Un breve balance
El MERCOSUR después de Ouro Preto: las prioridades del movimiento sindical
El cambio del perfil político de los gobiernos de los países del Mercosur en
los dos últimos años, creó un escenario con una correlación de fuerzas
favorable a la profundización del bloque y produjo una nueva y positiva
perspectiva para la integración, con algunos marcos como los documentos
Consenso de Buenos Aires y el Acta de Copacabana y el Programa de Trabajo
2004/2006, aprobado a finales de 2003. Un cuadro que generó muchas expectativas
sobre los avances que podrían ser concretados en la Cumbre de Ouro Preto II, en
diciembre de 2004. Perspectiva que lamentablemente no se confirmó.
Sin duda en Ouro Preto 2004 se dieron pasos importantes, como fue el
lanzamiento del Fondo de Convergencia Estructural del Mercosur y la aprobación
de la continuidad de construcción del Parlamento del Mercosur. Decisiones que
exigen ser detalladas y profundizadas en un breve espacio de tiempo, si se
quiere realmente concretar un modelo de integración económica, comercial,
político y social que se viene afirmando en los documentos citados.
Otro punto, positivo desde la visión sindical, fue la creación de un Grupo de
Trabajo de Alto Nivel, de composición interministerial, con participación de
las organizaciones sindicales y empresarias, para la adopción de una Estrategia
de Generación de Empleo en el Mercosur.
Una decisión derivada de la Conferencia Regional de Empleo, realizada en abril
del 2004, que se concretó por demanda y presión de la Coordinadora de Centrales
Sindicales del Cono Sur. Y que será una de las prioridades de la acción
sindical en el próximo período. En el plan externo, Ouro Preto II marcó la
ampliación del bloque hacia América del Sur, con la adhesión Ecuador, Venezuela
y Colombia como Estados Asociados, juntándose a Bolivia, Chile y Perú que ya
habían adherido anteriormente. Hechos que se juntan con la creación de la
Comunidad Sudamericana de Naciones, que se dio en Noviembre en Cuzco. Pero,
como ya habíamos alertado, en mediados del año pasado, el balance general indica
resultados modestos en los temas más sustantivos, visto que no se aprobó
prácticamente nada en relación a dos cuestiones que condicionan la posibilidad
de profundizarse la integración, como son la Reforma Institucional del Mercosur
y la definición de una política de complementación e integración productiva.
La actual estructura del Mercosur esta desfasada del proyecto de integración
que se pretende, no solo porque esta muy centrada en los aspectos comerciales,
pero también porque no contempla un nivel de articulación entre las diferentes
políticas que deberían ser contempladas para avanzar en la construcción de un
Mercosur orientado a la producción y el desarrollo social.
Defendemos una política de desarrollo que promueva la complementación de las
cadenas productivas, que tenga la definición de mecanismos y fondos de
financiamiento, promueva políticas de exportación comunes y que proporcione la
incorporación de las medianas y pequeñas empresas en los flujos de comercio. De
lo contrario, los desequilibrios y asimetrías comerciales y productivos,
seguirá generando conflictos sectoriales, retrasando y distorsionando la marcha
de construcción de la Unión Aduanera.
Este nivel de conflicto impidió incluso la habilitación de una discusión seria
sobre la adopción de un régimen común para gestionar un sistema de
salvaguardias, con un sistema de control común que incrementara la confianza en
las potencialidades de la integración económica. Omisiones, a las cuales, se
juntan otras también importantes del Plan de Trabajo 2004-2006, como el
reglamento para medidas compensatorias y antidumping, la defensa de la
competencia, la coordinación macro-económica, entre otras. A la luz de este
breve balance y de las discusiones y decisiones políticas que la CCSCS viene
acumulando, hace más de una década, definimos nuestras prioridades y la agenda
de trabajo para el 2005 que tratamos a continuación.
