III Encuentro Hemisférico de Lucha contra el ALCA

Nueva etapa en la batalla contra el ALCA

2004-01-27 00:00:00

Por tercera vez nos reunimos en esta Sala, en el marco de los
Encuentros Hemisféricos de Lucha contra el ALCA para reflexionar
sobre la marcha de esta lucha y concertar acciones que contribuyan a
la derrota de ese proyecto de anexión elaborado por el gobierno de
Estados Unidos para disfrute de sus empresas transnacionales y
afianzamiento de su dominio imperial sobre América Latina y el
Caribe.

Por tercera vez el Comité Organizador cubano les da la bienvenida en
este Encuentro a los representantes de los movimientos sociales que
animan la campaña anti-ALCA y les expresa que nuestra mayor
satisfacción es facilitarles las condiciones organizativas y
logísticas para que este III Encuentro Hemisférico de Lucha contra
el ALCA sea una efectiva contribución a la victoria en nuestra lucha
y un paso en dirección hacia esa otra América mejor y sin duda,
posible, sin ALCA, sin neoliberalismo, sin gobiernos lacayos, con
solidaridad, con desarrollo compartido, en fin, la "América nuestra"
que reclamó José Martí.
Entre el Encuentro anterior efectuado en noviembre del 2002 y el
actual, media todo el año 2003 y en él ocurrieron sucesos de gran
importancia que debemos examinar para extraer las conclusiones que
nos permitan ser más certeros y efectivos en esta batalla por la
vida y el desarrollo.

En el pasado año se definieron con mayor claridad las tendencias a
la acción unilateral y guerrerista del gobierno de Estados Unidos.

La guerra de agresión contra Iraq, desatada utilizando
justificaciones mentirosas sobre armas de destrucción masiva que
nunca aparecieron y haciendo añicos la legalidad del sistema de
Naciones Unidas, fue la plasmación de una concepción de corte
fascista: el imperio se adjudica el derecho, ya no a dar una
respuesta rápida a cualquier agresor, sino a atacar primero a
cualquier país, "en cualquier oscuro rincón del mundo", que un
pequeño círculo de neoconservadores fanáticos decida atacar.

El terror impuesto con el pretexto de la guerra contra el terrorismo
y la intimidación basada en el poderío militar esgrimido como
garrote frente a todos los no incondicionales, fueron sellos
característicos del pasado año.

En América Latina el año 2003 convirtió en estrepitoso e inocultable
lo que ya sabíamos desde antes: el neoliberalismo solo desarrolla
las fortunas de las transnacionales y de algunos oligarcas nativos,
en tanto que bloquea el desarrollo socioeconómico de nuestros
países, hace crecer la pobreza, multiplica la desigualdad, convierte
en elitista la educación y la salud y empobrece las culturas
nacionales.

También en el pasado año la batalla en torno al ALCA registró
acciones destacadas de los movimientos sociales que están aquí
representados, así como acontecimientos relevantes en la negociación
gubernamental. En ésta tuvo lugar el llamado fracaso de la reunión
ministerial de la OMC en Cancún, que fue un éxito para la Alianza
Social Continental y los pueblos latinoamericanos y caribeños.

En la negociación gubernamental surgió también una nueva forma y una
nueva táctica para hacer tragar a nuestros pueblos el anzuelo del
ALCA, ahora presentado como ALCA suave o "a la carta" y acompañado
de la nueva pieza estelar en el esquema de dominación: los Acuerdos
Bilaterales de Libre Comercio.

En relación con el tortuoso accionar de la política neoliberal, el
gobierno de Estados Unidos insiste en la defensa de lo indefendible.
Manipulando estadísticas, omitiendo lo evidente, mintiendo como
sistema y recurriendo a una retórica simplista, continúan
presentando a la política neoliberal consagrada en el Consenso de
Washington como el único posible camino hacia el desarrollo, aunque
la terca realidad demuestre exactamente lo contrario.

