Colombia: Los “Nichitos” del TLC
A raíz de la polémica suscitada por el rumbo de las negociaciones del
TLC entre quienes impulsan la firma inmediata y a todo costo como
Rudolf Hommes y quienes piden cautela y mínimas contraprestaciones que
“justifiquen una buena negociación” se han podido conocer las
expectativas de este último grupo, fundamentadas en la posibilidad de
encontrar algunos “nichos” de mercado para productos que , según sus
cálculos previos, lograrán acceso a Estados Unidos porque tienen cierto
grado de competitividad. Dejando de lado que este Tratado es
mucho más, pero mucho más, que sólo comercio y que capítulos como
Servicios, Inversiones y Propiedad Intelectual traerán altísimos
costos a los ciudadanos e instituciones nacionales, el análisis sobre
la viabilidad y el sostenimiento en el tiempo de tales “nichos” es
indispensable si tanta desiguldad existente en el Acuerdo se valida a
cambio de ellos. Hace algunos días, por ejemplo, un alto directivo de
una fábrica insignia del sector textil, como proveedora de insumos para
prendas y telas especiales, hacía la siguiente reflexión: “Si Estados
Unidos neutraliza la invasión de prendas de China, si perrmite que las
normas de origen de los insumos que gozarán de los aranceles de valor
cero no exijan un porcentaje mínimo de presencia norteamericana, si el
interés gringo no es solamente por la maquila sino también incluye la
prenda completa y si esas prendas, dada su buena calidad, apenas las
puede hacer Colombia , entonces tendríamos una buena
negociación”. Cualquiera puede extraer del anterior raciocinio que la
“buena negociación” depende más de las buenas intenciones del Imperio
que de las verdaderas ventajas competitivas de nuestros productos; está,
con todo respeto fundada en “castillos de naipes”. Otro caso muy
reputado es el de los cafés especiales, apuntalado además en el negocio
privado de la firma PROCAFECOL, dueña de las Tiendas Juan Valdes. Ese
proyecto, convertido en prioridad de recursos y esfuerzos de las
autoridades cafeteras, también se presenta como redentor de medio
millón de familias cafeteras. Los estudios oficiales ya han advertido
que gracias al TLC el aumento de las exportaciones del grano es nulo,
luego se supone que será benéfico como resultado de ventas con mayor
valor agregado. La firma STARBUCKS, líder en ese campo, enseña cuán
difícil es este sector que se pretende explotar con la plata y el
patrimonio de los caficultores. En casi 5.000 puntos que posee, (hasta
ahora apenas hay 3 almacenes Juan Valdés), vendió 4.000 millones de
dólares en 2003, sabiendo que buena parte de esos ingresos no vienen de
la venta de café especial sino que tiene otros orígenes. Es claro que
la cantidad de café que ese tipo de negocios transa es exigua y que si
hay ganancias serán para los comerciantes y no para los productores. Y
aquí cabe preguntar: ¿ En cuánto tiempo, y si será bajo los paradigmas
del TLC, como los caficultores colombianos darán salida por dicha vía
siquiera al 5% de su cosecha, al menos a 500.000 sacos? Entre los
“nichos” de ilusiones con los cuales se alimenta la promoción del TLC
también se enumeran las hortalizas, cuando el país no cuenta ni con una
escasa instalación productiva en esa rama, o las frutas tropicales, que
también las pueden suministrar un sinnúmero de países, o el aumento en
la “cuotica” de azúcar y , como para destornillarse de la risa, lo que
el rector de una universidad del Eje Cafetero en un documento público
anunció: vender cursos por Internet a los emigrantes colombianos, algo
similar al “mercado de la melancolía” de discos con música de
“carrilera”, lechona enlatada y similares que algunos han propuesto,
renglones todos que crecerían en la medida en que expulsemos más
colombianos hacia Estados Unidos por el “hueco ya que el TLC tampoco se
traducirá en visas para facilitar el libre tránsito de
personas. Cuando se revisan los 20 productos que Estados Unidos más
importa, excluyendo energéticos, sólo las confecciones son el único de
esos géneros que Colombia exporta; sin embargo, en este sector ni
siquiera está entre los 25 primeros proveedores, ya que las ventas
externas a ese país no llegan a 55 millones de dólares mensuales; nos
superan China, Corea, Sri Lanka, México, Nicaragua, Guatemala, Perú.
entre otros. La opinión nacional debe conocer a fondo cuál serán las
reales ganancias de los publicitados ganadores en el TLC; al menos, en
lo que al comercio se refiere, no se trata sino de “nichitos”, en cuya
ridícula sumatoria se quiere porfiar el desarrollo nacional y el
bienestar de 46 millones de colombianos. Y pensar que de su concreción
depende que haya una “buena negociación”.