Las contradicciones entre las políticas nacionales y el proyecto del Mercosur
Pero, sea más positivo, o más negativo el balance, hay un hecho claro y
determinante, que hasta ahora no hubo cambios en las políticas monetaria,
fiscal y macroeconómica nacionales que siguen condicionadas por los compromisos
y reglas del sistema financiero internacional. Hecho que conspira contra el
proyecto anunciado y afirmado por los Presidentes del Mercosur. No es, y no
será, posible concretizar un mercado común si prevalece la concepción del
bloque como una base exportadora de las empresas transnacionales y productos
primarios hacia terceros mercados. No hay posibilidad de concretar la formación
de un bloque fuerte y con cohesión interna, capaz de promover un nuevo modelo
de desarrollo económico, productivo y social, si se mantiene esta contradicción
entre las opciones políticas internas y el proyecto de consolidar el Mercosur
como la base estratégica de la inserción internacional de nuestros países.
Estas cuestiones no son menores, al contrario, condicionan el futuro del bloque.
Respaldamos la consigna de nuestros gobiernos de que “las crisis del Mercosur
se resuelve con más Mercosur”. Pero para nosotros esto significa finalizar las
reglas para una asociación comercial, la adopción de una estructura
institucional mas profunda y de carácter supranacional y la definición de una
política industrial y agrícola común, que incluya también las medianas,
pequeñas y microempresas, las cooperativas y la agricultura familiar y tenga
como objetivo primero la generación de empleos de calidad y con protección
laboral y mejoras considerables en la distribución de renta.
Este es el primer tema que la CCSCS quiere discutir con los cuatro gobiernos,
teniendo claro el carácter estratégico que tiene y el hecho que condiciona las
posibilidades de que avancemos o no en la implementación de una política de
empleo y distribución de renta en nuestra región. La consolidación del
Mercosur como base para la construcción de la Comunidad Sudamericana de
Naciones Siempre estuvimos a favor de que el Mercosur trabajara para crear una
asociación económica, comercial y política en el continente sudamericano. Por
ello vemos positivamente la firma del acuerdo de asociación comercial entre el
Mercosur y la CAN, la adhesión de Chile, Bolivia, Perú, Colombia y Venezuela
como estados asociados y la firma del acuerdo para la creación de la Comunidad
Sudamericana en Cuzco.
Y, coronando ese proceso de articulación en el continente, vimos con
satisfacción la decisión del Consejo del Mercado Común de solicitar a ALADI un
estudio sobre la viabilidad de estos acuerdos y los impactos que puedan tener
sobre nuestras economías. Sin embargo, estas decisiones abren interrogantes
políticos y dudas sobre la consolidación de un bloque continental capaz de
hacer frente a las imposiciones del Estados Unidos en el ALCA, a los planteos
proteccionistas y los condicionamientos comerciales puestos por la Unión
Europea y la necesidad de fortalecer los planteos de los países en desarrollo y
más pobres en las peleas por reglas de libre comercio más justas en la OMC.
A nivel técnico el primer problema es como se dará el encaje entre los tres
procesos simultáneos en marcha: el acuerdo Mercosur-CAN, la Unidad Sudamericana
de Naciones y este Mercosur “estirado”. Es inexistente un cuerpo jurídico que
permita la convivencia entre los tres acuerdos. Asimismo, hay incertidumbres de
cómo el Mercosur va a lograr finalizar las cuestiones internas pendientes, al
mismo tiempo en que asume compromisos con nuevas agendas externas e incorpora
en algunos ámbitos Estados Asociados sin definir la diferenciación de los
participantes en ese conjunto. Una cuestión importante, si pensamos que hoy el
numero de Estados Asociados es mayor que el de Estados miembros plenos del
Mercosur.
Otra cuestión es que sólo es posible pensar con perspectivas serias la
conformación de un bloque sudamericano como horizonte estratégico, a partir de
la profundización de los dos bloques subregionales, la CAN y en particular el
Mercosur. Cómo esto va a convivir con las negociaciones en separado de los
países andinos y el Mercosur y cómo se combinará con el desarrollo de la
Comunidad Sudamericana de Naciones, hasta el momento un acuerdo de carácter
político, pero con pretensiones de avanzar mucho más. Estas articulaciones
políticas serán suficientes para proyectar un bloque continental con autonomía
y capacidad de negociación con otros bloques? En otras palabras: esta
ingeniería compleja e incompleta tendrá capacidad de resistir a la estrategia
bilateralista y anti-Mercosur que EEUU quiere imponer en el ALCA?
