ALCANO - boletín 17
¿TLC para mayo?
Posición de la Campaña Peruana frente al ALCA y el Tratado de
Libre Comercio con los EE.UU.
Pocas veces una noticia que corresponde a las relaciones
entre dos países, logra tener tanta importancia para otros.
Acaba de conocerse que los gobiernos de Estados Unidos y
Colombia han fijado el 18 de mayo como la fecha en que deberá
iniciarse la negociación de un tratado de libre comercio,
estando previsto que a ella luego se incorporen el Perú y
Ecuador, y que al último entre Bolivia, aparentemente cuando
todo esté resuelto.
El presidente Uribe tiene motivos para festejar. Después de
todo logró ser considerado como la prioridad andina del
presidente Bush tras un largo esfuerzo por poner en el centro
del comercio los asuntos de la guerrilla, el terrorismo y la
lucha antidrogas, todos mezclados como para que no se
entienda bien. Esta era una apuesta segura en los términos
que más se ajustan hoy a las concepciones dominantes en la
Casa Blanca y el Pentágono.
Un TLC que se conversa con Colombia, para luego obligar al
resto a entrar en el aro puede apreciarse fácilmente como una
prolongación de las políticas de intervención y control que
están en marcha en esta parte del continente. Nadie se
sorprenda que la bandera arriba para entrar a lo del tratado,
se defina en la misma reunión en que se aprueba aumentar los
fondos de ayuda militar para el "Plan Colombia" y se logra
una autorización para aumentar el número de "asesores
militares" de los Estados Unidos en territorio colombiano.
De un lado para otro
El hecho es que ya sabemos como será la negociación que se
viene, o en todo caso como es que ahora está viendo Estados
Unidos las cosas. Desde octubre 2003, hemos pasado
efectivamente por sucesivos cambios, ante los que ninguno de
los gobiernos implicados ha protestado o hecho alguna
observación de procedimiento. Recordemos nomás que en plena
lucha de Washington por desarmar el G-21 y disipar los
efectos de la crisis de Cancún, se ofrecieron TLC bilaterales
a distintos países, en la línea del que venía de ser suscrito
con Chile, después de una larga negociación. Esto quería
decir un uno a uno, en el que todos querían ser los primeros.
Luego se supo -porqué así le pareció a los Estados Unidos-,
que la negociación se haría con cuatro países andinos,
dejando a un lado a Venezuela por razones obviamente
políticas, y prescindiendo de la CAN, como si esta
organización con más de treinta años de existencia, estuviera
pintada en la pared. Esta invitación se convirtió, más tarde,
en una secuencia en la que primero se negociaría con Perú y
Colombia, y en un segundo momento se extenderían los acuerdos
a Bolivia y Ecuador. Ahora tenemos otra variante. Primero
Colombia, y después Perú y Ecuador, mientras Bolivia queda
relegada para el final de las negociaciones.
Hay una clara vulneración de soberanía en todas estas idas y
venidas, a pesar que se supone que es un trato entre países
que se deben respeto mutuo. Pero no hay mucho de que
sorprenderse si se toma en cuenta las abiertas presiones
norteamericanas para hacer que la etapa previa a la discusión
de los contenidos del TLC le sirvan para arreglar problemas
pendientes con nuestros países, como es el caso del reclamo
de las empresas estadounidenses con juicios con el Estado
peruano para que una resolución "rápida y justa" de las
controversias, que se entiende como con intervención política
y a favor de los intereses extranjeros.
Se ha hecho casi natural que en la lógica de lo que se llama
ahora libre comercio, los participantes imaginen que pueden
transar sobre cualquier cosa, incluida la independencia de
poderes, la democracia y la dignidad de las naciones.
