A pararse de la mesa!
Está por concluir en Washington una ronda más de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Colombia, Perú y Ecuador (a la fecha sólo falta la mesa de Agricultura). Se trata de una versión nueva de este tipo de rondas ya que apenas sesionaron algunas de las 23 mesas, no todas al tiempo, y la de la rama textil funcionó en Miami. La asistencia al “cuarto de al lado” disminuyó bruscamente como resultado del escepticismo que este Tratado empieza a causar en la mayoría de la sociedad y a la táctica de dispersión y alejamiento de las negociaciones que se empieza a implantar como mecanismo para rematar a hurtadillas lo que se ha denominando como “fase política” del acuerdo.
No se sabe con certeza cómo se están resolviendo la gran cantidad de temas contenciosos pendientes en muchísimos campos. No se conoce si la cláusula que concedía 5 años más de vigencia a las patentes de medicamentos, al extender la guarda de los datos de prueba, que presentara “sin querer queriendo” el jefe de la delegación de Propiedad Intelectual, Luis Ángel Madrid, se retirará como oferta o sigue en pié ya que dicha mesa no sesionó en esta ocasión. Por esa concesión en el TLC con Estados Unidos, el Comité Internacional del Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales reconvino a El Salvador. Colombia también pertenece al Pacto.
Las escasas notas sobre lo que ha pasado entre el 14 y el 18 de marzo sólo reportan un endurecimiento mayor de los negociadores norteamericanos. En la mesa de Normas de Origen hacen pasar a los nuestros “las verdes y las maduras” con sus propuestas tendientes a meter de soslayo en cuanto les sea posible sus garras de tigre ansioso.
Por ejemplo, en temas como el origen del atún y de los recursos marinos en general no se reconoce la nacionalidad sino de aquellos que sean capturados por los barcos con bandera del respectivo país aunque los géneros en referencia estén en aguas territoriales de una nación que pertenezca al TLC. Es una forma sucia no sólo de conseguir licencia para piratear nuestros recursos naturales no renovables sino, a través de una cláusula, de echar por la borda la soberanía sobre las zonas de explotación económica que está estipulada en las Leyes de Mares que centenares de países han suscrito y ratificado. De ese modo debilitan el carácter objetivo de la territorialidad, golpeando una de las estructuras básicas de la nación.
En la lógica de pasar por encima de todo, para nada ha influido el resultado del Tribunal de la OMC sobre las prácticas comerciales ilegales de Estados Unidos en el algodón cuyo fallo, reconfirmado este mes de marzo, lo conminó a eliminar los subsidios que le permiten exportar ese producto a precios por debajo del costo de producción. La OMC dictaminó que “los 3.200 millones de dólares que destina a subsidios del algodón y los 1.600 millones de créditos a la exportación, que Estados Unidos concede, son ilegales”. Todos ayudan directa o indirectamente a la trampa comercial de vender los productos por debajo del costo de producción, al “dumping”.
En febrero pasado, el senador Ted Kennedy hizo una declaración sobre los Tratados de Libre Comercio, en particular sobre el tema de Propiedad Intelectual: “se está tratando de bloquear la aprobación y el uso de versiones de medicinas genéricas para impedir que nuevos tratamientos para VIH/SIDA lleguen a la gente del mundo en desarrollo”. Y agregó: “Es una política escandalosa. La administración ha convertido en política de Estados Unidos un bloqueo a las medicinas accesibles que salvan gente con SIDA en América Central porque sienten que es más importante proteger las ganancias de las compañías de marca registrada. Nuestros acuerdos deben cumplir con la letra y el espíritu de la declaración de Doha. Es ley de nuestra tierra y es asunto de vida o muerte para centenares de millones de personas en otras tierras”.
El país esta siendo derrotado en las negociaciones. En los casos mencionados el desarrollo de las mismas apunta a rebasar reglamentos consignados en la OMC, en la Declaración de Doha o en tratados internacionales como la Convención del Mar o el Pacto de Derechos Económicos y Sociales y a la renuncia de Colombia a partes sustanciales de ellos. Lo que suceda en adelante será peor hasta consolidar un TLC que le dé a la superpotencia una normatividad en la relación con las colonias acorde con sus intereses, sin importar que se menoscabe la Constitución u otros tratados.
Más que nunca se requiere la unidad de todos los colombianos para exhortar al gobierno: ¡A pararse de la mesa!!
Es una acción válida en toda negociación.