La XIII Ronda: a acelerar la firma a contrapelo de la opinión ciudadana
En vísperas de la negociación de la XIII Ronda, Estados Unidos reiteró que de no llegarse a un acuerdo en noviembre el TLC Andino quedaría aplazado hasta el segundo semestre del año entrante y ha insistido en que el interés de culminar en noviembre es más de los andinos que propio. La jefe estadounidense de las negociaciones declaró que "por ahora, no tenemos un plazo para terminar las negociaciones" y el embajador de Estados Unidos en el Perú afirmó que estaban dispuestos a esperar el tiempo suficiente. Esto ha puesto a correr a los gobiernos andinos y los ha forzado a ingeniarse nuevas concesiones y a planificar un enrevesado sistema de minirondas, negociaciones bilaterales en varios temas y cambios en sus posiciones para hacerlas más aceptables a EEUU.
El debate se agudiza, pues quedan asuntos sustanciales por definir y algunos sectores perciben que las posiciones irreconciliables sólo pueden allanarse con la decisión de los presidentes andinos de aceptar las exigencias norteamericanas. A esto se le ha llamado la fase política de la negociación a la cual llegan los países con el 'si o si' de Toledo y con la afirmación de Uribe de que va a firmar "contra viento y marea". Por su parte, Ecuador sigue en la indefinición pues sobre el presidente Palacios pende la amenaza del movimiento popular de tumbarlo si firma el tratado.
En estas condiciones, de manera casi clandestina se está reuniendo en Washington la XIII Ronda de negociaciones del TLC Andino con EEUU. Al comienzo fue planteada como una minironda que sólo reuniría a los jefes de la negociación, después le incorporaron varias mesas casi como mero trámite y finalmente llegaron todas las mesas con excepción de la agrícola y aunque en propiedad intelectual se habla de no tocar el tema de medicamentos, está tan encendida la discusión en todos los países que los jefes de la negociación no pueden dejar de abordarlo.
Ahora la 'negociación' está entrando en las definiciones que serán ocultadas durante varios meses a la opinión ya que sólo al final, cuando termine la revisión legal, se sabrá el contenido exacto del paquete global de intercambios, como llaman ahora a la claudicación completa.
Las contradicciones y polémicas se intensifican en todos los países. En Colombia el senador Jorge Enrique Robledo amenazó con acusar de traición a la patria al presidente Uribe. En un debate en el cual participaron todos los gremios agropecuarios el presidente de la SAC, Rafael Mejía, reiteró que espera que haya un proceso congruente, pues están en juego 4,8 millones de empleos. El dirigente insistió en que es muy poco lo que se ha concretado. "Si no hay un avance positivo para la mesa sanitaria y fitosanitaria, la SAC bajo ningún motivo puede validar un tratado que no garantice un acceso real de nuestros productos a EEUU. La integralidad nunca la vamos a dejar de insistir: acceso real, mecanismos de defensa y gradualidad". El presidente de FENAVI, Jorge Enrique Bedoya, aunque mantiene dudas de lo que pueda pasar en la mesa agraria en lo que queda pendiente del proceso, sostuvo que no se pueden poner en juego los 1.400 millones de dólares que ha invertido el sector y los 250.000 empleos que genera.
En Perú hasta el ministro de Comercio Exterior, mostrando la debilidad política del presidente Toledo, planteó la posibilidad de hacer un referendo sobre el TLC, lo cual fue rechazado por su homólogo de la cartera de Producción, quien señaló que la suscripción del tratado es un asunto técnico. Con mil líos en casa, el presidente Toledo ha promovido un ruego colectivo de los presidentes andinos para pedir a Bush acelerar la firma para presentar el TLC a la cumbre de las Américas a comienzos de noviembre. El presidente ecuatoriano, Palacios, trató infructuosamente de reunirse con Toledo y Uribe, a los quienes sin embargo llamó para decirles que había imposibilidades éticas de que ellos firmaran solos pues habían acordado hacerlo juntos; finalmente se encontrarán en la cumbre de Mar del Plata.
