Perú: ¿Apuro en las negociaciones o respuestas tardías?
"Las críticas al TLC transcurren en el marco de lo que es “política mente correcto”, pues se ha logrado instalar en la opinión pública la idea de que discrepar de su esencia constituye una suerte de antipatriotismo".
La experiencia histórica demuestra que, para que una negociación sea exitosa en todos los ámbitos imaginables, se requiere firmeza. El ejemplo más reciente es la culminación de la renegociación de la deuda pública argentina de 90 mil millones de dólares, que pone fin a una moratoria de más de tres años.
A diferencia del presidente peruano y de quienes lideran la negociación del TLC con Estados Unidos, el ministro de economía argentino, Roberto Lavagna, se mantuvo inquebrantable en su propuesta para solucionar este problema: “O aceptan la reducción del pago, o se quedan sin cobrar”. En el transcurso de la negociación, se negó a recibir emisarios y, muchas veces, a asistir a reuniones en la sede de los países acreedores.
Con una economía estrangulada por la falta de acceso al financiamiento, criticado por economistas y políticos conservadores en Argentina, presionado por el FMI, los gobiernos de los países ricos agrupados en el G-7 y los tenedores argentinos de títulos de la deuda, su respuesta fue siempre la misma: “Viviremos con lo nuestro, Argentina seguirá existiendo aun sin financiamiento externo”. Para reforzar la estrategia de negociación, el Ejecutivo envió un proyecto de ley, que aprobó el Congreso, en el que se prohibió modificar la propuesta de canje de la deuda en mora. Ello, sin duda, contribuyó a que ésta haya logrado, finalmente, un 80% de aceptación de los acreedores.
Muy distinta es la actitud con la que nuestro gobierno negocia el TLC con Estados Unidos. No solo se carece de un “Plan B” alternativo a este cuestionable y, en el largo plazo, inconveniente tratado, aunque se manifiesta públicamente que el país se vendría abajo si no se firma. Asimismo, aceptamos que en el último tramo de las negociaciones estas se realicen en las oficinas de la USTR en Washington, y que no se nos brinde la facilidad de disponer de una sala de eventos en la que confluyan negociadores y sector privado de los países andinos. Lo que se informe como avances de las negociaciones será presentado en la sede que amablemente ofrecen las embajadas andinas.
Las críticas al TLC, en general, transcurren en el marco de lo que es “políticamente correcto”, pues se ha logrado instalar en la opinión pública la idea de que discrepar de su esencia constituye una suerte de antipatriotismo. La oposición se centra en aglutinar a los sectores que serán afectados, los que a su vez están “a favor, en general” del mismo, siempre y cuando no se les perjudique. Son pocas las organizaciones de la sociedad, académicos y representantes políticos que han cuestionado los TLC en los aspectos de política económica que involucran, así como en los costos que tendrá en el proceso de integración andina y regional. Es sintomático que, entre sus muchas condiciones, Estados Unidos exija que la Comunidad Andina no participe en las negociaciones, cosa que sí ocurría en el ALCA.
En los comunicados sobre las negociaciones del TLC del APRA y del PDD –apoyado por organizaciones civiles–, se muestra preocupación por el apresuramiento de ellas, razón por la cual se exige ampliar el plazo y el número de rondas hasta que los términos de la negociación sean positivos para nuestro país. Ese no es el problema pues, contrariamente, hay retraso con respecto a los objetivos iniciales del gobierno. En realidad, lo que hay es lentitud en las respuestas de los sectores políticos y de la sociedad. En este contexto, es oportuna la propuesta presentada por la congresista Elvira de la Puente en la cual solicita que los temas materia de negociación del TLC con EEUU sean analizados con el equipo negociador en las comisiones ordinarias del Congreso. Asimismo, que, en grupos de trabajo, puedan escucharse las inquietudes y propuestas de los diferentes sectores involucrados en los temas sensibles de la negociación. Con ello, según la propuesta, estarán más relacionados con los temas que son materia de negociación, permitiendo conocer con certeza lo que se votará cuando el TLC sea puesto a consideración del poder legislativo para su aprobación.
Nunca es tarde. Pero a estas alturas de la negociación, tendría que haberse emitido ya un pronunciamiento multipartidario, con límites muy precisos para los negociadores. Sin ello, da lo mismo cuál es la velocidad de las negociaciones.