Aplicando la política neoliberal durante más de dos décadas con
rigor dogmático, homogeneizaron en alto grado la política económica
y la mentalidad de muchos gobernantes, para intentar ahora
encerrarlos a todos en el ALCA bajo las mismas disciplinas y
haciendo del neoliberalismo un compromiso jurídico de los estados.

En el pasado año el PIB regional por habitante fue inferior al del
1997 como expresión del retroceso en el crecimiento, hay 20 millones
de latinoamericanos pobres más que en 1997 y la tasa de desempleo
promedio se elevó casi a 11% para llevar la cifra de desempleados
urbanos a 17 millones. De nuevo aumentó la precariedad laboral y
disminuyó el salario real.

Como si fuera poco, la inversión extranjera --presentada tantas
veces como el emblema de las bondades neoliberales-- declinó 25%
respecto al año anterior, la transferencia negativa de recursos fue
de 29 mil millones de dólares debido a la remisión de utilidades
hecha por el capital extranjero y por el servicio de una deuda
externa que en varios países supera el 50% del PIB y sobre la cual
el ALCA no dice una palabra, a pesar de que para hablar con seriedad
del desarrollo económico latinoamericano es imprescindible comenzar
por remover ese formidable obstáculo.

Entre los años 2001 y 2003, mientras se efectuaba la negociación del
ALCA, en la que el tema de la deuda externa no se menciona, América
Latina entregó como pagos por su deuda unos 464 mil millones de
dólares, o sea, 154 mil millones anuales.

Tanta explotación y pobreza, acompañada de espesa y hueca retórica
de libre mercado condujeron a explosiones sociales en las que
desempeñaron un destacado papel movimientos sociales y
organizaciones presentes en la Alianza Social Continental, que
provocaron el desplome de gobiernos neoliberales en Argentina y
Bolivia. Otros gobiernos de obediencia similar se tambalean
mientras creen ilusamente que mayor sumisión al imperio puede
comprarles la sobrevida.

Es por tanto, una contradicción evidente en la que incurre el
gobierno de Estados Unidos al insistir en el ALCA como versión
extrema y dogmática de neoliberalismo, cuando esta política marcha
inexorablemente cuesta abajo arrastrada por el movimiento popular y
por el peso de sus fracasos.

Para Robert Zoellick, el representante de Comercio de Estados Unidos
y máximo negociador del ALCA, este proyecto es según el estilo de
retórica endulzante del ALCA, "una oportunidad histórica de ampliar
el comercio, extender la prosperidad, difundir la democracia y
profundizar la asociación hemisférica en medio de la competencia
mundial".

Tenemos que agradecerle a Colin Powell haber tenido al menos la
brutal franqueza de definir sin retórica y con exactitud
imperialista las verdaderas razones que mueven desde Estados Unidos
la propuesta del ALCA. Según Powell "nuestro objetivo es garantizar
para las empresas norteamericanas el control de un territorio que se
extiende desde el Ártico hasta la Antártida y el libre acceso
--sin ninguna clase de obstáculos- de nuestros productos, servicios,
tecnologías y capitales por todo el hemisferio".

Estas razones de dominación y lucro empresarial confesadas por el
Secretario de Estado, aparecen muy claras en el desempeño de la
economía de Estados Unidos en el pasado año.

Es imposible creer en el señuelo del acceso al mercado de Estados
Unidos si advertimos que el déficit comercial de este país alcanzó
una marca histórica de unos 500 mil millones de dólares el pasado
año y que ese déficit viene creciendo vertiginosamente desde 1992
cuando fue de 35 mil 600 millones. Junto al crecimiento del déficit
ha ocurrido también un aumento de la importancia del comercio
exterior para su economía, de modo tal que exportar es un imperativo
para ella, debido a la necesidad de reducir el déficit y también por
el significado que las exportaciones tienen para el empleo en una
economía donde la tasa de desempleo actual de 6% es uno de los más
graves síntomas de crisis .

