La otra cara de la moneda...

TLC con Estados Unidos y servicios públicos

2005-08-10 00:00:00

Ponencia presentada al Primer Congreso Nacional de Usuarios de
Servicios Públicos

Bogotá, julio 21-22 de 2005

El gobierno de Colombia “negocia” con los Estados Unidos un
Tratado de Libre Comercio (TLC) que lesionará de manera grave la
soberanía de la nación, el patrimonio estatal, los bienes
públicos, el desarrollo económico y el bienestar de nuestro
pueblo. En servicios públicos domiciliarios, afectará los
intereses económicos de los usuarios y el patrimonio de los
municipios, departamentos y nación, al igual que las fuentes de
agua, la biodiversidad, los recursos naturales ligados a la
prestación de los servicios y la capacidad de acumulación y
ahorro de nuestra patria.

Esta situación la antecede la política de apertura y
privatización que se iniciara con las modificaciones
constitucionales derivadas de las decisiones tomadas en las
postrimerías del gobierno de Virgilio Barco y durante el mandato
de César Gaviria. Políticas que podríamos resumir así:

- La reforma constitucional de 1991 y las diversas leyes, que
produjeron profundas modificaciones en la economía colombiana y
en el régimen de prestación de los servicios públicos

- Las mayores gabelas concedidas al capital financiero en
detrimento de los sectores productivos

- La apertura comercial y cambiaria, y la consecuente
desprotección del agro y la industria.

- Las políticas de privatización de los servicios públicos,
incluidos los domiciliarios.

- El desmonte y las reformas del Estado.

- Las modificaciones y reformas en la legislación laboral.

¿Cuales son los orígenes, las causas, de las reformas de los
noventas?

La disolución de la Unión Soviética liquida la contradicción de
esta potencia con los Estados Unidos, conduciendo a la hegemonía
de éstos últimos sobre el resto del planeta. Estados Unidos
aprovecha esta situación para expandir su poderío y aumentar su
explotación sobre naciones como la nuestra, lo que no implica que
demos cabida a la idea de que el imperio norteamericano es
indestructible.

La crisis de la deuda, sobre todo, en los países de América
Latina, que condujo a la cesación de pagos en Brasil, Méjico y
Argentina. Los capitales colocados en estos países y en otros más,
dejan de rentar, lo que obliga al imperio a definir precisas
modificaciones de política económica que, impuestas por los
organismos multilaterales de crédito, acaben el desorden.

Tanto o más importante que los anteriores, es la crisis de
superproducción de la economía norteamericana, no sólo en bienes
industriales y agrícolas, sino en inmensos capitales sin modo de
ponerse a rentar. La función del prestamista es prestar y si no
lo puede hacer, está perdiendo dinero, está mermando su utilidad.

Como respuesta a estos tres hechos, los Estados Unidos para salir
de su crisis, promueven la apertura económica, la privatización y
la flexibilización de la mano de obra, predecesores, en Colombia,
de las políticas de "Libre Comercio". En el resto de América
Latina, promovieron reformas del mismo corte.

Un análisis de la apertura

La apertura es la aplicación de las políticas contempladas en el
"Consenso de Washington", que consisten fundamentalmente en abrir
el mercado interno a los bienes y productos de las
multinacionales y al capital financiero especulativo, reducir la
inversión y el gasto social del Estado, privatizar los activos
estatales, principalmente las empresas de servicios públicos, y
garantizar el pago de la deuda externa. Los defensores de la
apertura sostienen que ésta le sirve al desarrollo nacional.
Dejemos que los hechos hablen por sí mismos:

- La economía nacional creció menos que antes de la apertura,
aumentaron las importaciones y se redujeron o se estancaron las
exportaciones. No hubo transformaciones en la producción
industrial y agraria que generaran nuevos rubros de exportación o
bienes que abastecieran el mercado interno. Por el contrario, lo
que se dio fue una mayor importación de bienes básicos y también
suntuarios y una quiebra generalizada de importantes sectores
agrarios e industriales de nuestra nación. Y como consecuencia,
en Colombia:

1. Pasamos de 700 mil a 7 millones de toneladas de importaciones
de productos agrícolas.

2. Se dejaron de cultivar 800 mil hectáreas de cultivos
transitorios

3. Se perdieron 150 mil empleos rurales

4. Se destruyeron 200 mil hectáreas de cafetales y se dejaron de
producir seis millones de sacos de café.

5. El sector agrario perdió participación en el PIB. La suma de
los diversos sectores agrarios sólo alcanza al 7,35% del PIB,
durante los años 93 al 99, es decir, creció a una tasa del 1,05
anual, antes era del 3.5% y 4.5% al año.

6. En el caso de la industria, no sólo no creció, sino que
disminuyó, para los mismos años, en el 5.9%, un promedio de -
0.84% año.

