La batalla de Hong Kong (IIIb)

2005-12-21 00:00:00

Desde las barricadas de Hong Kong

Como cada domingo, Hong Kong se despierta en dos velocidades.
Mientras la inmensa mayoría de los chinos hongkineses se quedan en
casa y no saturan los transportes, el ejército de las miles y miles
de refugiadas laborales de Asia, sobre todo de Filipinas e Indonesia,
desde muy temprano se preparan para disfrutar de su único día de
descanso en los alrededores del Parque Victoria o a lo largo de la
costa de la Isla, hoy interrumpida por los contingentes policiacos y
militares de la OMC.

Los diarios y las pantallas dominicales muestran las fotos de la
violencia policiaca, pero los títulos y comentarios culpan a los
coreanos y "creadores de disturbios". Fuera de esa versión monopólica,
conforme trascurre el tiempo, los recuentos de todos los frentes de
batalla empiezan a ser más precisos.

En el frente popular mantuvo con firmeza toda la noche un plantón de
combatientes de las calles. Con banderas a media asta y soportando
las ráfagas de viento frío y las murallas policiacas, un simbólico
grupo de sindicalistas y campesinos, activistas y solidarios
patentizan la demanda de no rendición y la demanda de liberación de
los cientos de arrestados; mientras brigadas de apoyo e información
recorren hospitales y cárceles.

Desde sus casas o desde las pantallas de las vitrinas de almacenes,
los hongkineneses se enteran nuevamente de la apabullante
movilización y armamento militar, de las operaciones de detención,
escolta y embarque de cientos y cientos de combatientes populares
rumbo a las siete prisiones de la ciudad. Imágenes dosificadas de
heridos. Horas más tarde los informes de las brigadas de apoyo
confirman las no por comunes indignantes golpizas y maltrato a los
prisioneros, las amenazas sexuales a las detenidas. Las cifras
oficiales de combatientes capturados se eleva a 1,100. Las de
organizaciones campesinas alrededor de 600, las de sindicalistas a 76,
pero faltan muchos más...

Por su parte, los combatientes de adentro de la fortaleza inician
temprano la campaña de libertad a los detenidos y demanda de respeto
a los derechos humanos. El buzón electrónico del hongkinese
Presidente de la Conferencia Ministerial, se inunda de inmediato con
demandas de "liberación de los luchadores que han venido a HK a
defender sus trabajos, su sustento, sus formas de vida amenazadas por
las actuales políticas de la OMC". Frente a las múltiples escaleras
eléctricas de la entrada de la fortaleza, se organiza un plantón de
activistas con pancartas improvisadas que reclaman liberación de los
capturados, y en paralelo, otros activistas convidan a los delegados
oficiales que regresan puños de arroz y el texto de la conferencia
de prensa realizada.

En el amplio espacio del Parque Victoria continúa la organización de
las tareas de apoyo y la preparación de una simbólica marcha. Los
artículos centrales de la convención de derechos de los prisioneros
de la guerra cotidiana (los derechos humanos), son dibujados sobre
cartulinas y jirones de las banderas que se pudieron rescatar de la
refriega. Arriban informantes de adentro de la fortaleza que
comparten el informe de las actividades solidarias y de algunos vagos
indicios de que todavía existen gobiernos que sostienen la
resistencia a firmar sin condición alguna la carta de rendición que
les ha ofrecido el general Lamy.

Para los delegados "elegidos" la noche también fue larga y farragoza,
pues el "green room" ampliado terminó a las 9 de la mañana del
domingo, y se vieron necesitados de hacer una interrupción para
descansar, antes de volver a las nuevas redacciones de las
contradictorias propuestas de las reglas de la guerra comercial. Los
informes de algunos delegados, indican que los generales europeos
trasnacionales se niegan a abandonar sus privilegios y armas con las
que inundan los mercados del tercero, cuarto y quinto mundo del Sur.
En tanto, que los generales de Brasil e India, comandantes del
escuadrón G20 parecen convencidos que ya no se puede presionar más,
pero se pueden evitar las redacciones que entrañan mayores daños para
la mayoría y beneficios para las trasnacionales. Sólo un pequeño
número de generales encabezados por Venezuela, Kenia y Malawi
declaran que no firmarán nada, aunque el precio de la represalia que
les infligirían los poderosos mercaderes podría ser muy alto.

Los equipos de redactores especializados en cartas de rendición y
cartas de salvación trabajan febrilmente y ofrecen alternativas
retóricas de cómo salvar la imagen institucional y la credibilidad
perdida desde hace mucho por la OMC. Una fecha más tardía (2013) para
terminar con los subsidios en el norte rico a cambio de que la mitad
se cumpla en los próximos cuatro años y sea sobre todos los subsidios
que "distorsionen" los mercados. También a cambio de que las reglas
no obliguen a los países pobres a abrir sus mercados de servicios y
bienes industriales (¡como desde hace 10 años lo dicen las reglas!).
¡Ah!, pero que las negociaciones continúen y terminen en el 2006, y
para ello se realice otro Hong Kong-II, pero en Ginebra en la primera
mitad del año venidero.

El "realismo" de los generales del G20 se impone y deciden que
"aunque son pequeños avances, no dejan de ser significativos" según
palabras que dice el general Amorín (del Brasil de los millones de
agricultores familiares y las poderosas empresas Bunge-Cargill-Brasil)
y casi lo mismo repite el general Nath de la India (de Gandi y los
modernizados señores feudales). Por separado, el general europeo
Mandelson declara que no es todo lo que el deseaba, pero algo se
avanza y el general Lamy remata diciendo, que lo importante es volver
a poner la negociación sobre los rieles para que avance y que se
muestre que la OMC es una institución que construye reglas favorables
para todos los gobiernos.

Puestos de acuerdo los generales, y la tropa popular capturada y
diezmada, se procede rápidamente a la ceremonia solemne y con
fanfarrias electrónicas y mundiales se anuncia que se alcanzó un
acuerdo; limitado, pero finalmente un acuerdo. Que la institución
sigue.

La noche cae sobre la histórica Bahía de Hong Kong, que durante más
de 500 años ha visto surcar barcos piratas europeos, árabes,
asiáticos, y ahora ha sido lugar de una batalla más cuyo armisticio
final parece ser simplemente una tregua engañosa de las grandes
potencias, para seguir actuando con las mismas reglas y con un costal
de promesas que desean se las traguen los medios y los ingenuos. Pero
desde luego la batalla no ha terminado, continuará en cada país y
formalmente es posible que la siguiente sea la Batalla de Ginebra.[1]

[1] Agradecemos a todos los compañeros participantes en Hong Kong el
apoyo recibido para ser uno más de los combatientes que aprendió algo
de la convicción y acción de los militantes altermundistas, en
especial de los asiáticos. AV.

- Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio (RMALC)

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