto es que hace rato el Premio Nóbel está al volante de esta Maquinaria de NO PAZ. Porque un sistema social diseñado para ocultar, acallar y doblegar el pensamiento de un amplio sector de la población que aglutina maestros, profesores, intelectuales, trabajadores, artistas, no es una maquinaria de Paz. Mucho menos cuando se llega incluso a sugerir la eliminación de las personas, como ocurre en el reciente artículo de un señor que plantea que son “costarricenses” únicamente los que están con el TLC, y los que están en contra del TLC no son costarricenses. Es más son “un estorbo”, “un peligro”, hay que expatriarlos, barrerlos, y esto es un “imperativo biológico”. ¿En verdad es esta Costa Rica? ¿Es esta la ética en que se fundamenta su visión de mundo y de sociedad?
¿Qué hacer entonces? ¿Cuál puede ser el camino a seguir? ¿Dejar que pasen sobre el cadáver de la Patria? ¿Dejar que destruyan irreversiblemente el modelo de país solidario que forjaron nuestros abuelos? ¿Cómo hacer para que comprendan que el diálogo muro, el diálogo de estatua de granito, el no-diálogo que están practicando en la Asamblea Legislativa a propósito del TLC, es anti-costarricense? Que no sirve, que no lleva a ninguna parte, que no ofrece una salida de paz.
Como han dicho ya algunos, la coyuntura que estamos viviendo exige un verdadero y oportuno “Acuerdo Nacional”. O hacemos un alto en el camino y construimos una Nueva Patria, pensada para que todos quepan: los empresarios y sus negocios, al lado de los sectores sociales y la esperanza, o se acaba para siempre la Costa Rica de paz que nos heredaron nuestros abuelos. Pero eso significa humildad y sabiduría.
Por eso es que hay gritos, Señor Presidente. Por eso es que hay voces que se elevan y le llaman. Porque este es el tiempo de clamar. Hoy es el día de tañer la campana y el cencerro del pastor. Este es el tiempo en que los profetas salen del desierto con ojos desorbitados, a llamar a los gobernantes y gritarles con bíblica voz, que hasta las bestias del campo saben cuándo devolverse. Los mercaderes, que no logran ver más allá de sus monedas, les llaman locos y siguen con sus tratados y sus negocios. Pero ellos siguen clamando porque saben que después puede ser demasiado tarde. Señor presidente, premio Nóbel de la Paz.. No se extrañe entonces de los gritos… Porque la Patria está en peligro. La paz está en peligro. Y alguien tiene que advertirlo!
2. El gran reto nacional y la responsabilidad de Oscar Arias
El reto que tiene Oscar Arias en sus manos, es más grande esta vez que hace 20 años, porque no es la paz del vecino la que está en juego. Es la paz de su propia patria. Hoy, el actor clave no es Daniel Ortega, ni es Ronald Reagan como en aquel entonces. Hoy el actor clave podría ser el propio Oscar Arias. ¿Por qué? Porque Oscar Arias no puede hablar de diálogo sin someterse a un cambio. No puede hablar de paz sin beber su propia fórmula de hace 20 años. Sin aceptar el diálogo, en el sentido dialéctico y autotransformador. O cambiamos con el diálogo o se acaba la paz. O nos oímos mutuamente o nos destruimos.
El argumento que han querido imponer, de que hay que firmar el Tratado así como está, porque no hay otra alternativa y nada se puede cambiar, es el argumento lógico y simplista de quienes planearon el TLC. Hace 20 años Oscar Arias y sus asesores propusieron el Plan de Paz para Centroamérica, y rompieron en pedazos la lógica establecida, la lógica sensata y única, la lógica de la prensa, la lógica de Washington. No siguieron el libreto, rompieron el libreto. Por supuesto que no hubo aplausos del periódico la Nación. Todo lo contrario. Pero ese era el camino. Nadar contra corriente no fue fácil y eso le valió, con justa razón, un Premio Nóbel a Oscar Arias.
Hoy, al igual que ayer, la solución al acertijo político que vive el país es cortar el nudo gordiano por la mitad. El TLC es inaceptable. Hoy, como hace 20 años, la solución no está en la página de lo establecido que nos han puesto a firmar. La solución está fuera de la página. El tratado debe negociarse otra vez. Esa es la respuesta. Claro que es un camino duro, señor Arias. Claro que hará falta, como hace 20 años, una buena dosis de realidad y hasta de poesía. Pero aquí poesía no son palabras bonitas, poesía es energía creadora, como poesía fueron los hombres de la Segunda República, tomando lo mejor de su época y aplicándolo a la realidad social de este país, incluyendo logros y aportes del derrotado movimiento calderocomunista, eso es poesía. Poesía es un salto hacia lo posible, es un salto hacia la historia. No un salto a los brazos del BID o del FMI, no una genuflexión a las transnacionales. Es un salto a la esperanza…
Hoy POESÍA sería encontrar esa fórmula político-económica que deje espacios razonables de operación al capital, pero proteja a los sectores vulnerables y preserve el modelo costarricense de sociedad con solidaridad y no exclusión que hemos venido construyendo históricamente y que este TLC viene a desmantelar, por más cosméticos y agendas complementarias. ¿Cómo hacerlo don Oscar? ¿Cuál es esa fórmula? Es un gran reto ciertamente, pero usted quería asumir la conducción de este país y para eso cuenta con “mil gentes” pensando... ¿O será que esta vez no hará otra cosa que cumplir con el “script”?
Piénselo don Oscar y escuche los gritos... Hay gente que no viene de sus tiendas pero quiere buenamente y por la vía costarricense, abrir caminos de entendimiento y compromiso hacia el futuro. Sectores patrióticos que no creen que todo esté escrito en piedra, “como las tablas de Moisés”. No don Oscar, no cerremos la puerta de la historia, no convierta la paloma de la paz en una quebradiza figura de porcelana. Déjela volar por los cielos de la Patria...
Mientras tanto don Oscar, estaremos aquí, un día sí y otro también, en los puestos de trabajo, en los laboratorios, en las aulas, en el surco, en los buses, en las calles, gritando como aquel ciudadano: no queremos ese tlc, no queremos ese país vulnerado, no con nuestra anuencia. Y si usted no oye este grito multitudinario es porque la prensa nos acalla, es porque sus policías no nos dejan, es porque no quiere oír.
Pero la situación es esa. Por eso hay gritos, por eso no hay paz, Señor Presidente. Por eso se miran descoloridos y de medio lado, su toga y su birrete. Por eso debe usted revisar el rumbo… urgentemente.
- José Luis Amador, antropólogo social.