Todas esas cuestiones queremos debatir con nuestros gobiernos, adelantando ya
dos puntos: para consolidar esa estrategia continental es imperioso que el
Mercosur supere sus debilidades jurídicas, económicas e institucionales y los
esfuerzos y concesiones para lograr los acuerdos externos no pueden generar
contradicciones y ni condicionar la capacidad de avance del Mercosur.
La integración productiva y los fondos estructurales La CCSCS ha impulsado
fuertemente desde los inicios del Mercosur la necesidad de diseñar una política
industrial de la región que nos permita invertir el modo de inserción
dependiente, periférica y subordinada de nuestros países en la economía mundial,
la cual ha tenido una incidencia determinante en la desocupación y
fragmentación social. En este sentido vamos a seguir presionando por la
creación de la Comisión de Desarrollo Productivo e Infraestructura, teniendo
claro que su prioridad debe ser la articulación de las políticas de industria,
agricultura, transportes, puertos, energía, comunicaciones, etc, volcadas a la
ampliación de la participación de las empresas y sectores en el comercio,
integración de las cadenas productivas y generación de empleos. Queremos
además fortalecer y ampliar los Foros de Competitividad e Integración de las
Cadenas Productivas, que para nosotros deben ser mesas de diálogo que tengan una
metodología y una agenda de trabajo que atiendan a las demandas sindicales. Esto
implica desarrollar discusiones políticas con los Ministros de Industria y
Economía y volver a tener una participación activa en el Subgrupo de Industria
y de Agricultura del Mercosur. Pero fundamentalmente, para viabilizar estas
propuestas es condición inequívoca la participación y presión de los
trabajadores y trabajadoras del Mercosur, teniendo como punto de partida la
consolidación y el avance de la organización sindical sectorial de la CCSCS, que
desde 2003 se viene fortaleciendo.
La reforma institucional Vamos seguir insistiendo en la importancia de la
propuesta de reestructura organizacional que la CCSCS presentó a los
Presidentes en diciembre en Ouro Preto (finalización de la construcción del
Parlamento Mercosur, creación de Comisiones de Desarrollo Productivo y
Desarrollo Social, Comité de Empleo, fortalecimiento de la participación de la
sociedad civil y mayor transparencia de las negociaciones, etc). Vamos a pedir
participación en el Grupo de Trabajo de los temas y junto con las demás
organizaciones que hacen parte del Foro Consultivo Económico Social, la Comisión
Parlamentaria Conjunta y la Red de Mercociudades, definir una estrategia de
acción para presionar por la realización de cambios profundos en la estructura
institucional del Mercosur.
Empleo
En nuestra actuación en el Grupo de Trabajo de Alto Nivel sobre Empleo (GTE)
vamos a proponer la creación de un Comité Permanente de Empleo, orientado por
ejes claros que contemplen las cuestiones de genero, la juventud, las pequeñas
empresas y la agricultura familiar y la capacitación profesional. Una propuesta
que será hara pública en el acto que vamos hacer en la triple frontera en el
Primer de Mayo próximo. Sabemos que la primera tarea será hacer funcionar el
Grupo de Trabajo de Alto Nivel sobre Empleo (GTE). Como tantos otros grupos
creados en Mercosur somos conscientes de que si los trabajadores no ponemos el
ritmo y el contenido difícilmente avance.
Las directrices capaces de generar medidas de promoción de empleo pueden ser
limitadas y de mediano plazo. Por esto, además de esta actuación en el plano
institucional, vamos presentar una pauta común de reivindicaciones a los
gobiernos y sectores empresarios, con medidas que puedan generar nuevas fuentes
de trabajo a corto plazo, empezando por la reducción de la jornada de trabajo
para 40 horas semanales.
Montevideo, 25 de Febrero 2005
Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur (Argentina – CGT y CTA;
Brasil – CUT, CGT y Força Sindical; Chile – CUT; Paraguay – CUT; Uruguay –
PIT/CNT)