La agresividad comercial estadounidense, expresada en acciones de
todo tipo para abrir mercados donde vender productos y servicios es
una consecuencia del creciente peso del comercio exterior en la
reproducción de su economía. Si a principios de los años 70 la
participación del comercio exterior en el PIB no superaba el 10%,
actualmente es de 25%. En la década de los años 90 las
exportaciones contribuyeron en algo más de una cuarta parte del
crecimiento económico de ese país, sosteniendo unos 12 millones de
empleos.

La realidad comercial estadounidense muestra una economía con
evidente rezago competitivo que la hace incurrir en enorme déficit
comercial que ni siquiera la devaluación del dólar ha logrado
frenar, y al mismo tiempo, esa economía está cada vez más volcada
hacia el exterior con creciente dependencia de las exportaciones
para sostener el empleo y el nivel de actividad.
Muchas transnacionales estadounidenses dependen más y más de los
mercados externos para realizar sus ventas. Coca-Cola hace casi el
70% de sus ventas en el exterior. Mc Donald´s tiene la mitad de sus
23 mil puestos de ventas en países extranjeros.

Esta peculiar situación explica que las tendencias reales de la
economía de Estados Unidos en cuanto al comercio exterior, sean
exactamente lo contrario del discurso del libre comercio como
medicina para todos los males y el acceso al mercado de ese país
como premio tentador.

A la economía que realmente funciona en Estados Unidos --que en
nada se parece a los discursos del Sr. Zoellick-- le interesa
exportar hacia todo mercado con alguna capacidad de compra. Le
interesa abrir y penetrar mercados externos por cualquier medio y
evitar la competencia extranjera dentro de su mercado, para lo cual
dispone de un verdadero arsenal de medidas proteccionistas para los
productos agrícolas, el acero y otros muchos productos protegidos
por subsidios, apoyos internos a la producción, barreras técnicas al
comercio, medidas anti-dumping, disposiciones fitosanitarias y
muchas otras.

Aquellos que desde los países latinoamericanos sostienen que las
economías deben abrirse a ultranza y alcanzar de inmediato el
arancel cero para recibir en reciprocidad el acceso al mercado de
Estados Unidos, chocan más temprano que tarde, con el desengaño.
Pero también aquellos que desde Estados Unidos creen que América
Latina será un gran mercado para sus ventas, encuentran que éste es
pequeño y limitado porque con 227 millones de pobres, de ellos más
de 90 millones en la indigencia y la peor distribución del ingreso
en el mundo, el mercado latinoamericano es anémico y la causa de la
anemia es la misma política neoliberal que ha abierto los mercados,
pero que al mismo tiempo los reduce y empobrece.

En el ámbito financiero la economía de Estados Unidos muestra una
realidad bien diferente a la del discurso en favor del ALCA.

Este discurso promete aportes financieros para América Latina
gracias a la inversión de capital y repite el conocido estribillo en
cuanto a que basta con ofrecer al capital transnacional los grandes
privilegios que exige, para que se derramen sobre América Latina las
bienhechoras inversiones.

Pero estas inversiones y las remesas de utilidades que provocaron,
junto al pago del servicio de la deuda externa, fueron responsable
de un abultado déficit de 54 mil 800 millones de dólares en el saldo
de renta de factores del balance de pagos de la región en el pasado
año.

Esa inversión extranjera disminuyó 25% como expresión del
agotamiento en algunos países de las privatizaciones alegres y el
rechazo popular a nuevas privatizaciones.

Por otra parte, es bien conocida la transformación de la economía
estadounidense en una economía de casino que funciona como una
gigantesca aspiradora para financiar sus enormes déficits con los
capitales que extrae del exterior. Al ya mencionado déficit
comercial de unos 500 mil millones de dólares, se suma el déficit en
cuenta corriente del balance de pagos que ascendió a 614 mil
millones el pasado año.

