Ante la Séptima Ronda del TLC con EE.UU.

Perú: No ceder por apuro innecesario y antidemocrático

2005-02-04 00:00:00

Estamos en vísperas de la 7ma ronda de negociaciones del Tratado
de Libre Comercio con los EE.UU., que se realizará del 7 al 11 de
febrero. El Perú llega a ésta última ronda técnica, antes de la
final en Washington, con un gran déficit: el país no sabe qué se
está negociando y puede terminar con un TLC perjudicial para el
país. El TLC con los EE.UU. tendrá enormes implicancias para
nuestro futuro como Nación. Se trata de fijar reglas igualitarias
de relación con un país que tiene una enorme ventaja económica y
tecnológica, y que se rehúsa no sólo a establecer trato especial
y diferenciado a nuestros países no aceptando establecer los
mecanismos compensatorios y de ayuda al desarrollo indispensables
ante tal desigualdad y asimetría. No siendo suficiente, nos exigen
la eliminación de los pocos mecanismos de compensación que a favor
de los productores nacionales tenemos, como es el caso de la
franja de precios en la agricultura o la preferencia que tienen
las pymes nacionales en el acceso a las compras del Estado.

En el TLC no sólo está en discusión el comercio de bienes, como su
nombre pareciera indicar, sino también los servicios, la propiedad
intelectual, las políticas de competencia, las compras del Estado,
así como las normas laborales y medio ambientales, la
biodiversidad, el acceso a mercados y el sometimiento de los
diferendos a arbitrajes internacionales. Puede decirse, entonces,
que el TLC es un modelo de desarrollo en sí mismo -por la
diversidad de áreas que comprende- y compromete los instrumentos
de política económica y estrategias de desarrollo futuras. Una
mala negociación puede hipotecar el desarrollo del país,
convirtiendo al TLC en una “camisa de fuerza” que quite márgenes
de maniobra para políticas y estrategias de desarrollo,
hipotecando el futuro del país. Esto debe evitarse.

Un TLC mal negociado podría arruinar gran parte de nuestra
agricultura (al hacerla “competir” deslealmente con productores
norteamericanos fuertemente subsidiados, dejándonos sin
mecanismos de protección), afectar negativamente a las PYMES y la
industria nacional, encarecer las medicinas, arriesgar nuestro
patrimonio biogenético, y afectar la capacidad estatal de promover
sectores fundamentales, económica y socialmente, vía compras
estatales u otros instrumentos. De la negociación también depende
que nuestros productos, agropecuarios y otros, tengan acceso real
al mercado norteamericano, lo que puede ser bloqueado por
barreras, bajo diversos pretextos como los sanitarios u otros.

Se dice que uno de los objetivos del TLC es mantener los
beneficios comerciales que de manera unilateral los EE.UU.
otorgan a nuestro país, a través del ATPDEA, y gracias a los
cuales los sectores textil y agroexportador han tenido un
importante crecimiento en los últimos años. La negociación del TLC
demanda algo más complejo, en donde para mantener los beneficios
del ATPDEA, nuestro país podría verse obligado a hacer una serie
de peligrosas concesiones. Por más que nos interese consolidar el
crecimiento de los sectores beneficiarios hoy, no podemos buscar
mantener lo que tenemos a costa de sacrificar a otros sectores
productivos esenciales como el agro nacional, las pymes o
restringiendo el acceso a la salud de las personas, aceptando las
pretensiones norteamericanas. El país es uno sólo y su desarrollo
depende del desarrollo conjunto de todos: dejar fuera a los
grupos hoy vulnerables atentaría contra la estabilidad social del
país y se correría el riesgo de perder la viabilidad social y
económica que deseamos los peruanos.

La negociación actual del TLC preocupa a la ciudadanía. No tiene
una ley que la enmarque ni consenso nacional sobre los puntos
principales que el Perú debe necesariamente obtener. Este peligro
se agrava porque, sin ninguna justificación, el Ministro Alfredo
Ferrero quiere terminar apresuradamente las negociaciones en
Marzo, aunque la reelección de Bush facilite tener más tiempo
disponible para la negociación. Pero temas sensibles de enorme
importancia como los referidos a la agricultura, las compras del
gobierno y las patentes (que afecta el precio de los medicamentos)
recién se empiezan a negociar, al cierre. Cualquier
apresuramiento innecesario le hace juego a la táctica
norteamericana de negociación, que presiona -a último momento-
con una amenaza de que no haya TLC si el equipo peruano no acepta
sus pretensiones, impidiendo una discusión nacional al respecto.

A su vez, el gobierno no prioriza el reforzar nuestro comercio y
relaciones económicas con la Comunidad Andina, Latinoamérica,
Europa y el Asia, con quienes desarrollamos el 75% de nuestro
comercio. Tampoco avanza en promover efectivamente la
competitividad mediante infraestructura adecuada, promoción
tecnológica, facilidades financieras y apoyo a cadenas productivas.
Menos aún ha identificado los sectores que se verán negativamente
afectados con el TLC – pues todo tratado de este tipo tiene
beneficios pero también costos – ni ha diseñado mecanismos
internos de compensación. El gobierno debe reorientar la
negociación, pasando a hacerlo de manera soberana y democrática,
con plena información a la Nación. Para ello, no hace falta
gastar miles de dólares en viajes de docenas de congresistas, pero
sí que el Ministro Ferrero se presente ante el Congreso, informe
al país y debata abiertamente el tema, antes de la última ronda de
negociaciones en Washington. El Congreso también debe aprobar una
ley que enmarque las negociaciones, ubicándolas dentro de una
estrategia de desarrollo con equidad, estableciendo claramente
los puntos esenciales en los que no estamos a dispuestos a ceder,
tal como lo hace la ley de EE.UU.. Finalmente, bien informado, el
pueblo en su conjunto decidirá la conveniencia o no de este
tratado mediante un adecuado proceso de consulta nacional.

La democracia y el interés nacional son lo más importante. Los
plazos deben adecuarse a ello. No debe apurarse por terminar la
negociación de una manera que no nos asegura buenas condiciones.
Más bien debemos asegurarnos que esta negociación sea en
beneficio de todos los peruanos y tenga su consentimiento.