Manifiesto: ¡Fuera ya FMI y BM!

2004-09-17 00:00:00

TERMINAR CON 60 AÑOS DE DESTRUCCIÓN

¡FUERA YA FMI Y BM!

Hace 60 años, delegados de los gobiernos de 45 países se
reunieron en Bretton Woods, New Hampshire, EE.UU., y
elaboraron un plan para rediseñar la economía mundial. Por
primera vez, se forjaron acuerdos y crearon instituciones
globales vinculantes, supuestamente bajo el espíritu de la
cooperación económica internacional. En verdad la reunión,
dominada por los países victoriosos de la II Guerra Mundial
y los EE.UU., preparó el camino para que un puñado de
países y gobiernos poderosos y ricos del Norte, pudieran
dictar a toda la humanidad, la forma que debía tomar la
economía mundial según su parecer.

Fundando las instituciones, gobernando la economía mundial
Los Acuerdos de Bretton Woods crearon el Fondo Monetario
Internacional (FMI) y el Banco Internacional de
Reconstrucción y Desarrollo, o Banco Mundial (BM),
otorgando a estas dos instituciones gemelas un mandato para
mantener un orden global y el clima económico conducentes
al desarrollo capitalista.

El FMI haría cumplir las reglas acordadas de un sistema
financiero y monetario global con el dólar estadounidense
como la moneda internacional, estableciendo un equilibrio
entre un sistema cambiario rígidamente fijo y un sistema de
flotación desregulada. Por otro lado, el Banco Mundial fue
constituido originalmente como el Banco Internacional de
Reconstrucción y Desarrollo (BIRD), para ofrecer créditos a
las economías devastadas por la guerra y a los países
pobres para "proyectos de desarrollo" y para "el alivio de
la pobreza masiva".

Las estructuras y los procedimientos para la toma de
decisiones establecidos, reflejaron el gran desequilibrio
de poder existente entre naciones. Al igual que una empresa
privada, el voto y los derechos de los miembros son
proporcionales a sus "acciones". No debe sorprender que el
accionista más importante del FMI y del BM sea EE.UU.

Se han producidos varios cambios desde la fundación del FMI
y del BM en 1944. Las reglas que gobiernan la economía
mundial fueron adaptadas a los problemas emergentes y
requisitos nuevos del sistema capitalista global. Se dieron
pasos para aumentar y reforzar los poderes de estas
instituciones sobre los países del Sur. Como fue, por un
lado, la formación de nuevas entidades bajo el FMI y el
grupo de corporaciones del BM y por otro lado la creación
de sus contrapartes regionales, el Banco Asiático de
Desarrollo, el Banco Africano de Desarrollo y el Banco
Interamericano de Desarrollo.

Durante la mayor parte del sigo XX, las necesidades y los
requerimientos del orden capitalista global para prosperar
y prevalecer, han sido definidos por estas instituciones. A
la vez, el paradigma y sus políticas han sido determinadas
por los integrantes más poderosos, los países más ricos del
mundo, liderados por EE.UU.

Deuda y destrucción

Mientras se aumentaba el precio del petróleo a principios
de los años '70, muchos de los países desarrollados
reducían su demanda de bienes producidos en los países del
Sur a fin de poder pagar el petróleo y reducir los déficit
en sus balances de pagos. Por otra parte los países del Sur
que no producían petróleo tambaleaban bajo el impacto de
los aumentos vertiginosos en el precio de este último junto
con la caída de la demanda y de los precios para sus
productos principales.

Por otro lado, los bancos e instituciones financieras
internacionales se encontraban con un gran superávit de
dólares producto de la cuadruplicación del precio del
crudo. Empujados por la necesidad de invertir ese
superávit, aprovecharon las vulnerabilidades económicas de
los países del Sur y vendieron agresivamente sus créditos.
Los acreedores, implacable e inescrupulosos, no mostraron
cuidado alguno frente a los procedimientos democráticos
internos ni a las leyes nacionales y prestaron
irresponsablemente, créditos a gobiernos corruptos. Estos
préstamos eran destinados para proyectos dudosos y no
viables, que perjudicaban a las comunidades y el
medioambiente o que eran viciados por fraude y términos
onerosos. Los acreedores también extendieron generosos
préstamos a empresas privadas a condición de que éstas
tuvieran garantías gubernamentales, que aseguraran
convenientemente el pago por medio de los recursos
tributarios.