Palacios sigue con sus señales contradictorias, pues al tiempo que flexibiliza sus posiciones sobre el atún enlatado al abandonar el pedido que sus exportaciones de enlatados entren en la canasta A (de desgravación inmediata), mantiene una oferta de apertura a las exportaciones industriales de 60% -muy inferior a la ofrecida por Perú (76%) y Colombia (84%)- y dice que no negociará los datos de prueba. Mientras tanto Estados Unidos se lo toma con calma e incluso cambió al jefe de la mesa agrícola, quien debe ratificarlo el Senado.
Ya está bastante claro como será el TLC: todo el mundo sabe que con las dificultades que tuvo Bush para aprobar el CAFTA, su acelerada pérdida de popularidad y sus dificultades en el Congreso, los Estados Unidos van a ser mucho más tacaños de lo habitual para tener alguna clase de flexibilidad u otorgar facilidades para el acceso a su mercado. Esto significa que van a dar a los andinos mucho menos de lo poquísimo que dieron a Centroamérica y les van a exigir mucho más. En plata blanca no se logrará completamente lo que ya tenemos en el ATPDEA, no habrá ganancias adicionales, pero sí nuevos condicionamientos y -para que el Congreso norteamericano lo apruebe- debe haber un ganador neto: Estados Unidos.
Por ejemplo si se trata de normas de origen, querrán que principios activos, insumos y demás productos necesarios para determinada labor productiva sean comprados en Estados Unidos. Cualquier desarrollo industrial será maquilador o no será. Los umbrales para acceder al mercado de compras públicas de los Estados serán altos y la cantidad de Estados que participarán serán pocos. Se garantizará que los inversionistas puedan asegurar sus ganancias aun a costa de la legislación de los andinos y de la protección del medio ambiente y de la salud pública. Se aceptará la importación de remanufacturados y usados dentro del marco de una lista muy amplia, más parecida a la exigida por Estados Unidos que a la ofrecida por los andinos. En medidas sanitarias no se aceptará nada más allá de lo definido en la OMC, se crearan muchos comités para seguir negociando asuntos puntuales indefinidamente y habrá declaraciones anexas que no entrañarán ningún compromiso serio de Estados Unidos mientras que los compromisos de los andinos sí serán exactos y detallados.
El equipo norteamericano quiere asegurarse que en asuntos estratégicos para ese país -como la inversión, las telecomunicaciones, el sector financiero, etc.- los andinos hagan hasta la última concesión, de tal forma que en la última ronda se les pueda dar un minúsculo plato de lentejas.
En la definición de los plazos y prioridades para la desgravación de bienes industriales, conocida como mesa de acceso a mercados, se evidencia que Colombia carece de toda estrategia de industrialización. El gobierno ha renunciado a una política activa de promoción de la industria, reemplazándola por un regateo interno para establecer qué sector se quiebra más rápido, lo cual ha desatado toda clase de pugnas entre los industriales. El gobierno le apuesta a que sólo existirá aquella industria que exporte exitosamente o que se cree por inversionistas extranjeros, a quienes dará toda clase de garantías.
Nuevamente y como ha sido la regla en las últimas cuatro rondas, el gobierno se ha propuesto el cierre de la mayor cantidad de mesas para dejar los temas más polémicos para el final y canjearlos por algunas de las preferencias del ATPDEA. El resultado será que la reserva cultural, los medicamentos y el agro se canjearán por algunas pocas concesiones en el mercado norteamericano, el cual cada vez estará más esquivo y sobre el cual un experto del FMI, Anoop Singh, quien visitó Colombia señaló que la actividad productiva en Estados Unidos "podría desacelerarse mucho más de lo que han calculado los expertos", lo cual puede radicalizar las tendencias proteccionistas en ese país, visibles en el desconocimiento olímpico que han hecho de los fallos de la OMC y del tribunal del NAFTA que los condena por otorgar subsidios y aplicar políticas proteccionistas.
A contrapelo de las multitudinarias manifestaciones que el pasado 12 de octubre rechazaron el tratado en toda la región, la decisión política de firmar el TLC está tomada por Uribe Vélez y lo que esperan es el momento oportuno, surtir el trámite y aparentar que hubo un gran forcejeo. Los afectados, que son la mayoría de los colombianos, deben saber que no hay posibilidades de un TLC benigno y que lo único que corresponde es rechazarlo de plano.
Página web: www.recalca.org.co Correo electrónico: recalca@etb.net.co Bogotá, octubre 18 de 2005