Patentar la vida es acabar con ella

2004-06-18 00:00:00

Las patentes siempre han sido un tema criticado desde todos los
frentes. Uno de los debates de más amplio conocimiento que se ha
dado sobre ellas estuvo relacionado con la pretensión que tuvo
hace algunos años un ciudadano norteamericano de patentar el Yajé
(mezcla de varios bejucos, preparada por los indígenas de la
cuenca amazónica para ceremonias rituales). Pretensiones similares
no escasean. Todos los países que tienen comunidades que aún
conservan prácticas ancestrales de curación, agrícolas, de
edificación, etc. viven en la constante zozobra y el constante
peligro de enfrentarse con pretensiones de este tipo. Perú, por
ejemplo, donde se han manipulado ancestralmente cantidades
innumerables de variedades de papa, se ha visto amenazado
permanentemente por individuos y organizaciones que han querido
patentar algunas de ellas, diciendo que han sido invenciones suyas
y no el producto de una experimentación ancestral que los
indígenas y otras comunidades étnicas han llevado a cabo durante
milenios.

El tema de las patentes se vuelve más complejo cuando se examinan
las condiciones en las que una "creación" debe ser patentada. Hay
quienes, ingenuamente, creen que las patentes representan una
oportunidad económica para las creativas comunidades de nuestros
países: en cuanto es patentable todo lo que sea novedoso, nuestras
comunidades, con todas sus rarezas y singularidades, llevarían
siempre la delantera, cosa que terminaría por lucrar a los
pobladores empobrecidos de nuestros países. A primera vista la
idea no suena tan mal: si nuestros indígenas se inventaron algo
que puede llenarlos de dinero, pues que lo patenten y se
enriquezcan con ello. Evidentemente hay un problema conceptual de
fondo en esta idea, pero antes de debatir sobre él, es preciso
evidenciar que, en la práctica, patentar es mucho más difícil que
sólo quererlo. En el mundo hay pocas instancias en las que es
posible tramitar una patente. Todas ellas están ubicadas en el
Norte y son reguladas por organismos del Norte. Los trámites son
costos

En todo caso, estas competencias no son una novedad. Exactamente
lo mismo pasa en todos las instancias del mercado. Incluso el arte
que se cree que está fuera de estos juegos termina estando tan
adentro como las agencias de moda y modelaje. Sólo es artista el
que tiene medios (entiéndase "palanca", dinero y, en general, un
poder capaz de superponerse sobre otro), sólo es empresario el que
tiene medios, sólo es comerciante el que tiene medios, etc. En el
mundo del capital nada puede ser nunca justo. Hay desigualdades
viejas e invisibles contra las que es imposible luchar y que
estructuran unas condiciones desiguales para cualquier jugada que
se haga o se pretenda hacer al interior de las complejas
estructuras prefiguradas del mundo capitalista.

A pesar de la falta de novedad, no deja de ser sorprendente que
E.E.U.U. venga con toda la fuerza a negociar lo poco que nos
queda, a saber, la vida. Es de conocimiento amplio que del
petróleo nos queda cada vez menos, que los recursos carboníferos,
que en su mayoría están siendo explotados por empresas
multinacionales, se agotan, que las empresas de agua y energía
son, cada vez más, empresas extranjeras. Los recursos de los
tradicionalmente se ha lucrado el país están en manos de las
multinacionales. ¿Qué nos queda entonces por vender? La vida. La
vida que son muchas cosas: es el agua que la alimenta, son los
árboles que la llenan de color, es el oxígeno del que dependemos,
son las culturas que la fortalecen y le dan sentido, son los
rituales y los dioses que la regulan, es la medicina que la limpia
y purifica, son las plantas, los animales, los microbios, las
bacterias. Esta vida, constituida por surcos diversos y
entretejidos, es lo que nos queda. Y es esta vida, valiosísimo
tesoro, lo que este gobierno q

Digamos que el panorama de las patentes antes de las negociaciones
del TLC no era ni tranquilo ni iluminado. Empero, lo que sucede
ahora es que el artículo 8 del tratado en cuestión, promete
atormentarlo y oscurecerlo mucho más. Los conocedores del tema
afirman que las aspiraciones de Estados Unidos en cuanto al tema
de patentes (y, podemos suponer, que también en todo lo demás)
superan en mucho las regulaciones de la Organización Mundial del
Comercio. ¿Era esto posible?. En el citado artículo se posibilitan
las patentes para invenciones en: "1) plantas y animales, y 2)
procedimientos diagnósticos y terapéuticos para el tratamiento de
humanos y animales". Hasta este momento las patentes se han
utilizado en artefactos, plantas y animales, no en tratamientos
medicinales. ¡Qué capitalismo! Diré ¡qué egoísmo! Si se supone que
la medicina debe procurar brindar salud a la humanidad. Con las
patentes sobre los tratamientos médicos la aplicación de los
mismos se verá restringida a aquellos con capacidad de pagar lo

Estamos hasta aquí de acuerdo con el problema conceptual de fondo:
patentar la vida es acabar con ella. Si una práctica ritual de
curación es patentada, esto quiere decir que nadie podrá
realizarla nunca más a menos que decida pagar para ello; si
alguien quiere comer o hacer uso de un animal o una planta que
haya sido sometida a un proceso de mejoramiento, perfectamente
milenario, tendrá que pagar a quien patentó la "idea novedosa".
Todos de acuerdo. Pero, por otro lado, tenemos el problema de la
biopiratería. Nada ni nadie nos garantiza que las supuestas
invenciones sean tales. El caso del Yajé tiene su moraleja:
cualquiera puede llegar a decir que algo es auténticamente nuevo y
las pruebas para desmentirlo no parecen estar cerca de nuestro
alcance. El TLC habla sobre el asunto: si hay una publicación que
hable sobre la invención, que date de un año o mas y que haya sido
elaborada por una persona diferente a aquella que aspira a la
patente, ésta queda entonces imposibilitada. La primera y obvia
pregunta es

La lucha contra las patentes de la vida no puede hacerse al
interior de instancias viciadas por el capital. No tenemos por qué
ir a "regatear" a E.E.U.U. para que disminuya su agresividad y su
gula al negociar aquello que es nuestro. Debemos entonces salirnos
de las estructuras y reconfigurar el Mundo desde fuera. Debemos
renunciar a la posibilidad de que se firmen más acuerdos y
tratados comerciales en los que nuestros derechos se nos ven
sistemática y permanentemente violados. Por eso, porque defendemos
la vida y resistiremos con ella y para ella: No al ALCA, No al
TLC.