De manera aún más insidiosa, sin embargo, también
existieron motivos políticos que empujaron la gran ola de
empréstitos de los años '70 y '80. Los gobiernos del Norte
utilizaron al FMI y al BM para promover sus intereses
político-militares y económicos en el Sur. De cara al
fortalecimiento de los movimientos de liberación en el Sur,
los préstamos del FMI y del BN sirvieron para mantener a
dictaduras represivas y regímenes autoritarios leales a
EE.UU. – tales como Marcos en las Filipinas, Mobutu en
Zaire, Suharto en Indonesia y las juntas militares en
Argentina. Todavía hoy, los pueblos del Sur siguen pagando
los costos de la riqueza mal habida y embolsada por estos
dictadores y sus socios a través de empréstitos onerosos.

La Deuda Externa de los países del Sur creció enormemente
durante los años 70', llevando al estallido de una crisis
de endeudamiento a principio de la década de los 80', en un
contexto de fuerte recesión mundial, la caída de la demanda
de los productos de exportación de las naciones del Sur y
el aumento desmesurado de las tasas de interés que tocaban
el cielo debido a las políticas de libre cambio. La
gravedad de la crisis de endeudamiento sólo fue reconocida
públicamente por la comunidad internacional después de que
México amenazara con una cesación de pagos en 1982. Para
entonces, muchos países del Sur estaban tambaleando al
borde del colapso financiero o pasando por una contracción
económica grave.

Durante los años sucesivos, el servicio directo de la deuda
tomaba una porción enorme y cada vez mayor de los
presupuestos oficiales de los países del Sur, acarreando el
deterioro de las políticas sociales y los servicios
públicos. En ese marco se instauró un ciclo vicioso que
implicaba que los gobiernos se endeudaran por montos cada
vez mayores a fin de poder pagar el servicio de las deudas.

En respuesta parcialmente a la fuerte movilización contra
la deuda y a la presión de la opinión pública en general,
el FMI, el BM y los gobiernos acreedores (con los países
del G7 a la cabeza) implementaron varios programas de
"alivio" de la deuda. Estos fueron diseñados hábilmente,
simulando ser programas de ayuda a los países del Sur
trabados por la deuda cuando en realidad, redundaron en un
beneficio mucho mayor para los acreedores.

El Plan Brady, de principios de los años '90, apuntó a
países tocados por la crisis de endeudamiento de los '80,
incluyendo Argentina, México, Brasil y las Filipinas. El
objetivo fue transformar una parte importante de sus deudas
comerciales en bonos – instrumentos financieros que
implican mayores garantías de pago y cuyos términos no
pueden ser renegociados-. El Plan Brady no resultó reducir
la deuda, sino más bien, permitió a los acreedores limitar
sus pérdidas, convertir sus pasivos en bonos que podrían
ser comercializados en los mercados secundarios y poder
generar ganancias y mejoras en los indicadores de deuda de
los países señalados para finalmente llegar a prestarles
nuevamente. En resumen, el Plan Brady generó nuevo
endeudamiento y deudas más grandes. En menos de una década,
Argentina había caído en una nueva crisis de endeudamiento
y los demás países muestran claras señales de seguir el
mismo camino.

A mediados de los '90s el FMI y el BM lanzaron el programa
de alivio de deuda para los "Países Pobres Muy Endeudados"
(HIPC, por sus siglas en inglés). Pese a su relanzamiento
como "HIPC aumentado" , a fines de esa década, este esquema
de alivio de deuda no ha sido mucho más que un mecanismo
para que los acreedores limpiaran sus libros contables,
recibieran pagos de países que ya estaban en cesación de
pagos y exigieran el cumplimiento de diversos
condicionamientos económicos reciclados como PRSPs –
Programas Estratégicos para la Reducción de la Pobreza.