Todo por el TLC
Las negociaciones por el TLC tienen un resultado casi
asegurado desde el momento que los países andinos convocados
a participar en él, se han comprometido ante sus pueblos en
la posición de que estos compromisos serán de todas maneras
beneficiosos y que lo peor que puede sucedernos es quedar
excluidos de ellos. De esta manera, al entrar a negociar, una
de las partes -la de EE.UU-, puede afirmar que si no se le
conceden los puntos que reclama, simplemente no habrá TLC y
aquí acaba todo el asunto; mientras la otra -nuestros
gobiernos-, se han comprometido a sacar el acuerdo sea cual
sea el precio o tendrán que reconocer que han fracasado. Así
entonces no estamos ante una relación simétrica y una
negociación verdadera.
Cuando sólo uno puede exigir y amenazar con romper, y el otro
empieza por someterse a la agenda, los plazos, los
acompañantes del acuerdo, el orden de entrada de cada uno, y
a los cambios que el otro impone, ya sabemos que esto será lo
que Estados Unidos quiera, no lo que nuestros pueblos podrían
estar esperando.
Lo más triste de todo es que hasta hoy no se logran ver los
verdaderos peligros del TLC para diversos sectores de la
sociedad en los países andinos. Frente al sueño de conquistar
una pequeña porción del inmenso mercado norteamericano para
los productos de nuestros países: ¿qué estamos dispuestos a
entregar? Eso parece que no está en la preocupación de los
gobernantes. Y tampoco de la mayoría de la población que está
profundamente desinformada.
¿Vamos a facilitar la entrada de productos agropecuarios
fuertemente subsidiados de los Estados Unidos, sin protección
de nuestros mercados, conduciendo a la ruina a pequeños
agricultores y campesinos?
¿Vamos a aceptar la cláusula de "trato nacional", para las
transnacionales de bandera en los Estados Unidos, que
reclaman tener los beneficios y oportunidades de las empresas
locales, incluidas la micro y pequeña empresa, pero no sus
obligaciones?, ¿entregaremos las compras estatales ahora
asignadas a las pymes, al mejor postor, conduciendo a la
pérdida de muchos puestos de trabajo?
¿Vamos favorecer la privatización del agua potable, la salud
y la educación, como parte de la liberalización de los
servicios, afectando seriamente a los consumidores y
arrebatando al Estado de sus últimos instrumentos de política
de desarrollo?
¿Vamos a aceptar que se encarezcan las medicinas, los
programas de cómputo y demás productos protegidos por las
normas de "propiedad intelectual", que en otros TLC han
aumentado los plazos de protección más allá de lo que exige
la OMC con perjuicio a los consumidores?, ¿vamos a reconocer
la propiedad intelectual que las transnacionales reclaman
sobre productos tradicionales de nuestros pueblos como el
caso de la maca y el yacón?
¿Vamos a acabar con la últimas empresas públicas porque eso
conviene a los capitales transnacionales como ocurriría
probablemente con lo que queda de la empresa del petróleo,
los puertos y el resto del patrimonio público?
¿Vamos a someternos a tribunales arbitrales privados
internacionales renunciando a nuestro propio sistema de
justicia?
Estas deberían ser nuestras preocupaciones. ¿Qué se gana y
qué se pierde con los TLC?, ¿quiénes ganan y quiénes pierden?
Y sobre todo respetar el derecho de la ciudadanía a
informarse y decidir sobre si le conviene el camino que
nuestros gobiernos dicen que es el mejor y a la vez,
contradictoriamente, del que no podemos escapar.
La Campaña Peruana frente al ALCA y el TLC con los EEUU,
llama la atención seriamente sobre lo que está sucediendo y
convoca a que nos movilicemos para que estas negociaciones no
subasten al país.
En esa línea convocamos a:
Impulsar la iniciativa de lograr las firmas necesarias para
que se aprueba una ley que obligue a consultar a la población
en relación a los acuerdos que afectan las condiciones de
vida y trabajo de las personas.
