TLC: Manifestación en libertad
Albino Vargas Barrantes
Secretario General
Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP)
Los y las costarricenses, hombres y mujeres, niños y niñas, adolescentes y jóvenes, que nos manifestamos por las principales calles de San José, el pasado jueves 17 de noviembre, diciendo ¡NO AL TLC!, teníamos una característica común: nos manifestamos en libertad.
Cada persona costarricense presente en la marcha de los Sectores Sociales, los miles de ciudadanos y de ciudadanas que salimos a las calles, estuvimos presentes por convicción propia, haciendo uso del libre albedrío de cada cual; siguiendo el propio proceso personal de convencimiento de que ese TLC no le sirve a nuestra querida Costa Rica.
Ningún participante fue conminado a hacerlo. Nadie recibió instrucciones de cómo responder a la prensa. No hubo proceso previo de adoctrinamiento alguno. Los más nobles intereses patrios, esos que nos fueron heredados de las generaciones anteriores, fue lo único que privó en la multitudinaria manifestación contra el TLC, como eje motivador de la decisión personal para hacerse presente en ese gran acontecimiento cívico.
La manifestación cívica contra el TLC, esa que reunió a una cifra impresionante de compatriotas, en uno de los eventos masivos de mayor impacto en los últimos años; dejó ver la amplia multiplicidad de sectores y colores, políticos y sociales, que expresa el frente de lucha contra ese nefasto tratado. Entre nosotros, pese a la diversidad, hay libertad de expresión, hay libre pensamiento, hay capacidad de diferenciación del otro.
Ello se explica porque en nuestros debates, las puertas están abiertas para toda aquella persona que desee manifestarse, incluso, para quienes deseen hacerlo a favor del TLC. En nuestros espacios no hay alambres de púas que impidan el acceso; en nuestros espacios, no hay decomiso de hojas sueltas contrarias a nuestro pensamiento; en nuestros espacios no hay seguridad policial y cuasimilitar que impida el acceso; en nuestros espacios no se dan guías que orienten cómo responder; en fin, en nuestros espacios, hay libertad porque no son campos de concentración.
Pero además, nos manifestamos invirtiendo los pocos recursos nobles, limpios y honestos que la clase trabajadora asociada a nuestras organizaciones deposita en éstas, para su correcta administración. Nosotros sí podemos exhibir, con la frente en alto, la procedencia de nuestras fuentes de financiamiento. Dinero limpio, bien habido, de incuestionable y exhibible procedencia.
Las manifestaciones que invocan la defensa de la Patria; las manifestaciones que convocan para reivindicar el bien común; las manifestaciones, las marchas y las concentraciones que hacen honor a la mejor herencia social y patrimonial que fue depositada en nuestras manos; las marchas que convocan a personas en libertad, haciendo uso de su propio convicción, sin inducción, sin intimidación ni coacción, sin adoctrinamiento; son actos plenamente democráticos, de ética y moral insuperables, pues nunca habrá dinero suficiente para comprar conciencias y dignidades de aquellos espíritus de convicción patriótica. Así fue la gigantesca manifestación del 17 de noviembre contra el TLC. Bendita sea para siempre nuestra Patria.