En 2002, la deuda externa de los países del Sur llegó a u$s
2,4 billones (2,4 millón de millones de dólares), habiendo
sido de u$s 580 mil millones en 1980. Esta cuadruplicación
de la deuda ocurrió a pesar de los esquemas de alivio y de
los pagos efectuados por los países del Sur, en forma
directa, de más de u$s 4,8 billones durante los mismos
veintidós años.

Condicionalidades, Programas de Ajuste Estructural y PRSPs

Con la deuda de los países del Sur llegando
vertiginosamente a proporciones realmente increíbles, el
FMI y el BM ejercieron aún mayor influencia sobre sus
Gobiernos. Utilizando la deuda como un instrumento de
presión, el Fondo y el Banco y sus contrapartes regionales,
obligan a los países del Sur a implementar políticas
económicas establecidas como condiciones para nuevos
préstamos y como requisitos para obtener una evaluación de
riesgo crediticio positiva. La comunidad financiera
internacional, utiliza dicha evaluación, para determinar el
acceso de un país al crédito, como así también, los
términos de ese acceso.

Estas condicionalidades económicas no solo involucran
políticas supuestas como necesarias para asegurar el
servicio de la deuda, sino que también abarcan la
reestructuración más estratégica de las economías del Sur a
fin de otorgarle libertad de movimiento a los capitales y
los bienes. En un proceso llamado globalización, que está
guiado y racionalizado por la ideología neoliberal, los
países del Sur quedan a la merced de un mayor saqueo de
parte de las corporaciones trasnacionales, bancos
internacionales y otras instituciones financieras, además
de los gobiernos del Norte.

A partir del final de los años '70, el FMI demanda a los
países endeudados que se sometan a los "Programas del FMI"
que enfatizan políticas fiscales y monetarias (incluyendo
políticas tributarias, de presupuesto y gasto público,
tasas de interés, cambiarias, de reservas internacionales y
base monetaria). Los países que pasan por crisis en su
balance de pagos son obligados a aplicar medidas de gran
austeridad conocidas como políticas de "estabilización".

Por otro lado, el Banco Mundial ha estado exigiendo el
cumplimiento de programas de ajuste estructural de largo
plazo, incluyendo la liberalización comercial y cambiaria,
la desregulación de la industria y la privatización de las
empresas y servicios públicos. El Banco no sólo impone
estas políticas sobre los países del Sur en forma de
condiciones para sus préstamos, sino que además financia la
aplicación de estas políticas y provee el conocimiento y
asesoramiento técnico requeridos.

El impacto de estas políticas de ajuste está muy bien
documentado. Son numerosos los testimonios, evaluaciones y
estudios que demuestran sus efectos desastrosos:

-Las políticas debilitantes del FMI han acarreado
reducciones dramáticas en los presupuestos públicos
sociales y como consecuencia, un deterioro grave en
programas públicos de salud, educación y vivienda; el
despido masivo de empleados públicos; sistemas tributarios
más regresivos; incrementos en las tasas de interés; y
precios más altos para los bienes de la canasta básica.

-Los programas de ajuste estructural del Banco Mundial y
los bancos regionales han provocado: la destrucción de
empresas y emprendimientos rurales locales; la pérdida de
los medios de subsistencia y de empleos; una reducción de
salarios; un incremento en el costo de vida; acceso más
restringido a la atención sanitaria, la educación y la
posibilidad de una vivienda digna; la dislocación de
comunidades enteras (incluyendo sobre todo los pueblos
originarios); extensos daños al medio ambiente; la erosión
del control soberano sobre los recursos naturales y
políticas de desarrollo. Las mujeres y niñas en especial,
en situación de mayor desventaja a raíz de la
discriminación de género, experimentan aún mayor
marginalización y empobrecimiento.

En los últimos años, estas instituciones financieras
internacionales han sido implacables en sus esfuerzos a
favor de la privatización del agua y de la energía. Con la
alfombra roja extendida por el Fondo, el Banco Mundial y
los bancos regionales de desarrollo, los imperios
corporativos de agua y energía más grandes del mundo están
recibiendo garantías de escenarios de inversión muy
lucrativos por parte de los gobiernos dependientes del Sur.

