Programa de las Américas del International Relations Center Policy Report
Chile. A dos años de suscribirse el TLC con EE.UU.
Para
el gobierno Lagos la suscripción de tratados de libre
comercio, particularmente con EE.UU., constituye uno de los logros
más relevantes de su mandato. Previo a suscribirse cada uno de
los convenios, ante todo los alcanzados con las dos mayores economías
mundiales, por el monto de su producto (EE.UU. y la Unión
Europea), se les presentó como un factor determinante en el
incremento a producirse en las exportaciones del país y, como
consecuencia de ello, en la actividad económica y el empleo.
la lógica de la observación se basaba en un análisis
absolutamente simplificado, teniendo sólo en cuenta el hecho
de que se trataba de los dos más grandes mercados mundiales.
La formulación no se materializó durante los primeros
años de vigencia, o sea en el período presidencial de
Ricardo Lagos.
Si
se toma como referencia el lapso enero-agosto de 2005, período
en el cual se produjo una fuerte expansión del comercio
exterior chileno, por el incremento en la cotización
internacional de los principales rubros de exportación
nacionales y la recuperación de la demanda interna, los
pronósticos de crecimiento en las exportaciones no se
materializaron al compararlos con los mismos meses del año
precedente. En cambio las importaciones crecieron en flecha. En los
ocho primeros meses del último año de gobierno de la
administración Lagos, las exportaciones totales crecieron en
22,5% en cifras anualizadas. Sin embargo, las ventas a EE.UU.
aumentaron en 15,5%, a la Unión Europea en 11,5% y a Corea del
Sur –con quien se suscribió un tratado al comenzar el
año- en 3,6%; en todos los casos nítidamente por debajo
del incremento general. En cambio, con China –país con
el cual no existe tratado- se expandieron en 46,2%, mostrándose
así que otras variables, entre ellas el crecimiento económico
y la demanda por bienes primarios como consecuencia de un acelerado
proceso de industrialización, tuvieron una incidencia mucho
mayor. Chile sigue siendo, en lo fundamental, un exportador de
recursos primarios.
En
cambio, las importaciones procedentes de los países con los
cuales existen tratados crecieron espectacularmente si se efectúa
la misma comparación. Las procedentes desde EE.UU. aumentaban
en 54,9%, las de la Unión Europea en 44,0% y las de Corea del
Sur en 55,7%, en circunstancias que en términos globales las
compras sobre el exterior lo hicieron en 35,4%. Las cifras comprueban
quienes son los principales beneficiados de la firma de los TLC.
Cuadro
n°1Balanza Comercial por país, enero-agosto
2005.Fuente: Banco Central. En porcentajes de variación
con relación a iguales meses del año anterior
Exportaciones
Importaciones
Total Nacional
22,5
35,4
EE.UU.
15,5
54,9
Unión
Europea
11,5
44,0
Corea del Sur
3,6
55,7
China
46,2
39,9
En
2004, primer año de vigencia del tratado, había
sucedido algo similar. También fue un año de elevado
incremento en las ventas netas al exterior, con crecimiento de las
exportaciones a EE.UU. por debajo del incremento general. En cambio,
con las importaciones sucedió lo contrario, aumentaron más
las compras a la mayor economía mundial, que la expansión
experimentada globalmente.
Cuadro
n°2Balanza Comercial Chile-EE.UU. 2004.Fuente:
Banco Central. En millones de US$ FOB y porcentajes de variación
con relación al año anterior
Exportaciones
%
Importaciones
%
Total Nacional
32.000,4
52,0
22.956,2
27,3
EE.UU.
4.820,4
25,4
3.166,4
34,0
Los
datos comparados de ambos años, indican que el ritmo de
crecimiento de las exportaciones chilenas a EE.UU. se atenuó,
mientras que el incremento de las importaciones se intensificó.
En otras palabras se acentuó el proceso vivido en 2004. El
superávit comercial a favor de Chile en el comercio bilateral,
que en 2003 alcanzó US$1.181,1 millones y en 2004 aún
creció –aunque porcentualmente subieron más las
importaciones realizadas que las ventas efectuadas- a US$1.654,0
millones, en enero-agosto 2005 disminuyó a sólo
US$600,1 millones. Si se proyecta la cifra a doce meses se
registraría un superávit ligeramente superior a los
US$900 millones. De continuar la tendencia, Chile pasará a
tener déficit comercial a futuro.
Cuadro
n°3Superávit Comercial de Chile con EE.UU.
2003-2005.Fuente: Banco Central. En millones de US$
Año
Exportaciones
Superávit
Importaciones
2003
3.843,6
2.362,5
1.481,1
2004
4.820,4
3.166,4
1.654,0
2005
3.693,2
3.093,1
600,1
Esta
evolución del comercio exterior bilateral, no es inesperada.
Las exportaciones chilenas son prioritariamente de recursos primarios
o con bajo valor agregado, las cuales ya antes de suscribirse el
acuerdo de libre comercio, ingresaban a EE.UU. cancelando aranceles
reducidos, por la estructura arancelaria norteamericana que concentra
los niveles de protección en los bienes manufacturados.
Además, Chile contaba –antes de suscribirse el tratado-
con exportaciones de productos industriales dentro del sistema
general de preferencias arancelarias, que les permitía
ingresar a EE.UU. sin cancelar gravámenes. Por el contrario,
EE.UU. se vio favorecido por una reducción arancelaria mayor,
la cual potenció todavía más la fuerte
diferencia entre ambas economías por sus dimensiones muy
diferentes en niveles de producción de bienes y servicios, de
productividad, de desarrollo científico y tecnológico,
etc. Como si ello fuese poco, EE.UU. no renunció a la
mantención de sus mecanismos de protección y subsidios.
