TLC: Puerta abierta para transgénicos
Las negociaciones del TLC en agricultura significan una puerta abierta a los transgénicos en el Ecuador.
La aceptación por parte del Ecuador de maíz, soya y sus derivados significan una puerta abierta a los transgénicos al Ecuador.
A más de todos los impactos que el libre ingreso de estos productos significará en la economía campesina, la introducción de estos productos procedentes de Estados Unidos, pondrá en riesgo a los consumidores ecuatorianos, y a todos los trabajadores que participan en la cadenas del maíz, la soya y la industria apícola, los trabajadores de los puertos, los transportistas, que tienen que manipular de manera rutinaria grandes cantidades de granos transgénicos.
Los organismos transgénicos son el resultado de un proceso mediante el cual, se introducen genes extraños (de 4 o 5 organismos distintos), llamados transgenes, en otro ser vivo, cuando se presume que estos nuevos genes le puede conferir alguna ventaja ecológica, nutricional o de otro tipo. El ser vivo que ha recibido estos nuevos genes se llama entonces, organismo genéticamente modificado u organismo transgénico.
Entre los genes usados están los llamados marcadores genéticos, o genes de resistencia a antibióticos, los que pueden entrar en contacto con bacterias patógenas, mediante un proceso conocido como "transferencia horizontal de genes", aumentando el creciente problema de salud pública de resistencia a antibióticos.
La potencialidad de que haya transferencia horizontal de genes, ha sido ya reconocido en fuentes bibliográficas del Gobierno del Reino Unido. La posibilidad de que el ADN desnudo o libre sea tomado por células de mamíferos se menciona explícitamente por la agencia de regulación de alimentos y medicinas de Estados Unidos - FDA-. La transferencia puede ocurrir, no sólo por ingestión, pero por contacto directo con polvo de la planta y polen presente en el aire durante el trabajo agrícola y el procesamiento. La boca humana y el tracto respiratorio, contiene bacterias capaces de tomar ADN recombinante con marcadores genéticos de resistencia a antibióticos.
El mayor porcentaje de cultivos transgénicos en el mundo son de soya con resistencia al herbicida de amplio espectro GLIFOSATO o Roundup. El consumo de esta soya transgénicas estimula la producción de fito-estrógenos, compuestos que imitan a algunas hormonas cuando son ingeridas por mamíferos, y pueden producir severos trastornos reproductivos.
Los transgénicos pueden generar problemas de alergias, pues tiene proteínas nuevas que el sistema inmunológico humano no las reconoce.
Estados Unidos es el primer productor y exportador de transgénicos en el mundo. 47,5 millones de hectáreas de su territorio están cubiertas por cultivos transgénicos, principalmente de soya, maíz y algodón. Exporta el 63% del mercado mundial de transgénicos.
Pocos países en el mundo han permitido la comercialización de estos productos como alimentos. Menos de 10 países han permitido la comercialización de maíz transgénicos para consumo humano y un número similar de países para la soya transgénica.
En Europa, el principal importador de maíz y soya, ha declarado una moratoria de facto a los transgénicos desde 1998. Aunque perdió un caso en el Panel de Resolución de Conflictos de la OMC, todo muestra indicar que la moratoria se va a mantener, pues el rechazo de los consumidores es total. Hay un rechazo a los alimentos transgénicos también en otros países que son importantes importadores de maíz y soya como son Japón y Corea del Sur.
Los excedentes de granos transgénicos, los que no quieren ser consumidos por los europeos, japoneses y coreanos, son enviados de manera forzosa al Tercer Mundo, a través de los Tratados de Libre Comercio.
Por otra parte, se ha aceptado el ingreso de partes de pollos (las partes que los estadounidenses no quieren comerse), así como vísceras y despojos vacunos. Estos pollos son alimentados con grandes cantidades de hormonas, antibióticos y una lista interminable de químicos que tienen como único objetivo aumentar las ganancias de los criadores de pollos en Estados Unidos.
Una cosa similar sucede con el ganado vacuno. A las vacas se les inyecta una hormona humana recombinante que ha sido prohibida en Canadá y en la Unión Europea, razón por la cual estos países han rechazado importar carne estadounidense. La Unión Europea ha preferido pagar $177 millones al año, antes que importar la carne con hormonas humanas.
Los negociadores ante el TLC están tomando decisiones a nombre de todos los ecuatorianos, al aceptar el libre ingreso de transgénicos al país, sin que la población conozca riesgos a los que se está exponiendo.
Y esto para beneficiar a cuatro empresas involucradas en el comercio internacional de granos y a los monopolios ecuatorianos que controlan la cadena del maíz, la soya y los pollos.