Estos desequilibrios, a los cuales habría que sumar el déficit
presupuestal que ya alcanza 374 mil millones y se alimenta del
cuantioso gasto militar para guerrear e intimidar, son financiados
por la función parasitaria que la economía estadounidense viene
desempeñando, y que le permite succionar unos 1, 500 millones de
dólares diarios procedentes de todo el planeta, incluyendo una
destacada contribución latinoamericana, para sostener el consumismo
desenfrenado y el belicismo amenazador.

Nada hay en la coyuntura objetiva de la economía de Estados Unidos
que se parezca al gran mercado dispuesto a comprarle a los
latinoamericanos o a la gran fuente de inversión de capitales
dispuestos a sumar recursos a los países de la región.
Por el contrario, lo real es la necesidad de búsqueda y penetración
de mercados donde las empresas norteamericanas puedan vender y donde
obtengan utilidades de inversiones lucrativas y de fáciles
movimientos de capital.

América Latina no es una receptora neta de recursos financieros,
sino una gran exportadora de capitales que en lo sustancial, van a
sostener el consumismo y la economía de casino en Estados Unidos.

Los que creen que con el ALCA y desde Estados Unidos se abrirá el
cuerno de la abundancia para los latinoamericanos, deben saber que
la abundancia allá es financiada en parte no pequeña por esta región
repleta de pobres y excluidos, pero que solo entre 1991 y el 2000
entregó más de 1 millón de millones de dólares por la acción
combinada del servicio de la deuda externa, la fuga de capitales y
el intercambio desigual.

En los años de políticas neoliberales que ahora se quieren hacer
irreversibles con el ALCA, las transnacionales de la mayor economía
del mundo recibieron la mejor parte del botín en la compra --muchas
veces a precios de remate-- de unos 4,000 activos públicos
latinoamericanos (bancos, telecomunicaciones, transporte, petróleo,
minería, comercio), duplicaron sus tasas de ganancia en relación con
las obtenidas en su país, redujeron sus costos laborales entre 70 y
80% con la barata fuerza de trabajo y muchos bancos norteamericanos
se apropiaron de los ahorros nacionales y transfirieron miles de
millones de dólares mediante la fuga de capitales y variadas formas
de circulación de dinero sucio, incluida la dinámica industria del
soborno y el narcotráfico.

En el año 2003 la batalla del ALCA continuó desarrollándose en sus
dos grandes frentes: la lucha de los movimientos sociales
integrantes de la campaña Anti-ALCA, llevada a cabo en diversos
escenarios y formas y la negociación gubernamental bajo la
copresidencia de Brasil y Estados Unidos.

En esta batalla el gobierno de Estados Unidos continuó utilizando su
arsenal que incluye el dominio económico, la complicidad de
oligarquías serviles, el monopolio mediático, las amenazas y
presiones para satisfacer su prisa y hacer avanzar a marcha forzada
su proyecto de anexión.

No faltaron las declaraciones de voceros oficiales en los que se
combinaron la retórica de las grandes oportunidades y el libre
comercio bienhechor, con las arrogantes afirmaciones de que
marcharían adelante con los que quisieran entrar al disfrute del
ALCA, mientras que los otros quedarían aislados y abandonados a su
suerte.

Los movimientos populares articulados en la Alianza Social
Continental que protagonizan la resistencia al ALCA desarrollaron
una variada gama de acciones. En ellas se puso de manifiesto el
crecimiento de esa resistencia y se reforzó la interrelación
existente entre la lucha contra el ALCA, contra el neoliberalismo
como política y pensamiento, contra las instituciones emblemáticas
del orden económico mundial neoliberal: el Fondo Monetario
Internacional, la Organización Mundial de Comercio y el Banco
Mundial, contra los regímenes neoliberales sometidos y contra las
variadas formas de dominación estadounidense sobre América Latina.

