La crisis energética argentina, una jugada a favor del ALCA

2004-05-31 00:00:00

El gas que falta en Argentina Repsol lo vende a EE.UU. La
funcionalidad de una crisis de dudosa identidad de cara al
escenario regional que Estados Unidos necesita para
apropiarse de los recursos naturales de la región.

Con la llamada crisis energética, los argentinos y los
sudamericanos en general están siendo sometidos a una de
las operaciones de desinformación mejor planificada de los
últimos tiempos. Los consorcios petroleros y en alguna
medida los gobiernos de Bolivia, Argentina y Chile tejieron
una madeja de tergiversaciones y sigilos que oculta algunos
elementos cruciales y vinculados a la estrategia
estadounidense de apropiación forzada de los recursos
naturales latinoamericanos.

Todo ello fue posible gracias al desguace del estado
sudamericanos, registrado durante el proceso de
privatizaciones y desregulaciones que tuvo lugar durante la
pasada década de fundamentalismo neoliberal y a que, más
allá de algunas insinuaciones del actual gobierno de Buenos
Aires, como la anunciada creación de una empresa energética
estatal, aquella concepción sigue vigente.

¿Cuáles son esos elemento a los que se hace alusión en el
primer párrafo de este artículo?

En primer lugar hay que dejar establecido que los envíos
oficiales y registrados de gas argentino a Chile no fueron
recortados como se dice y que las carencias energéticas
aducidas por el gobierno de Ricardo Lagos obedecen a que
Santiago aumentó las reexportaciones de ese gas a Estados
Unidos, para abastecer la verdadera crisis que sí afecta al
sector en el estado de California.

Con esa operación cuasi clandestina, Chile cumple con las
obligaciones impuestas por el tratado bilateral de libre
comercio que suscribió con Estados Unidos, concretándose en
los hechos la operación contra la que se levantó el pueblo
boliviano a fines del año 2003, para concluir con la caída
del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y su sustitución
por otro protegido de Washington, el actual jefe de estado
Carlos Meza.

Recordemos aquí que el de los acuerdos bilaterales de libre
comercio con los distintos países de América Latina es uno
de los caminos alternativos trazados por las
administraciones estadounidenses para imponer una suerte de
ALCA de facto. El proyecto ALCA fue planteado durante el
gobierno de George Bush padre, reinstalado a mediados de la
década del ´90 por William Clinton y finalmente impulsado
por el actual inquilino de la Casa Blanca, George W. Bush.

En segundo término, es necesario aclarar que la
triangulación comercial del gas que Bolivia le vende a
Argentina, o mejor dicho que una empresa se vende a si
misma -Repsol Andina le vende a Repsol YPF- llega a Chile a
través de los gasoductos que también son de Repsol, y
termina cuando desde allí se reexporta hacia Estados
Unidos.

En otras palabras, los tan vapuleados recortes a la
exportaciones argentinas a su vecino del otro lado de los
Andes son, en los hechos, mínimos, y el faltante de energía
acusado por Lagos es consecuencia del incremento de sus
propias exportaciones a su socio comercial del Norte. De lo
que se concluye que la falta de gas a los consumidores
domésticos y al aparato productivo de ambos países
sudamericanos -en Argentina ya afecta a 12 mil industrias-
conforman las dos caras de un mismo negocio, que siempre
termina en las mismas arcas, las de Repsol.

Esa empresa además desabastece de petróleo a los mercados
internos para incrementar su renta exportadora y presiona
al gobierno argentino con un constante reclamo de aumento
en los precios domésticos, política empleada también por el
resto de las empresas que conforman el sistema oligopólico
que rige en este país.

Estos datos fueron revelados en forma reservada a APM por
técnicos argentinos que trabajan en Repsol YPF, quienes
fundaron sus apreciaciones en documentos internos de la
empresa y explicaron que la operatoria es posible debido a
que el Estado argentino no sólo desconoce el volumen de sus
reservas gasíferas sino que tampoco tiene control alguno
sobre el tránsito y el destino del fluido que atraviesa su
territorio, ni mucho menos sobre el destino del 70 por
ciento de las ganancias por exportaciones que perciben las
petroleras -habilitadas legalmente a no liquidarlas en el
país- ni la verdadera identidad de la ingeniería financiera
y societaria de Repsol, que está cumplimentado los pasos
burocráticos para transformarse en una corporación de
matriz estadounidense.

¿Y que gana con todo esto el estado boliviano? El grupo
Repsol le paga sólo el 15 por ciento del precio de las
exportaciones asentadas oficialmente, ya que el país del
Altiplano sufre la misma incapacidad de control que afecta
al argentino.

Félix Herrero, integrante del movimiento en pro de la
recuperación de la soberanía energética de Argentina,
MORENO, explicó por su parte que cuando el ex jefe de
gobierno español José María Aznar llegó al poder "la
pequeña destilería estatal Repsol se convirtió en una gran
privatizada, manejada por algunos amigos suyos. A partir de
ahí funciona como intermediaria entre grupos
norteamericanos y británicos".

¿A quien pertenece Repsol? El propio Herrero dijo que "es
una sociedad española, del capital bancario español, en la
que, hasta el año 2005, el Estado tiene una acción de oro.
Cuando esta acción venza, los capitales propietarios están
dispuestos a vender la empresa por un buen precio. En ese
caso, es probable que una firma norteamericana o inglesa se
haga cargo de Repsol. Más aun, hace tres meses, un grupo
californiano, Brandes Co., tomó el control del 9,9 por
ciento de las acciones".