7. En promedio, en esos cinco años la economía del país decrece.

8. La reducción de la producción urbana y rural, y de la
rentabilidad de los sectores que no se quebraron, ocasionó que se
resintiera el comercio, el transporte y el resto de sectores,
cerrándose miles de empresas, lanzando al desempleo a millones de
colombianos y reduciéndose los salarios.

9. Crece la miseria y el subempleo y cae el nivel de vida de las
grandes mayorías de la población.

- La balanza comercial se desequilibró y la deuda externa, entre
1990 y 2003, creció hasta duplicarse. (Un desequilibrio de 3.098
millones de dólares de 1993 a 1998 y de más de 18.587 millones de
dólares hasta 2001, según datos del senador Jorge Robledo).

Al desordenarse la balanza de pagos, los gobernantes optan por el
crédito externo, la entrega de los recursos naturales y la feria
del patrimonio nacional y en especial de las empresas de
servicios públicos. El país se convirtió en el paraíso de los
inversionistas, el capital financiero y los especuladores. Esto
llevó a duplicar la deuda externa, tanto pública como privada. El
sector primario de la economía se hundió y la especulación
bancaria y financiera hizo su agosto elevando las tasas de
interés, lo que generó también la especulación financiera en el
sector inmobiliario.

Los neoliberales en el poder, ante el hecho de que era imposible
sostener una balanza cambiaria y de pagos en esa condición,
elevan aun más las tasas de interés y conducen a la quiebra al
sector productivo; esta situación concluye con la crisis de 1999,
año en el cual se presenta el peor comportamiento de la economía
desde que se conocen estadísticas. Pero como si fuera poco, los
sucesivos gobiernos, el de Samper y Pastrana, y ahora el de Uribe,
no sólo no corrigen la estrategia sino que la profundizan porque
la apertura no es una equivocación sino una conspiración, de
manera tal, que entre 1999 y 2002 el déficit de la balanza
comercial aumenta en 1723 millones de dólares. La pérdida total
asciende a 20.310 millones de dólares y la deuda externa alcanza
los 39.038 millones en 2001. La crisis que sobreviene puede ser
mayor.

- Inmensa concentración de la riqueza en pocas manos,
principalmente extranjeras. El otro fenómeno que se aprecia es
que se produjo una inmensa concentración de la propiedad, en
especial de la que está en manos del capital extranjero, bien sea
porque se fortalecieron en los sectores en los que
tradicionalmente tenían inversiones, o bien porque aparecieron
allí donde no hacían presencia: comercio mayorista, servicios
públicos domiciliarios, compra de la participación estatal en
carbón, níquel, entrega por el sistema de concesión de puertos,
aeropuertos, carreteras etc. La concentración es tanta que hasta
los llamados "cacaos" tienen que vender sus empresas de finanzas,
telecomunicaciones, aviación, y algunas del sector comercio.

- Descenso de la tasa de ahorro nacional. Este desastre tiene
otro aspecto muy grave y es que la tasa de ahorro nacional, el
principal indicador para medir si un país tiene futuro o no, cayó
a la mitad con respecto a la de 1990. El Estado ya no presta para
abonar al capital o hacer nuevas inversiones sino para atender a
los intereses de la deuda y hacer asistencialismo. Los préstamos
con el extranjero se reciben sobre la base de la profundización
del modelo neoliberal, como se ve con claridad en el sector de
saneamiento básico. Para atender los pagos de la deuda externa se
tramitan y aprueban sucesivas reformas tributarias, se despiden
miles de trabajadores oficiales, se implementan políticas que
reducen la prestación de los servicios esenciales que estaban a
cargo del Estado, la salud y la educación. En general, se reduce
el gasto público hasta el absurdo de no disponer de papel en los
despachos oficiales, gasa en los hospitales o tiza en las
escuelas.

Este inmenso fracaso trata de ser ocultado por los neoliberales,
quienes culparon no a la apertura, sino a la reevaluación del
peso, al despilfarro de los recursos públicos, la corrupción y la
politiquería y al déficit fiscal, al igual que a los salarios de
los trabajadores y las “elevadas” pensiones de los colombianos.

Otros efectos de la apertura

Es de señalar también que miles de compatriotas tuvieron y tienen
que salir del país ante la imposibilidad de ganar aquí el
sustento para ellos y los suyos. Dónde quedarían las estadísticas
del desempleo y subempleo sí esos compatriotas vivieran aquí. Y
cómo sería la balanza de pagos si no se contabilizarán los tres
mil millones de dólares que le aportan estos colombianos a la
economía con sus giros mensuales.

