Trabajo, neoliberalismo y TLC

2004-08-31 00:00:00

Se ha vuelto frecuente la pregunta: ¿cómo les irá a los trabajadores
colombianos si se acuerda el TLC con Estados Unidos? Quién entienda que
ese tratado es la profundización de las políticas que empezaron aplicarse
en Colombia desde 1990, y además sepa lo que les ha ocurrido a los
asalariados en esta etapa, tendrá que concluir que no les irá nada bien.

Porque los más de 20 mil millones de dólares de déficit en la relación
entre importaciones y exportaciones entre 1993 y 2003 quieren decir que
hubo una masiva sustitución de la producción y el trabajo nacional por los
de los extranjeros, con el consecuente aumento del desempleo. Y también se
sabe de la disminución del empleo y los salarios en las empresas que no se
cerraron, porque buena parte de los productores sobrevivientes lo lograron
por la vía de reducir sus costos laborales. Además, ¿a cuánto hubieran
llegado los cesantes y las bajas salariales si no hubieran migrado los
millones que salieron de Colombia expulsados por el empobrecimiento
generalizado?

El café, producto de exportación por excelencia, muestra otra faceta de lo
ocurrido. En este caso también se redujo la producción y el empleo, pero
porque disminuyeron las exportaciones nacionales ante la competencia de
países con costos laborales menores, y eso que ha disminuido el consumo de
comida entre el campesinado y que los obreros agrícolas cafeteros, cuando
logran emplearse, apenas llevan a sus hogares unos 35 mil pesos luego de
una semana de trabajo. Ahora sí que es cierto que, más que exportarse
café, lo que se exporta es pobreza.

La competencia a escala global -sea para poder exportar, defenderse de las
importaciones o desarrollar los llamados servicios- tiene como principal
sustento la unión de los capitales de envergadura universal con los
precios de la mano de obra de cada país, lo que se traduce en que las
transnacionales buscan ubicarse donde los costos laborales sean menores,
incluidos en dichos costos los salarios, las prestaciones, la salud y las
pensiones. Y esta realidad azota a los trabajadores no calificados, como
es obvio, pero de ella no se escapan los especialistas de todos los
sectores, exceptuando a unos pocos que actúan en la cúpula del poder
económico. Entonces, si el precio de la mano de obra disminuye en Vietnam,
debe reducirse en Brasil; y si cae en Estados Unidos, también deberá
hacerlo en Alemania. Vencerán en esta competencia -si eso puede llamarse
una victoria- aquellos países que logren vender su mano de obra más
barata, advertí en 1990.

La estrategia de desarrollarse por las exportaciones que anunciaron en la
apertura de los noventa y que ahora nuevamente anuncian -aun si fuere
cierta, porque lo ocurrido y la predicciones oficiales de lo que ocurrirá
con el TLC lo que muestran es que más han crecido y crecerán las
importaciones- conduce a las peores relaciones sociales que puedan
concebirse en un país. Dado que quienes compran las exportaciones no
residen donde se produce sino en el extranjero, la única relación deseable
que les queda a los exportadores con los asalariados de sus países es la
de lograr bajar los costos laborales, so pena de ser desplazados por los
competidores de otras latitudes que sí puedan hacerlo. De ahí que tengan
alcances tan limitados las invocaciones para que en el TLC se establezca
el cumplimiento de las leyes nacionales en las relaciones entre el capital
y el trabajo, pues es apenas natural que la tendencia sea a seguir
desmejorando esas normas en función de lo que imponga la competencia
global.

No es casual, entonces, que uno de los signos de la etapa que se acentuará
con el TLC sea la destrucción o el debilitamiento de las organizaciones
sindicales, pues son estas las que, al reemplazar la contratación
individual por la colectiva, permiten que los asalariados mejoren sus
condiciones laborales.

El sacrificio de las condiciones laborales también genera baja de la
producción y aumenta el desempleo, pues la menor capacidad de compra de
los trabajadores reduce las ventas de quienes producen para el mercado
interno, donde se localiza y localizará la parte principal de los
compradores de la producción nacional.

En conclusión, el mayor desempleo, el empeoramiento de las condiciones
laborales de quienes no quedan cesantes y el rebusque del trabajo informal
es lo que les espera a los trabajadores colombianos en el TLC con Estados
Unidos.

Bogotá, 22 de agosto de 2004.