Rechazar que se tome el nombre del pueblo peruano en
negociaciones que no han sido informadas ni consultadas y que
van a tener consecuencias muy importantes y negativas sobre
diversos sectores.
Sumar esfuerzos de las campañas contra la deuda externa, las
privatizaciones, el ALCA y el TLC, la guerra y la
intervención, para movilizar el mayor número de voluntades
para que otro mundo sea realmente posible.
Aprobado por la Asamblea de la Campaña Peruana frente al ALCA
y el Tratado de Libre Comercio con los EE.UU., del 25 de
marzo de 2004
- * - * -
Proyecto para una carta de la organizaciones sociales andinas
a los representantes del Congreso de Estados Unidos, a
propósito de la carta de Robert Zoellick representante
comercial del presidente Bush, sobre el TLC entre EE.UU. y
países andinos.
Honorable Representante Dennis Hastert Vocero
Honorable Representante Nancy Pelosi House Democratic Leader
Honorable Representante Ciro D. Rodriguez Chairman of the Hispanic Caucus
Casa de Representantes de los Estados Unidos
Washington, D.C. 20515
Ref.: Carta de Robert Zoellick sobre TLC entre EE.UU. y
países andinos.
De nuestra consideración
Por la presente las organizaciones de trabajadores,
campesinos, indígenas, mujeres, jóvenes, barrios, defensores
de derechos humanos, culturales, religiosas y no
gubernamentales de Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú deseamos
expresarle, por su intermedio, al Congreso de los Estados
Unidos de Norte América que estamos en total desacuerdo con
la carta que el Representante Comercial, Robert Zoellick,
envió el pasado el 18 de noviembre a la Casa de
Representantes con el propósito de iniciar negociaciones
tendientes a un acuerdo de libre comercio entre nuestros
países andinos y los Estados Unidos.
La propuesta de un TLC Andino surge de los obstáculos que
enfrenta el proceso del ALCA como el propio Zoellick lo
reconoce al afirmar que este TLC Andino "podría añadir ímpetu
en la conclusión de negociaciones del Área de Libre Comercio
de las Américas para enero del 2.005." Zoellick en vez de
reconocer las razones de fondo que están llevando al
estancamiento del ALCA prefiere expandir el fracasado modelo
del Tratado de Libre Comercio del Norte (TLCAN) a la región
andina.
El proyecto del ALCA así como del TLC Andino es mucho mas que
un acuerdo de comercio ya que compromete los derechos
humanos, la capacidad de los Estados para promover el
desarrollo, los recursos naturales, la democracia, la
soberanía y la vida de nuestros pueblos.
Acuerdos que sigan el modelo del fracasado TLCAN no servirán
para cumplir con las metas proclamadas por los EE.UU. de
promover democracia, oportunidades y desarrollo. Más bien,
estos acuerdos y el modelo neoliberal que imponen harán
crecer el resentimiento de los pueblos del Sur hacia los
EE.UU. porque empeoran nuestra calidad de vida y contribuyen
a la generación de conflictos sociales. Esto ha ocurrido
desde México hasta la Argentina. El año pasado en la región
andina una sublevación social forzó la renuncia del ex-
presidente Gonzalo Sanchéz de Lozada por su política
neoliberal. Un TLC entre la región andina y los EE.UU.
solamente exacerbará la pobreza, la desigualdad, la migración
a los EE.UU y la actividad del narcotráfico.
Temas como los de inversiones y compras del estado, que
forman parte de los "nuevos asuntos de Singapur", han sido
rechazados por la mayoría de los países que conforman la
Organización Mundial del Comercio (OMC). El mismo Zoellick ha
rechazado la inclusión de 3 de estos temas en dicha
organización: En una conferencia de prensa el 20 de febrero
en Ginebra, Zoellick declaró que reglas sobre inversiones,
política de competencia y transparencia en compras del Estado
deberían estar "fuera de la mesa." De igual manera, acuerdos
como los de propiedad intelectual (ADPIC) y servicios (AGSC)
no se profundizan en la OMC por la resistencia de la mayoría
de sus miembros. Sin embargo, la posición oficial de los
EE.UU. en las negociaciones bilaterales y subregionales como
es el caso del TLC Andino es imponer precisamente estos temas
y reglas. En otras palabras, como se dice en nuestros países,
"lo que no se puede meter por la puerta se está tratando de
meter por la ventana. cuarto por cuarto."