Este economista de la Universidad Nacional de Buenos Aires
(UBA) recordó que "Repsol es la empresa petrolera más
endeudada del mundo. Llegó a tener un 80 por ciento de
deuda sobre su capital". La petrolera -¿española?- opera en
Argentina, Bolivia, Venezuela y Jamaica a través de una
refinería estadounidense, completó Herrero.

Otras fuentes reservadas, consultadas en Bolivia y Estados
Unidos, revelaron a APM que Repsol ya tiene previsto una
cesión millonaria de acciones a favor del consorcio
petrolero estadounidense encabezado por el clan Bush, el
mismo que diera origen, hace más de una década, a la firma
"Arbusto" (palabra que traducida al inglés significa
"bush"), una asociación entre George Bush padre y la
familia cuyo hijo menor se llama Osama ben Laden.

Esos capitales forman parte a su vez de la masa societaria
de la corporación Hallyburton, ganadora de hecho de las
principales "licitaciones" abiertas por el gobierno
norteamericano de ocupación en Irak y entre cuyos
principales accionistas se encuentra el actual secretario
de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld (ver libro
"Bush & ben Laden S.A., de Víctor Ego Ducrot, Grupo
Editorial Norma, Buenos Aires, 2001).

Se comprueba así la profunda articulación existente entre
la América Latina que resultó de las dictaduras militares
de la década del ´70 -privatizada, con economías
desreguladas y convertidas en botín para la disputa
interimperialista entre Estados Unidos y la Unión Europea
(UE)- y el Irak tomado por asalto por Washington en nombre
de sus corporaciones energéticas. Ambos escenarios
geopolíticos son atravesados por un mismo fenómeno: el de
la tortura como método para enfrentar la protesta popular y
la resistencia armada.

En la América Latina de la década del ´70 la tortura
sistémica se llevó a cabo amparada en la Doctrina de la
Seguridad Nacional, en tanto que en Irak, las tropas del
Pentágono actúan en nombre de la Teoría de la Guerra
Preventiva y de la lucha contra el llamado Terrorismo
Internacional.

En el prólogo al notable libro del cientista político
brasileño Luís Alberto Moniz Bandeira ("Argentina, Brasil y
Estados Unidos", Grupo Editorial Norma, Buenos Aires,
2004), otro especialista brasileño, Samuel Pinheiro
Guimaraes, escribió que "la estrategia económica
estadounidense para América del Sur, matizada y agravada
hoy por un nuevo enemigo, el terrorismo internacional, cuya
existencia maléfica, difusa y terrible todo lo justifica,
permanece en su esencia: mantener los lazos de dependencia
económica y financiera de los dos principales Estados
sudamericanos -Brasil y Argentina- utilizando los acuerdos
con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y su creciente
administración directa; abrir y mantener abiertos sus
mercados para bienes, servicios y capitales; y acceder a
las materias primas estratégicas".

Esta estrategia estadounidense, que para todo el mundo fue
diseñada a mediados de la década del ´90 a través de un
documento académico y adoptado por la Casa Blanca -
"Proyecciones para el 20015"-, pone en el centro de la
escena al siguiente concepto: para recuperar su hegemonía
absoluta, puesta en jaque por la UE y por la aparición de
China como nuevo protagonista central del tablero
internacional, Estados Unidos debe asegurarse el control de
la reservas fundamentales de la llamada economía real. Esas
reservas son las de energía y sistemas de distribución,
agua potable y biodiversiad.

Para el cumplimiento de ese objetivo, las administraciones
norteamericanas se han propuesto, entre otras coas, y según
lo manifestara el ya citado Pinheiro Gimaraes, desarticular
las soberanía energéticas de los países periféricos y
fomentar entre ellos el recelo y el enfrentamiento.

Ese esbozo teórico cae como anillo al dedo para entender el
escenario de la llamada crisis energética sudamericana y en
particular el tablero explosivo de Bolivia, declarado hace
dos meses por el departamento de Estado norteamericano en
el mismo grado de prioridad y urgencia que Colombia, base
geográfica de los planes militares de Washington para el
conjunto de la región.

Estados Unidos estimula a Chile, su socio y pieza
geoestratégica en el Cono Sur, para que, con su negativa a
una solución negociada de una salida al mar para Bolivia -
reclamo de ese país desde la Guerra del Pacífico a fines
del siglo XIX-, recaliente el clima de inestabilidad en el
área. Además, fuerza al gobierno de Bueno Aires a sostener
a su nuevo hombre en Bolivia, el presidente Meza, a la vez
que a darle casi exclusividad operatoria en el sector
gasífero -el país del Altiplano es la principal reserva del
continente como Venezuela lo es de petróleo- a la ya casi
estadounidense Repsol.

Por otra parte, favorece el escenario para el ALCA y para
la vuelta de los fundamentalistas neoliberales, y sigue
socavando el parque energético y productivo en general de
la periferia sudamericana, especialmente de Brasil y
Argentina, las dos máximas preocupaciones de Washington en
estos confines Sur de nuestro continente.

* Víctor Ego Ducrot y Martín Waserman
Desde Buenos Aires