El accionar de los movimientos sociales integró en la lucha de modo
creciente lo que en la realidad actúa como un sistema de múltiples
manifestaciones, pero de igual significado esencial: el sometimiento
al dominio imperial que se facilita con el neoliberalismo y se
profundizaría con el ALCA.

En las acciones de los movimientos sociales se unieron en mayor
grado la lucha de trabajadores, campesinos, indígenas, mujeres,
jóvenes, estudiantes, religiosos, explotados, excluidos contra un
enemigo cuyo rostro puede asumir formas de ALCA, de FMI, de OMC, de
desempleo, de discriminación contra los derechos de mujeres y
jóvenes, de explotación redoblada sobre campesinos e indígenas, de
depredación del medio ambiente por el afán de lucro, de medicamentos
y servicios sociales costosos e inaccesibles, de gobiernos sumisos
ante el enojo del amo, de manipulación mediática para introducir la
desinformación y la cultura de la dominación.

La Campaña Continental de Lucha contra el ALCA desarrolló la
iniciativa de las llamadas consultas populares en Argentina, México,
Ecuador, Perú, Chile, Uruguay, Haití, Canadá, con diferentes
modalidades en su organización, en un esfuerzo por difundir el
verdadero significado del ALCA. En Argentina la campaña contra el
ALCA y la deuda externa logró el apoyo de más de 2,5 millones de
personas.

La Campaña incluyó entre sus acciones el apoyo y la participación en
defensa de los derechos de los campesinos, en encuentros de mujeres,
en las jornadas de movilización y protesta con motivo de la reunión
de la OMC en Cancún donde la denuncia contra el ALCA y la OMC fueron
una misma, en el Encuentro Mesoamericano de Campesinos efectuado en
Honduras, el Encuentro Hemisférico contra la Militarización en
Chiapas y las acciones efectuadas en difíciles condiciones de
represión y control policíaco en Miami, paraíso de la derecha y
aspirante a sede del ALCA, durante la reunión ministerial en
noviembre pasado.

En la negociación entre gobiernos, Estados Unidos intentó avanzar
con el proyecto original del ALCA aplastando toda resistencia a
partir de la posición de negarse a negociar sobre agricultura y
subsidios agrícolas mientras quiso imponer la negociación acelerada
de los temas donde su ventaja y superioridad es absoluta:
inversiones, comercio de servicios, propiedad intelectual, compras
gubernamentales y política de competencia. Ni más ni menos que una
posición en la que quieren todo a cambio de nada.

Esta desmesurada pretensión imperial fue inaceptable para algunos
gobiernos de los que no están ahora entre los que esperan con
ansiedad la llamada de Estados Unidos para negociar un Acuerdo
Bilateral de Libre Comercio.

El gobierno de la Revolución Bolivariana de Venezuela ha rechazado
con firmeza el contenido neoliberal del ALCA, ha expresado su
disposición a someter este proyecto a un plebiscito oficial si fuera
necesario y ha planteado bases de significado opuesto al ALCA, para
una verdadera cooperación e integración latinoamericana y caribeña.
El gobierno de Brasil se negó a aceptar la negociación en los
términos unilaterales propuestos por Estados Unidos y expresó que en
esas condiciones, el ALCA lesionaba sus intereses nacionales y junto
a Argentina defendió una posición de MERCOSUR, a pesar del desagrado
y los ardientes deseos de complacer a Estados Unidos, del gobierno
uruguayo.

La negociación, en los términos de absoluta desigualdad planteados
por Estados Unidos, se estancó y sufrió un golpe adicional cuando en
Cancún fracasó la reunión ministerial de la OMC ante la movilización
de los movimientos sociales y la resistencia del Grupo de los 20
frente a las pretensiones de los países más desarrollados.

De la reunión de Cancilleres efectuada en Miami surgió un cambio de
diseño del proyecto original d