La propuesta del Representante Comercial de los EE.UU. es que
antes de sentarse en la mesa de negociaciones los países
andinos hayan "hecho progresos en resolver los problemas de
inversión bilateral pendientes." En otras palabras que
nuestros países acepten sumisamente los paneles de arbitraje
internacional compuestos por árbitros que son nombrados en
parte por las trasnacionales demandantes, que deliberan y
juzgan de manera inapelable y en secreto a espaldas de la
población y por encima de las Constituciones de nuestros
países. Una población en su mayoría humilde tendrá que pagar
las indemnizaciones que demandan estas corporaciones en
función no sólo de lo que invirtieron sino de las ganancias
que esperaban. Ese es el caso de la demanda de la
transnacional Bechtel Corporation contra Bolivia que sin
haber invertido siquiera medio millón de dólares en el
servicio de agua potable de Cochabamba demanda una
indemnización de 25 a 50 millones de dólares por la ruptura
del contrato. O el caso de Telecom de Colombia que debe
afrontar demandas de mas de 1.600 millones de dólares.
¿Cuántos billones de dólares tendrán que pagar los países
andinos por las demandas ya interpuestas por varias
transnacionales del mundo?
En su carta a la Casa de Representantes, Zoellick señala que
las reglas que fije el TLC Andino deben asegurar "que los
inversionistas andinos en los Estados Unidos no obtengan
mayores derechos que los inversionistas domésticos".
Mientras, según el propio Zoellick, la inversión extranjera
directa (IED) de los Estados Unidos en los países andinos fue
de $ 4.5 mil millones de dólares en el 2.002, la inversión de
Perú, Colombia, Ecuador y Bolivia en los EE.UU. es
insignificante. En otras palabras, la protección a los
inversionistas es un conjunto de reglas que solamente
benefician a las corporaciones norteamericanas. Es de señalar
que en ninguna de las propuestas de los Estados Unidos
existen sanciones contra las empresas transnacionales que
incumplan sus contratos, lleven doble contabilidad, destruyan
el medio ambiente o corrompan a los funcionarios públicos de
los países donde buscan o están establecidos.
Las economías de Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador están por
debajo de las 50 empresas mas ricas de los Estados Unidos.
Para afianzar este desbalance Zoellick promueve reglas que
favorecen totalmente a las trasnacionales en desmedro de las
pequeñas economías de nuestros países. ¿a quién sino
favorecen las exigencias de que la inversión extranjera esté
libre de requisitos de desempeño que promueve la oficina del
Representante Comercial? Además, la posición oficial de los
EE.UU no busca remediar los desequilibrios entre pequeñas y
grandes economías ya que la Oficina del Representante
Comercial ha rechazado la propuesta de muchos países de crear
un sistema de fondos compensatorios de desarrollo, parecido
al programa utilizado durante el proceso de integración de la
Unión Europea.
En cuanto al tema de servicios nuevamente estamos frente a un
conjunto de reglas que promueve el modelo de desregulación y
privatización que ya hemos sufrido en los países Andinos.
Entre 1992 y 1999 las privatizaciones de servicios públicos
en la Comunidad Andina de Naciones (CAN) ascendieron a 19 mil
millones de dólares, y se estima que el mercado de servicios,
aun por "conquistar" en los países andinos, es de varias
veces esa cifra . Este proceso de privatización afecta ya a
servicios esenciales como son el agua, la salud y la
educación convirtiendo a estos derechos humanos en simples
mercancías.