El fracaso de la política de apertura es evidente si se le mira
desde la óptica del desarrollo del país y sus sectores
productivos. Pero, si se le mira desde la óptica de cómo les fue
a sus promotores, es claro que a ellos les fue muy bien, en
especial al capital, las multinacionales y los prestamistas
norteamericanos, y a quienes les sirven de compinches en la
entrega de la nación. Sin embargo, los neoliberales quieren más,
quieren profundizarla a través de los tratados de libre comercio.
Hay algunos, como Hommes, Botero, Uribe y otros, quienes están en
el comando del Estado, que sostienen que, "el fracaso es el
resultado de que la apertura no se aplicó suficientemente", que
"se dejaron todavía unos aranceles muy altos" y se "protegieron
sectores como el agro".

Cuando comenzó la política de apertura se nos dijo que íbamos a
competir y que Colombia invadiría con sus productos los mercados
extranjeros, particularmente el de los Estados Unidos, el mayor
mercado del mundo. ¿Por qué después de 15 años de apertura no se
pudo ni se puede competir?. Ahí está el aspecto central de la
política. No pudimos competir, en nuestro mercado, frente a la
importación de bienes y productos extranjeros y tampoco pudimos
aumentar nuestras exportaciones para compensar las pérdidas,
porque tanto los Estados Unidos como otros países desarrollados,
producen más barato que nosotros. O porque sus productos tienen
inmensos subsidios estatales, o porque nuestros productos tienen
que competir con los mismos que producen naciones donde la mano
de obra es más barata, o donde tienen mejores condiciones
técnicas y científicas para la producción agrícola e industrial.

También es imposible competir porque las desigualdades entre el
aparato productivo de los Estados Unidos y el nuestro, son
abismales. Para no hablar de las diferencias en el desarrollo de
infraestructura física, servicios públicos, y conocimiento
científico y tecnológico.

A lo anterior se debe agregar otro hecho no menos importante: la
acumulación de capital de los productores extranjeros, las
condiciones del crédito al sector productivo, las barreras
arancelarias y la protección que le prestan a su industria y
agricultura si las ven amenazadas, las barreras sanitarias y
fitosanitarias y el poderío de su gobierno, que está, en últimas,
a su servicio. Tras la mano invisible del mercado, está la muy
visible mano del ejército norteamericano.

¿En que podemos, entonces, los colombianos tener ventajas frente
a los Estados Unidos? En dos aspectos solamente. El clima y el
precio de la mano de obra. En productos tropicales, las naciones
desarrolladas de clima con estaciones, no pueden competir, pero
allí tenemos que competir con más de cincuenta naciones que están
en igualdad de condiciones climáticas que nosotros. Y en cuanto a
mano de obra, esta es la peor de las competencias, porque es
entre pobres, quién trabaja más barato, quién aguanta más hambre.

¿Qué pretenden los Estados Unidos y sus multinacionales, con los
acuerdos de libre comercio?

Nadie debe llamarse a engaños. Los estrategas de los Estados
Unidos han explicado hasta la saciedad sus objetivos en los
tratados de libre comercio. Se trata de cumplir la orientación de
Collin Powell, Secretario de Estado de los Estados Unidos quien,
refiriéndose al Acuerdo de Libre Comercio de las Américas -ALCA-,
afirmó: "Nuestro objetivo es garantizar a las empresas
norteamericanas, el control de un territorio que va desde el polo
Ártico hasta la Antártica, libre acceso, sin ningún obstáculo o
dificultad para nuestros productos, servicios, tecnología y
capital en todo el hemisferio". Y para que no quede duda de qué
persiguen los EE.UU en los Tratados de Libre Comercio TLC y ALCA,
y se evaporen las ilusiones de aquellos que buenamente creen que
"a la mayoría de los colombianos y al país les irá bien con los
Tratados", basta leer a Robert Zoellick, jefe norteamericano de
las negociaciones del TLC: "El ALCA abrirá los mercados de
América Latina y el Caribe a las empresas y agricultores de los
Estados Unidos al eliminar las barreras al comercio, las
inversiones y los servicios, y reducirá los aranceles impuestos a
las exportaciones de Estados Unidos".

Estados Unidos soñó inicialmente con implementar el ALCA, pero
contradicciones con las naciones agrupadas en el MERCOSUR y con
Venezuela, los llevaron a adelantar tratados bilaterales con
Chile, y multilaterales con los centroamericanos y los andinos.

El gobierno de Uribe en una actitud sumisa decidió pedir la
negociación de un tratado de libre comercio con los Estados
Unidos, al tiempo que acepta también el desarrollo del ALCA, una
vez cambien las condiciones adversas que hoy se le presentan.

Análisis de algunas de las hipótesis que sustentan la estrategia
de desarrollo nacional por medio de los TLC.

Como la experiencia histórica de la apertura enseña, el principal
argumento para impulsar el "libre comercio" es que, "las naciones
se desarrollan exportando", "que se debe someter a los
ineficientes agricultores e industriales a la competencia externa
para abaratar los costos de las mercancías para los consumidores"
y que el mundo esta "globalizado" y, por lo tanto, para el
desarrollo de los países no importa "el mercado interno" y menos
"la soberanía nacional".

