Resultados de la ronda de Washington: El disco rayado de siempre
A pesar de que los negociadores colombianos y en buena medida la prensa se hicieron grandes expectativas sobre los avances que tendrían las negociaciones en Washington, entre el 14 y el 20 de marzo, y anunciaron definiciones, respuestas de Estados Unidos y avances concretos, el resultado de la Ronda confirma los vaticinios de Recalca. Estados Unidos no cedió ni un milímetro sino por el contrario hizo nuevas exigencias. Esto fue así hasta el punto de que muchos miembros del Cuarto de al Lado y los mismos negociadores manifestaron su frustración. Los desaires fueron notorios: la principal potencia económica del mundo no pudo conseguir en su capital un recinto donde cupieran todas la delegaciones y le correspondió a cada gobierno conseguir locales para que sesionaran los acompañantes del cuarto de al lado. El jefe del equipo norteamericano de la mesa de textiles que debía reunirse en Miami no asistió a las reuniones; en varias mesas tuvieron que esperar horas para iniciarlas. A quienes se atrevieron a suplicar que se tuviera consideraciones especiales con los andinos por el tema del narcotráfico se les respondió que las negociaciones eran comerciales y no políticas. No se cerró ninguna mesa. En los puntos álgidos como textiles los estadounidenses aplazaron cualquier decisión argumentando que deberían hacer consultas. A pesar de que habían anunciado que trabajarían duro para concluir en junio, el magro resultado fue la inclusión de una nueva ronda en Ecuador. El jefe del equipo colombiano que días antes de la ronda había señalado que cualquier demora más allá de junio "implica un desarrollo exponencial de costos para Colombia", tuvo que aceptar dócilmente que la finalización de las negociaciones sería en julio en Washington.
Los andinos llegaron con nuevas concesiones
Pocos días antes de la ronda el gobierno colombiano había cancelado la subasta de maíz que permitía a quienes absorbieran parte de la cosecha nacional, importar maíz con un arancel más bajo. Ahora no se obliga a absorber esta cosecha y quedan los productores nacionales en condiciones de inferioridad pues el arancel del 16 por ciento no equilibra los bajos precios a los cuales llega el maíz amarillo subsidiado por Estados Unidos. Los más fanáticos de la firma del TLC señalaron que esta subasta sería una mala señal para la negociación agrícola y como es lógico, al llegar a la mesa de negociación no obtuvieron nada a cambio, simplemente el gobierno colombiano decidió no proteger el maíz eficazmente. El negociador peruano señaló que las compensaciones a los productos perjudicados por el TLC se limitarían a dos o máximo tres productos. Perú ofreció, a espaldas de los productores de ese país, una cuota inmediata de 42.000 toneladas para importar arroz de EEUU. Ecuador aceptó que 38 productos quedaran por fuera de la franja de precios. Todos los andinos reiteraron su disposición al abandono de la franja de precios a cambio de salvaguardias temporales y parciales y los peruanos plantearon que aspiraban a plazos de desgravación similares a los del Cafta y ya ni siquiera se insistió en las salvaguardias especiales sino que se habló de cuotas de importación.
Los negociadores colombianos habían planteado que en esa ronda esperaban respuestas norteamericanas. Llegaron a afirmar que como mínimo esperaban "cerrar el paquete cero por cero y un avance importante en lácteos" y que no tenían capacidad de movimiento, inclusive aseguraron que reunirse de últimos con el equipo norteamericano y tener los resultados de las reuniones bilaterales con Ecuador y Perú les daba ventajas. Estados Unidos simplemente les recitó a todos el mismo catecismo: apertura completa e inmediata de cereales y demás áreas.
La renuncia a insistir dentro del marco del TLC a la eliminación de los subsidios que EEUU da a sus exportaciones se puso de relieve cuando el ministro de Comercio Exterior de Colombia reconoció que a finales de marzo en una reunión del grupo Cairns que se realizará en Cartagena se tratará de ponerle fecha al desmonte de los subsidios a las exportaciones en la OMC.