En relación al tema de propiedad intelectual se busca
garantizar las patentes de las grandes empresas
trasnacionales sin tomar en cuenta el impacto que tendrá
sobre la salud, la educación, el desarrollo científico y
tecnológico, los conocimientos tradicionales y la
biodiversidad en nuestros países. Además, estas reglas
tendrían un impacto sobre el mundo entero ya que nuestros
países son depositarios de una gran biodiversidad que debería
ser tratada como patrimonio de la humanidad y no como una
simple mercancía. Para nosotros constituye un atentado a la
especie humana que la patente de una empresa farmacéutica
esté por encima del derecho a la salud y a la vida de la
población. Consideramos que la propuesta que permite patentar
formas de vida animal o vegetal que sean resultado de
procesos no biológicos o microbiológicos es una aberración
que va contra toda la ética y la naturaleza . Creemos que
exigir el respeto a las patentes que en un 90 % están en
manos de países del norte, olvidándose que las fuentes de la
biodiversidad que les dieron origen están en países del sur
constituye una nueva forma de piratería semejante a la que
sufrieron nuestros pueblos durante la colonia.
Zoellick, sin analizar ninguno de estos aspectos, propone
"cumplir los derechos de propiedad intelectual en los países
andinos, con acciones tales como la confiscación de material
pirateado o equipo usado para hacer o transmitir tales
materiales" y plantea "sanciones penales en estos países"
además de "compensación de los propietarios de los derechos
en caso de violar los derechos de propiedad intelectual".
¿Cuál sería el impacto de estas indemnizaciones de millones
de dólares que tendrían que pagar nuestros pueblos a empresas
trasnacionales? ¡Ninguna economía o democracia en nuestros
países andinos sería viable si se le obligará a cumplir con
estas normas!
En cuanto a las compras del estado la propuesta de la USTR es
"buscar la expansión del acceso para los bienes y servicios
estadounidenses al mercado de adquisiciones gubernamentales
en los países andinos". Mientras por un lado los EE.UU.
mantiene una serie de mecanismos de protección y apoyo a sus
productores nacionales, por otro lado pretende que nuestros
países eliminen uno de los pocos mecanismos que quedan para
incentivar la producción nacional en los andes: las compras
del Estado. Si los EE.UU, ha impulsado programas cómo "Buy
America" para promover el empleo nacional y la economía
local, ¿cómo van a negarle a Perú, Colombia, Ecuador y
Bolivia el derecho de aplicar las mismas medidas? Incorporar
el tema de compras del estado en los TLCs representa un
atentado contra nuestra soberanía ya que coarta nuestro
derecho a decidir sobre nuestras políticas pública a nivel
económico.
En el tema de Agricultura Zoellick plantea que los países
andinos "ayuden a lograr los objetivos estadounidenses en las
negociaciones de la OMC en torno a la eliminación de los
subsidios a la exportación de productos agrícolas". En otras
palabras que nuestros países renuncien a su reclamó de que
EE.UU. disminuya y elimine sus multimillonarias subvenciones
a la agricultura norteamericana y que mientras los países que
subsidian fuertemente el agro se ponen de acuerdo, el agro de
nuestros países se vea arrasado por la avalancha de productos
agrícolas norteamericanos. Hemos visto el ejemplo de cómo les
fue a los campesinos y pequeños agricultores mexicanos bajo
el TLCAN. Se ha producido en verdadero éxodo de campesinos
que ahora viven indocumentados en los EE.UU.
El TLC Andino es presentado como una continuidad natural del
ATPDEA que concluye en diciembre del 2.006, olvidando
mencionar que esta ley norteamericana de preferencias
arancelarias incluye condicionamientos a los países andinos
que vulneran el derecho soberano y democrático de nuestros
países a decidir. Por ejemplo, se establece que un país
andino solo será elegible para la reducción