Fue una negociación desigual con efectos que acentúan
la diferenciación.
TLC
Chile-EE.UU. y CAFTA, la relación asimétrica
Esta
relación asimétrica de los tratados de EE.UU. volvió
a manifestarse en el convenio aprobado en 2005 entre EE.UU. y cinco
países centroamericanos (Costa Rica, El Salvador, Guatemala,
Honduras y Nicaragua) y la República Dominicana: el CAFTA. Al
igual como aconteció en el acuerdo suscrito con Chile, la
aprobación se produjo manteniendo la Casa Blanca su mecanismo
de dumping y los subsidios agrícolas, pero además, con
ocasión del CAFTA, EE.UU. estableció nuevas
restricciones que convierten en un sarcasmo hablar de “libre
comercio”, al colocarle limitaciones a dos de las industrias
centroamericanas más competitivas, el azúcar y las
textiles. En el primero de los rubros mencionados las exportaciones
quedaron restringidas a apenas un 1% del mercado anual de la mayor
potencia económica mundial. En lo fundamental -como constató
The Wall Street Journal- “el CAFTA promete un escaso alivio a
cinco países centroamericanos y República Dominicana al
hacer permanente un conjunto de preferencias temporales que ya
disfruta la región” (29/07/05). Al mismo tiempo, a los
consorcios farmacéuticos norteamericanos -que tradicionalmente
tiene un gran peso en las decisiones de la Casa Blanca- se les
concedió en América Central, niveles de protección
contra la producción de genéricos superior a la que
tienen en EE.UU. De igual manera, “consiguieron -como destaca
el Informe sobre Desarrollo Humano 2005 del PNUD- amplias
oportunidades de acceso a los mercados con el arroz, en la medida que
obtuvieron cuotas libres de impuestos inmediatos, con un aumento
anual del 5%. Más de un tercio de las exportaciones de arroz
de los EE.UU. -concluye el documento- ingresará ahora, libre
de impuestos, en circunstancias que antes estaba sometido a aranceles
de entre 15% y 60%”.
El
CAFTA, desde el punto de vista del comercio exterior norteamericano,
no es importante. Los seis países exportan a EE.UU. en un año
lo mismo que México envía en sólo cinco semanas.
A su vez, las ventas norteamericanas alcanzan a unos US$17.000
millones anuales, monto equivalente a las exportaciones en doce meses
de Nueva Yersey. “El CAFTA -comentó The Economist -es un
acuerdo modesto entre una ballena y seis pequeños peces”.
La “ballena” -agregó- “ya admite cerca de un
80% de exportaciones de los pequeños peces libre de tarifas, y
los países centroamericanos ya han recortado sus tarifas
promedio desde un 45%, en 1985, hasta un 7%” (03/08/05). Los
partidarios de la aprobación del CAFTA en EE.UU. le asignaron
una importancia de principios. Los hechos muestran que se promulgó
en beneficio de las grandes corporaciones, mientras que no significó,
en los hechos, ninguna protección nueva a los trabajadores
centroamericanos masivamente mal remunerados. Se supone que, el igual
como aconteció con el tratado suscrito en América del
Norte, aunque en una medida inferior, inducirá a empresas
norteamericanas a generar empleos en esos países, restándolos
en EE.UU.
Desigualdad
internacional
Así,
los TLC evidencian cómo la desigualdad no se expresa sólo
al interior de un país sino internacionalmente. El Informe del
Desarrollo Humano 2005 del PNUD constata que “el éxito
en el comercio mundial depende cada vez más de la capacidad de
vender productos manufacturados de mayor valor agregado”. En
América Latina, señala el documento, los productos
primarios representan el 72% de las exportaciones de Argentina; el
83% de las de Bolivia; el 82% de las de Chile; el 90% de las de Cuba;
el 64% de las de Colombia; el 88% de las de Ecuador; el 87% de las de
Venezuela; el 78% de las de Perú, y el 66% de las de Uruguay.
De esta manera, la región pierde terreno, desde luego con los
países desarrollados, pero también con los del sudeste
asiático. “Las comparaciones entre el Este Asiático
y América Latina -dice el PNUD- demuestran que en la
producción de bienes de valor agregado, América Latina
ha estado perdiendo cuotas de mercado”.
El
informe del PNUD contradice la idea, intencionadamente muy divulgada,
que en el comercio internacional existen sólo ganadores. Los
países exportadores de materias primas muy frecuentemente
sufren deterioros en sus términos de intercambio y por ello,
deberían aprovechar para su desarrollo etapas como la vivida
en los últimos años por Chile en que ellos son
positivos, lo cual no se logra privilegiando sólo obtener
altos superávit fiscales. “Cuando se trata del
desarrollo humano -concluye el PNUD-, algunas exportaciones son
mejores que otras. La riqueza generada mediante las exportaciones de
petróleo y los minerales pueden ser mala para el crecimiento,
mala para la democracia y mala para el desarrollo”. El informe
concluye subrayando que si los países latinoamericanos
continúan siendo exportadores de productos primarios o de bajo
valor agregado, la región demorará hasta el año
2177 -o sea, muy avanzado al próximo siglo- para alcanzar el
nivel logrado actualmente por los países desarrollados. En
cambio, China e India que aparecen como potencias económicas
de gran presencia a medida que avance el siglo XXI, sus productos
primarios representan, respectivamente, el 9% y el 22% de sus
exportaciones totales.