Sin embargo en esta ocasión Estados Unidos habló: los seguidores del TLC respiraron aliviados, al fin hay dialogo. Pero, pidió acceso inmediato de más de la mitad del consumo de los países en maíz, no quiso flexibilizar los requisitos sanitarios y fitosanitarios, condicionó el ingreso de Perú al TLC a que se resuelvan los diferendos con varias empresas norteamericanas. Propuso 11 años para llegar a un arancel cero en el agro (en Chile fue 12 años), rechazó la propuesta ecuatoriana de incluir 200 productos en la canasta cero por cero, porque ese país no incluyó productos con algún grado de sensibilidad. Reiteró que la deuda pública debe ser tratada como inversión y que los inversionistas extranjeros deben ser mejor tratados que los nacionales, que los Estados no pueden hacer reclamos pero las multinacionales si, que desea que le permita vender sus desechos y desperdicios. En propiedad intelectual exigió que los andinos asuman compromisos más allá de lo determinado en la OMC.
Por su parte los productos exportadores estrella de los andinos como las flores, el atún o las confecciones siguen siendo rehenes de Estados Unidos quien en la mesa no ha ofrecido todavía nada que remotamente se parezca al ATPDEA vigente hasta finales de 2006, un ejemplo de esto es que ofrece la desgravación de las importaciones de textiles a cinco años cuando hoy están liberadas en el ATPDEA. Por otra parte Estados Unidos pidió que las concesiones que dan los andino no sean inferiores a las que estos países otorgaron a MERCOSUR.
Estados Unidos planteó a Colombia quedarse con todo el mercado del trigo, la cebada, arrebatándosela a los pocos productores nacionales que sobreviven y a Canadá y Europa. Exigencia similar hizo en los demás granos y a todos los países.
Se definió que la mayor parte de las estipulaciones del TLC serán multilaterales con lo cual se asestará otro golpe a la integración andina y se aislará a Venezuela. En el establecimiento de un tratamiento especial para las mercancías y servicios originarios de la región se reiteró que el origen será de los países signatarios del TLC y que de ninguna manera se considerará originarias de la región, las mercancías provenientes de la Comunidad Andina. Un ejemplo de esto fue la rectificación que se hizo sobre el origen en los automotores pues salió una noticia en la cual podría considerarse un automóvil originario de la región si parte de su origen era Venezuela, cosa que fue desmentida al día siguiente cuando se aclaró que no era así, que el uso de autopartes venezolanas sería castigada y que el tratado daría un golpe al convenio automotor andino. La interpretación de la ronda fue prácticamente unánime, los Estados Unidos tienen una postura rígida, inflexible, se retrasan en presentar propuestas o responder a las realizada por los andinos y están quemando tiempo para que al final simplemente la opción sea adherir a las propuestas que vienen presentando desde el principio
Los argumentos de los andinos, por su parte se reducen a la necesidad de los sectores que hoy tienen los beneficios del ATPDEA, de preservar los mercados conquistados. En especial en materia de textiles y de productos agropecuarios como los espárragos y las flores. Los textiles serán difícilmente beneficiados ante la competencia china y en el caso de los productos rehenes se trata de beneficiar a un pequeño grupo sacrificando al conjunto de los países.
Siguen las dificultades
En realidad la firma del TLC andino depende en mucho de la ratificación del tratado con Centroamérica cuyo trámite comienza el 6 de abril y debe estar concluido el 28 de mayo. Antes de esa fecha, deberá ser aprobado el tratado en República Dominicana, Nicaragua y Costa Rica y mientras tanto, los negociadores estadounidenses no pondrán nada nuevo en la mesa, ya dijeron que debían concentrarse en el trámite del Cafta en el Congreso y bajo ninguna circunstancia, después de aprobado ese tratado, aceptarán de los andinos concesiones menores de las que lograron arrancar a los centroamericanos.
Por su parte la administración Bush no ha conseguido la mayoría necesaria para la aprobación del tratado con Centroamérica, a pesar de que el Comité Asesor para Negociaciones y Política Comercial de Estados Unidos (ACTPN) recomendó a Bush la ratificación del tratado con esos países, ya que según ellos lograron concesiones "difíciles de lograr en el ámbito multilateral" y ventajas como el acceso al mercado estadounidense de confecciones ensambladas en maquilas con telas norteamericanas.