Si la hipótesis de que "las naciones se desarrollan exportando"
fuera cierta, Colombia tendría un desarrollo mayor al de Estados
Unidos, y el Japón. Proporcionalmente, el peso de las
exportaciones en el PIB, es mayor en Colombia, que es del 18%, en
relación con el de Estados Unidos que es del 10% y con el de
Japón que es del 11%. ¿Y cómo se explica que varias de las
naciones africanas que derivan sus ingresos de sus exportaciones,
en algunos casos hasta del 95%, tengan al mismo tiempo, los
mayores niveles de desempleo y miseria del mundo?

La teoría de que los productores nacionales son ineficientes,
imponen precios de monopolio para vender caras sus mercancías y
que, por lo tanto, hay que someterlos a la competencia extranjera
para obligarlos a ser eficientes, se falsea no sólo por los
resultados de la apertura en el país, sino por el hecho mismo de
que desconoce las profundas desigualdades que se presentan en los
niveles de desarrollo de las naciones. Con esta política no se
somete a la competencia a los productores internos sino que
simplemente se les elimina, favoreciendo de esa manera al
monopolio extranjero, en detrimento del productor nacional. Y en
cuanto a que los precios de las mercancías se abaratan, tampoco
es cierto. El monopolio extranjero no transfiere a los
consumidores sus utilidades, pues la razón última de su ingreso a
estos países, es obtener tasas de rentabilidad mayores a las que
logra en sus naciones de origen.

Y en cuanto a que el mundo está globalizado, eso es cierto desde
la formación de los primeros imperios, los que impusieron sus
condiciones a las naciones y pueblos que oprimieron. Y en cuanto
a la globalización que se vive hoy, vale la pena señalar
textualmente la frase de Henry Kissinger: "La globalización no es
otra cosa que el papel dominante de los Estados Unidos". Lo que
les interesa es colocar sus capitales, vender sus mercancías,
ofrecer sus servicios, controlar los recursos naturales
estratégicos de las naciones, lograr la mayor tasa de utilidad
posible y sobre todo, superar su inmensa crisis de
superproducción.

Para facilitar su política, esgrimen el argumento de que para el
desarrollo de los países no se requiere un mercado interno. Con
ello pretenden negar su propia experiencia histórica. "Durante
siglos Inglaterra se apoyó en la protección, la apoyó hasta
límites extremos y logró resultados satisfactorios. Luego de dos
siglos, consideró mejor adoptar el libre cambio, pues piensa que
la protección ya no tiene futuro. Muy bien, señores, el
conocimiento que yo tengo de nuestro país me lleva a pensar que,
en doscientos años, cuando Estados Unidos haya sacado de la
protección todo lo que ella puede darle, también adoptará el
libre cambio". Esta frase de Ulysses Grant, presidente de los
Estados Unidos de 1868 a 1876, deja ver con claridad que la base
del desarrollo de una nación es la protección de su mercado
interno. Y la única forma de garantizarla es el ejercicio pleno
de la soberanía nacional. ¿O de que otra forma se puede proteger
el mercado interno? No se explicaría el origen de las naciones,
la existencia de las fronteras, la organización de parlamento y
legislación, la moneda propia ni los ejércitos, si no fuera por
la necesidad de proteger el mercado interno. La independencia
nacional que alcanzaran los patriotas, tuvo su origen en la
necesidad de desarrollar de manera soberana la producción en
estas tierras.

¿Qué es lo que se está negociando en el TLC?.

Es relativamente conocido que en el Acuerdo de Libre Comercio, el
gobierno de Uribe Vélez está negociando temas relacionados con la
agricultura, algunos conocen también que diversos sectores de la
producción industrial son objeto de negociación. No obstante,
millones de colombianos desconocen que el tratado incluye temas
que van mucho más allá. Los servicios, por ejemplo, no sólo los
domiciliarios, sino todos los servicios, ambientales, turísticos,
financieros, educativos, de salubridad. Además se discute, en las
mesas del tratado, sobre diferentes aspectos relacionados con
actividades no sólo económicas, sino sociales y culturales. El
esquema de negociación que se está aplicando en el TLC con los
andinos, parte de las mismas propuestas para el ALCA y contempla
no sólo los temas iniciales, sino que incluye otros tópicos, que
no eran objeto de negociación en el ALCA. Es decir, el presidente
Uribe Vélez y los negociadores asumen una actitud más genuflexa,
que la que los mismos Estados Unidos tenían prevista.

Muchos de los temas sobre los que se adelanta la negociación,
implican acceder a modificaciones constitucionales, que hacen más
regresiva la legislación vigente y que resignan, de maner