La visita de Bush y la ronda de Tucson

2004-11-29 00:00:00

En vísperas de la visita de Bush a Colombia, realizada el
pasado 22 de noviembre, el subsecretario de Estado
norteamericano para el hemisferio occidental, Walter
Bastian, refiriéndose al TLC señaló que las negociaciones
son muy duras pero que a la larga sus resultados son
positivos, con lo cual para un buen entendedor estaba
afirmando que EEUU mantendrá firme la dura posición que ha
sostenido desde el comienzo. Frente a la solicitud de dar
un tratamiento preferencial a la agricultura y a la
propiedad intelectual, por la colaboración de Colombia en
la lucha contra el narcotráfico, afirmó enfáticamente que
"son dos cosas distintas" y que "no negociamos con base en
política sino en los beneficios que se puedan obtener" y
recordó que la insistencia en la firma del tratado provino
de los países andinos. Estos mismos criterios fueron
ratificados por el embajador estadounidense ante Colombia,
el mismo día de la visita de Bush, cuando afirmó que una
cosa es la ayuda y otra los negocios.

Declaraciones similares han realizado reiteradamente
funcionarios norteamericanos desde el primer día de las
negociaciones. Por eso la visita de Bush, durante la cual
Uribe le solicitó un "acuerdo comercial equitativo",
tener una especial consideración con el sector agrícola
colombiano y que los negociadores norteamericanos de
propiedad intelectual sean más flexibles en la negociación,
encontraron una respuesta clara: el silencio. Bush no habló
del tema sino se refirió a su propósito de continuar el
Plan Colombia.

Las negociaciones del TLC seguirán su curso normal con
fuertes exigencias norteamericanas y solitarios llantos y
suplicas de los andinos. Colombia debe hacer particulares
concesiones ya que debe mostrar su agradecimiento por la
ayuda militar a través del Plan Colombia. Las solicitudes
de Uribe a Bush en el sentido de tener misericordia con el
agro, las pequeñas empresas y la salud pública no
convencen, cuando se acompañan al tiempo de tender
nuevamente la escudilla para renovar el flujo de ayuda
militar y financiera para una nueva edición del Plan
Colombia que culmina en 2005 y el apoyo norteamericano al
nuevo acuerdo con el FMI. No es que Estados Unidos vaya a
tener consideraciones sino que va a cobrar en el TLC lo
"otorgado" en los demás terrenos.

Uribe pidió una agricultura fuerte para derrotar el
terrorismo y Bush le respondió que el tratado debía ser
aprobado por el congreso estadounidense o sea que debía
ceñirse a los parámetros definidos por este, con razón el
ministro Cano señaló "aquí el Presidente Bush no vino a
negociar".

Estados Unidos lo ha dicho en todos los tonos: Se firmará
un tratado similar al de Chile y el de Centroamérica y el
ATPDEA es el techo con un posible plus que servirá de
anzuelo.

El gobierno colombiano deberá demostrar en Tucson su
propósito de acogerse a esto y debe hacer nuevas
concesiones, pues al parecer las ya realizadas no
satisfacen a los estadounidenses. Uribe ha cedido la franja
de precios, la salvaguardia industrial la cual operará
solamente hasta que culmine el periodo de desgravación y ha
concedido en muchos otros campos. Sin embargo, hay que
estar alerta pues al anunciar que los temas polémicos son
agricultura y propiedad intelectual, se están ocultando las
gravísimas definiciones que se están tomando en los temas
como inversión, importación de usados, compras estatales,
etc.

Las declaraciones del gobierno colombiano en el sentido de
que las exigencias norteamericanas son inaceptables y que
son posiciones inflexibles, para tener credibilidad,
deberían llevarlo a levantarse inmediatamente de la mesa
de negociaciones.

Bogotá, noviembre 29 de 2004

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