Perú: Kuczynksi viaja a Washington para destruir el agro nacional

2005-12-01 00:00:00

En un nuevo intento por firmar el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, el ministro de agricultura Manuel Manrique presentó la propuesta que el equipo negociador parcialmente peruano llevará a Washington. En ella se hacen concesiones aún mayores a la parte norteamericana, las que en su momento fueron consideradas excesivas por el propio MINCETUR; y que de aplicarse conducirán a la ruina a millones de peruanos vinculados al campo.

En esta oportunidad, el equipo negociador estará encabezado por el Primer Ministro, Pedro Pablo Kuczynski, quien (al igual que el prófugo ex presidente Alberto Fujimori) también tiene doble nacionalidad; en su caso, peruana-estadounidense. Esto configura un evidente conflicto de intereses y no garantiza la defensa de la producción y empleos agrícolas nacionales.

De hecho, el gran beneficiario de un eventual TLC no serán nuestros agroexportadores, como suele creerse, sino el agricultor norteamericano. El sector agrícola norteamericano recibió ayudas y subsidios que alcanzaron los 94 mil millones de dólares en 2003, cifra inimaginable y que no tiene parangón en cuanto al monto con cualquier otro mecanismo o política proteccionista que se haya aplicado en las últimas décadas en nuestros países. Según datos oficiales, los productores de trigo llegan a recibir subsidios hasta por el 30% del precio de venta. En el caso del maíz norteamericano, se estima que el 11% de su precio es cubierto por subsidios; el 14% para los productos de leche; 17% para el arroz; ¡y hasta 36% en el caso del algodón! Gracias a esas ayudas, los agricultores de EEUU pueden vender a precios menores de lo que les cuesta producir, lo que arruinaría, en caso se firme el TLC negociado por PPK, a nuestros productores locales.

El segundo gran ganador es el propio contribuyente estadounidense, pues una porción del costo de esos desmesurados subsidios ya no saldrá de su bolsillo, sino de los bolsillos de los consumidores peruanos. A cambio de ello millones de productores agrícolas, campesinos y población vinculada al campo nacional serán sacados del mercado y arrojados al desempleo, la migración urbana o el cultivo de la hoja de coca. De eso se trata la negociación en materia agrícola que el peruano-norteamericano PPK realizará en Washington encabezando nuestra delegación.

Este escenario no es hipotético, sino que ya se ha verificado en países que tienen en vigencia un TLC, como es el caso de México. Allí, gracias a los mega subsidios y ayudas, los productores agrícolas estadounidenses han arruinado a un millón 800 mil campesinos mexicanos que han perdido sus empleos a causa del TLC. El propio Fondo Monetario Internacional predijo en un boletín del 10 de agosto de 1992 que el “libre comercio” con Estados Unidos significaría el retiro del cultivo de más de 10 millones de hectáreas en ese país y un éxodo rural de alrededor de 15 millones de mexicanos. El terrible costo social y económico no ha sido compensado hasta la fecha por los beneficios producidos por la agroexportación en ese país; mientras que el 70% de los mexicanos vive por debajo de la línea de pobreza pese al TLC. Según el propio Banco Mundial, “los resultados para México han sido decepcionantes: estancamiento del crecimiento, baja competitividad, aumento de la pobreza rural...”.

Este es un ejemplo de cómo los grandes costos económicos y sociales del TLC en México impiden, una década después, aprovechar plenamente las oportunidades y ventajas del comercio internacional. Consecuencias equivalentes ocurrirían en el campo peruano. Aquí se estima que 7 millones de pobladores rurales estarían en grave riesgo de perder su única fuente de ingresos.

Por otra parte, un reciente comunicado de prestigiosos intelectuales peruanos ha llamado la atención sobre los riesgos que para la soberanía nacional puede acarrear la firma del TLC, tal como ha venido siendo negociado. Sin embargo, este factor se agrava cuando constatamos la presencia del premier peruano-norteamericano PPK al frente de una negociación comercial en la que se tolera la competencia desleal precisamente de productos norteamericanos groseramente subsidiados y que destruirían la agricultura nacional. Peor aun, cuando levantan una estrategia negociadora que, en nombre del “libre comercio”, acepta subsidios desmesurados en productos agrícolas y precios monopólicos en medicinas, en ambos casos, a favor de los Estados Unidos y otras empresas foráneas.