Perú: Pedro Pablo Kuczynski y el TLC
El lunes todo estaba en
el aire y los negociadores peruanos no sabían para qué
habían sido convocados nuevamente a Washington, esta vez
sin acompañamiento colombiano y ecuatoriano, si el
entrampamiento era el mismo que había quedado cuando se
levantó la reunión anterior.
Pero el martes llegó el ciudadano estadounidense y
presidente del Consejo de Ministros del Perú, Pedro Pablo
Kuczynski, para poner fin a la negociación técnica y pasar
a la negociación política. Y, zás, el miércoles ya
habíamos cerrado el TLC, los espárragos entrarían con
arancel cero y los yanquis ya no nos venderían su ropa
usada, y Toledo podría hacer lo que más deseaba desde dos
años atrás, darse un discurso al lado de los capos de la
minería, la banca (San Dionisio) y la industria, anunciando
que por fin le había nacido un TLC, cuyo contenido aún no
conocía, pero del que ya podía prometer que generaría ni
más ni menos que 6 millones de nuevos puestos de trabajo
(¡!!).
Hace tres meses, al presentarse ante el Congreso, para
entregar su plan de gobierno, PPK dijo con la soltura que
lo caracteriza, que el TLC debía terminarse a toda
velocidad, sin necesidad de resolver los “temas sensibles”,
como los de agro y medicinas, y desenganchándonos de
nuestros supuestos socios andinos. Es decir nosotros solos
con los yanquis, como corresponde. El primer ministro
definió aquella vez el acuerdo al que aspiraba, como un
mero marco de compromiso para asegurar la política
económica, que después podría revisarse en sus aspectos más
inconvenientes.
Alfredo Ferrero respondió entonces que no, que él se jugaba
a un TLC integral y a una marcha concordada con Colombia y
Ecuador hasta donde fuera posible. El gordito abundó en
motivos para mantener las líneas rojas que no se iban a
pasar, porque si no, ahí sí, no firmo (luego firmó
igualito); para seguir negociando sin desesperarse por los
plazos; y sobre la importancia de un acuerdo subregional
que implique a los tres países. Evidentemente fracasó en
todo lo que se había propuesto. Y el famoso paso de lo
técnico a lo político se redujo al paso del mando del
Ferrero pro-yanqui al Kuczynski directamente yanqui. Claro
que el peso de explicar lo que se ha conseguido después
sigue en manos del titular de Comercio Exterior que es
quién deberá responder por las concesiones y trasgresiones,
luego que el primer impacto de la noticia vaya despejándose
y empiecen a aparecer las verdaderas rocas que el gobierno
se ha comido.
Se puede ver si se quiere las cosas de la siguiente manera:
la reserva hasta el final del tema de los espárragos no era
sino una variante del viejo truco usado en otros TLC de
reducir todos los temas de la contraparte a uno sólo,
mientras los Estados Unidos ganan en todos los demás
terrenos. Eso pasó con Chile y durante el CAFTA, así que
no es mayor novedad. Durante diez años los chilenos
dijeron no al tema de los datos de prueba y el tiempo de
patentes en medicina, argumentando que no estaban de
acuerdo en levantar la valla del nivel que estaba
establecido en la OMC, y los Estados Unidos siguieron
insistiendo en interés de sus grandes laboratorios. El
último día en la última hora, los representantes de
Washington anunciaron que se levantaban de la mesa y que no
habría acuerdo si no se aceptaban sus exigencias, y fue
allí donde se rindió la delegación de la estrella solitaria
que no pudo asumir el costo de informar que después de
tantas vueltas regresaban con las manos vacías.
En ese momento se fijó el hito que luego ha gravitado sobre
las siguientes negociaciones bajo el principio
norteamericano que ningún nuevo acuerdo debe tener
cláusulas por debajo de los anteriores.
Lo peculiar del caso de TLC llamado andino es otra cosa:
aquí todavía estábamos en el trance de las últimas
tensiones en las que todavía se espera doblegar algunas
resistencias y se busca ganar contra el tiempo. Pero he
aquí, cuando todo recomendaba esperar lo que resuelva la
OMC en diciembre, ver hasta donde podía Estados Unidos
soportar el retiro de los tres andinos de noviembre
exponiéndose a una eventual derrota, buscar consensos de
opinión pública en los temas sobre los que se tenía que
transar, el toledismo pega un salto, decide flexibilizarse
al máximo a cambio espárragos y veto a la ropa usada, como
argumentos de la capitulación, y pasar por encima de los
otros dos países para intentar el dudoso honor de ser el
más dispuesto a todas las imposiciones.
Le debemos a PPK, Toledo y Ferrero este TLC contrahecho.
El país ya sabe sobre quién recaen las primeras
responsabilidades.