A finales de febrero Brasil y Estados Unidos anunciaron el relanzamiento del ALCA para abril o mayo, anuncio que vino acompañado de la declaración brasilera de estar muy interesados en proteger la propiedad intelectual. Cabe recordar que fue precisamente el estancamiento del ALCA el que precipitó las negociaciones de varios TLC por parte de Estados Unidos que prefiere imponer reglas y abrir mercados al conjunto de países de América y no a uno por uno, este relanzamiento puede determinar una pérdida de dinamismo en las negociaciones bilaterales, pero también se constituye en una presión para que gobiernos como el de Uribe aceleren la aceptación de todas las exigencias norteamericanas para suscribir el TLC. Justamente el tema de propiedad intelectual fue el que impidió la firma de un TLC entre Estados Unidos y Suráfrica y el que mantuvo en vilo el acuerdo con Guatemala hasta que ese país modificó su legislación interna. La afirmación del ministro Botero de Colombia de que el tema no sería tocado en la octava ronda por que Estados Unidos no está preparado para responder a las peticiones de los andinos en esta materia, parece un chiste cuando es indudable que Estados Unidos no cambiará de posición, no lo ha hecho en ningún tratado y sin que se acepten sus condiciones no firmará.
A estas alturas la SAC que ha apoyado la negociación dice que los resultados hasta el momento han sido nulos y Hernando José Gómez simplemente dice que hay avances conceptuales y los anuncios de que va atrasada la negociación, junto con la permanente afirmación de que se va a intensificar el trabajo, contrastan con el día y medio que se le dedico al considerado tema más espinoso, el agrícola. Estados Unidos simplemente pidió apertura total y simétrica (sin eliminar subsidios) para sus exportaciones agrícolas.
Ante las crecientes críticas al Cafta en el Congreso estadounidense, los negociadores de ese país han endurecido sus posiciones en temas claves como textiles, propiedad intelectual y agro. El cierre de 30 fábricas textileras y la pérdida de más de 30 mil empleos en el sector textil tiene a los congresistas norteamericanos en ascuas e, impotentes ante la avalancha de textiles chinos, quieren compensarlas con ganancias en los acuerdos con los andinos.
Se acentuaron las presiones sobre Ecuador y Perú para que resolvieran los litigios pendientes con empresas norteamericanas y se llegó a plantear que estaban dispuestos a firmarlo solo con Colombia.
Aún los más vehementes defensores del TLC como Luis Carlos Villegas, presidente de la ANDI de Colombia, aseguran que la situación en EEUU es adversa a los TLC y aspiran a ser miembros del último paquete de negociación de este tipo de tratados. Algunos políticos que han apoyado la política de Uribe están tomando distancia. Rodrigo Rivera señaló que estaba mal negociado y el exembajador en la OEA -Horacio Serpa- señaló que firmar el TLC era inconveniente, semanas antes había afirmado que prefería el ALCA y hay quienes han resucitado la idea de un TLC light. Hasta personalidades de la talla del gurú japonés, Omahe, indiscutibles partidarios del libre comercio han señalado que Colombia no está preparada para firmar el tratado.
Los obispos ecuatorianos alertaron sobre el desconocimiento de su pueblo acerca de las implicaciones del TLC y en Colombia surgieron nuevas voces pidiendo que se divulguen los textos de la negociación.
La desconfianza en la estrategia negociadora del gobierno colombiano se generaliza, por el intento deliberado de ocultar las contradicciones internas del equipo de negociación, por haber dejado el tema de propiedad intelectual en salud para el final y por mostrar demasiado la gana. Hasta la representante de la Conferencia Episcopal colombiana señaló que no tenía confianza en el equipo negociador y este fenómeno generalizado a toda la región arrojó como primer resultado de las negociaciones, el retiro de los jefes de los equipos de negociación de propiedad intelectual de todos los países.
La negociación nuevamente resultó una charada, Estados Unidos reafirmó sus exigencias, los andinos hicieron sus respectivas concesiones. A Estados Unidos les parecieron insuficientes y de una forma u otra señalaron que el piso es el Cafta y que la máxima aspiración andina debe ser el ATPDEA pero no gratis.
En estas circunstancias la negociación está en lo mismo del primer día. Se trata de aceptar las exigencias norteamericanas o no firmar el tratado. No queda más alternativa que levantarse de la mesas, no suscribir el tratado y reconocer ante toda la sociedad que la firma en las actuales circunstancias es una mera claudicación en la cual se benefician muy pocos sectores y se perjudica el resto de la nación.
Red Colombiana de Acción frente al Libre Comercio y el ALCA, Recalca
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