Las experiencias nacionales de privatización de agua y
energía claramente contradicen la pretensión de que las
empresas privadas sean más eficientes y ofrezcan servicios
más baratos. Tarifas en constante aumento pero reduciendo
cada vez más el acceso público a los servicios básicos;
promesas incumplidas de mejoramiento de infraestructura con
mayor riesgo para la salud pública; sistemas regulatorios
maleables; transacciones y procedimientos financieros y de
gestión cuestionables y privilegios empresariales
extraordinarios demuestran lo contrario. De hecho, la
tendencia privatizadora que estas instituciones han
impulsado como condición para liberar sus créditos ha
provisto simplemente a las grandes corporaciones
multinacionales de otra manera de acumular ganancias
garantizadas a costa de millones de consumidores.

Típico de su propensión a la duplicidad, el FMI-BM admiten
oficialmente que se han cometido algunos errores y
reconocen parte del "impacto social del ajuste". No
obstante, no han tenido reparos en seguir adelante con la
aplicación de sus políticas y programas. Estas
instituciones solamente admitieron lavarse un poco la cara,
y en el año 2000 reempaquetaron sus políticas de ajuste
estructural como "Programas Estratégicos para la Reducción
de la Pobreza (PRSPs), requisitos para el ingreso al HIPC y
para la aprobación de cualquier crédito nuevo. Estas
políticas se han mantenido esencialmente igual que siempre,
y el objetivo dual de asegurar el servicio de la deuda y
otorgar a los países capitalistas industrializados mano
libre para dominar las economías del mundo se mantiene tan
enraizado como siempre.

Jornadas Mundiales de Resistencia al FMI y el Banco Mundial
1 al 12 de Octubre de 2004

El FMI y el BM hacen su juego, hablando de "la reducción de
la pobreza", " la participación de la sociedad civil",
"democracia y transparencia", mientras continúan por el
mismo camino de destrucción. No podemos permitir que estas
instituciones sigan fabricando crisis. Instamos a las
luchas, campañas y movilizaciones en contra de estas
instituciones, en el Sur como también en el Norte, a
intensificarse y avanzar.

Para marcar el 60 aniversario de estas instituciones de
Bretton Woods, unámonos y movilicémonos durante la primera
quincena de octubre, realizando "JORNADAS MUNDIALES DE
RESISTENCIA AL FMI, AL BM Y SUS INSTITUCIONES ALIADAS".

Nuestra protesta global coincidirá con la Reunión Anual del
FMI y del BM, a realizarse el 2 y 3 de octubre, y
continuará hasta el 12 de octubre, fecha de importantes
movilizaciones en todas las Américas (frente a las
injusticias perpetradas en contra de los pueblos
originarios desde la llegada de Colón a las islas del
Caribe, hace más de 500 años).

Trabajemos juntos para convertir estas "JORNADAS DE
RESISTENCIA" en un grito resonante reclamando el fin de la
hegemonía de estas instituciones. Movilicemos durante estos
días para asegurar una manifestación masiva de la unidad
entre los pueblos del Norte y del Sur que luchan para
construir un nuevo orden económico basado en el
empoderamiento económico, político y social de todos y de
todas, para poder disfrutar de una vida plenamente humana.

¡ABOLIR LA DEUDA ILEGÍTIMA!
¡PARAR LA PRIVATIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN,
SALUD, VIVIENDA, AGUA Y ENERGÍA!
¡PARAR LA IMPOSICIÓN DE POLÍTICAS ECONÓMICAS NEOLIBERALES!
¡TERMINAR CON 60 AÑOS DE DESTRUCCIÓN!
¡ FUERA YA FMI Y BM!

Adhesiones:

Para sumar la adhesión de su organización o movimiento
puede hacerlo en el formulario previsto en el sitio
www.ifi-out.org o enviando un mensaje a
"jubileosur@wamani.apc.org" y/o a "oct2004@ifi-out.org".