Costa Rica: ANEP al Presidente Pacheco

2004-01-12 00:00:00

San José, 7 de enero del 2004.

S.G.0004-04

Doctor
Abel Pacheco de la Espriella
Presidente de la República
Casa Presidencial
Su Despacho

Asunto: TLC: Etica política y honra de la palabra
empeñada

Respetable Señor Presidente:

Esperamos que usted se digne a leer, completamente, la
presente carta, cuyo texto habrá de llegar a miles de
ciudadanos y de ciudadanas de nuestro querido país.
Siempre hemos escuchado un fuerte rumor acerca de que el
actual Presidente de la República no lee, completamente,
los textos sometidos a conocimiento de lo que se supone,
es la máxima autoridad ejecutiva del país; rumor que no
quisiéramos creer, aunque las varias veces que estuvimos
en su despacho, siempre nos llamó la atención la ausencia
total de documentos sobre el escritorio presidencial.

El 21 de marzo del año 2002, en el Auditorio del Poder
Judicial, durante la campaña electoral para la segunda
ronda de las votaciones presidenciales, usted, ante unos
cuatrocientos representantes y dirigentes de una amplia
variedad de sectores sociales, asumió un compromiso ético
y político con relación a las propuestas y planteamientos
que se le formularon sobre un amplio abanico de políticas
públicas, expresadas en cincuenta y cinco indicadores, en
el caso de que usted, como ocurrió, llegara a la
Presidencia de la República.

En el documento original que conservamos en nuestro
poder, de su puño y letra, Sr. Presidente de la
República, usted expresó su total acuerdo con la primera
de esas cincuenta y cinco proposiciones, la cual
estableció lo siguiente:

¡No a la privatización!, En cualquiera de sus formas:
(venta, rompimiento de monopolios, entrega de acciones al
capital privado, etc.).

No solamente su firma a este compromiso traicionado
quedará constando para la historia, sino que quedó
grabada su intervención, en imágenes televisivas, mismas
que estarán recorriendo el país, para someterle al
análisis popular y escuchar el pensamiento del pueblo,
con respecto a que sus gobernantes deshonren su propia
firma.

Hoy, como es público y notorio, la realidad política nos
indica otra cosa. Usted cambió de parecer. Usted
traicionó la confianza, la buena voluntad, el deseo
honesto de apoyar su gestión, por parte de un elevado
número de personas y de organizaciones, que habíamos
pensado en una restauración de la filosofía del humanismo
cristiano en una gestión de gobierno.

Usted, Sr. Presidente, adoptó la agenda ideológica
neoliberal, tan ardorosamente defendida por el periódico
La Nación y, curiosamente, cuando usted aceptó la tesis
de las aperturas, dicho medio dejó de lado la serie de
publicaciones periodísticas sobre cómo se financió su
campaña electoral, Sr. Presidente, lo cual para muchos
resultó en uno de los eventos más vergonzosos de la
política nacional.

Hoy, usted, en el marco de esa desigual, irracional y
altamente pernicioso tratado de "libre" comercio que le
están imponiendo a Costa Rica, la alianza de negocios de
corte neoliberal que domina a los partidos Liberación
Nacional y Unidad Social Cristiana, de la cual usted ya
forma parte sustancial; usted se rindió, para decirlo con
cierta elegancia y ha decidido entregar a los
estadounidenses partes estratégicas del legado histórico
del Dr. Rafael Angel Calderón Guardia y de don José
Figueres Ferrer.

Por ejemplo, ¿tiene usted idea, cabal y completa, de lo
que le ocurrirá a la Caja Costarricense de Seguro Social
(CCSS), la máxima obra del gobierno del querido y
respetado Dr. Calderón Guardia?; dado que en materia de
propiedad intelectual, los estadounidenses se salieron
con la suya, abriendo el espacio para la destrucción
financiera de esta legendaria institución, tan apreciada
por el pueblo costarricense y ahora, por la población
migrante del exterior que convive con nosotros.

Hoy, cuando prestigios periódicos estadounidenses, como
The Wall Street Journal y The Washington Post, se jactan
de lo bien que le ha ido al gobierno del Presidente Bush
en la mesa de negociación de ese TLC, en contraposición a
las migajas vergonzantes que le han dado a los restantes
países centroamericanos; usted tiene, Sr. Presidente, una
oportunidad histórica única para que se rectifique el
camino entreguista, dócil y complaciente que parece ser
el destino final del equipo negociador costarricense, de
la señora Anabelle González, del señor Alberto Trejos y
del propio Gobierno de la República.

Usted, Sr. Presidente, puede, debe y tiene la potestad
para ordenar abrir un intenso debate nacional antes de
que usted estampe su firma en semejante tratado.

Con todo respeto y para darle el beneficio de la duda,
usted debería "liberarse" del esquematismo dogmático y
extremista de los neoliberales que controlan su gobierno
y escuchar otras visiones nacionales, calificadas,
responsables, serias y preocupadas. Ya usted le ha "dado"
mucho espacio, poder, credibilidad a la visión neoliberal
de desarrollo, a la cual usted le entregó el control del
Ministerio de Hacienda, del Banco Central de Costa Rica,
el Ministerio de Comercio Exterior, entre otras entidades
de enorme impacto estratégico en el desarrollo del país.

El Grupo Nación, el Grupo Sama, Oscar Arias, la cúpula
empresarial de UCCAEP, la ANFE, el INCAE, sin hablar de
los fantoches libertinos, deben tener para usted un
profundo agradecimiento por ese espacio "dado".

Sin embargo, todos ellos juntos, por más plata que tengan
y más poder de influencia con toda la peonada que tienen
enquistada en distintas esferas de decisión del Estado;
todos ellos juntos, Sr. Presidente, no son el país, son
una parte, pero no son el país.

Usted, Sr. Presidente, debería, si quiere ser justo, si
quiere rectificar y revertir el riesgo de que su ética
política quede mancillada al final de su notable carrera
política, social y profesional, por la deshonra que viene
haciendo de su palabra empeñada, firmada y grabada.

Usted, Sr. Presidente, debería escuchar otras voces,
altamente profesionales, honestas y documentadas, sobre
la verdad de lo que está ocurriendo en ese nefasto
proceso negociador; personas y entidades muy respetables
que están preocupadas no por los negocios, sino por el
bien del país.

No nos escuche a nosotros. No nos interesa. Usted bien
sabe lo que pensamos y le consta cómo, en determinados
momentos, dimos muchas muestras de buena voluntad para
con su gestión. Hay calificadas voces, experimentadas
organizaciones, que tienen enormes preocupaciones y
cuestionamientos acerca de cómo el dúo González-Trejos ha
manejado todo este asunto.

Finalmente y para constancia histórica, dejamos
constancia por escrito de lo que usted prometió, en Casa
Presidencial, con respecto a los textos negociados de ese
TLC. Usted le dijo a representantes sociales y
productivos de las diversas entidades conformantes del
proceso de la Tercera República, que usted daría a
conocer, antes de firmar, esos textos negociados.

Esperamos que, al menos, esta palabra la honre. Esperamos
que, al menos, quede un poco de decoro presidencial y
haga honor al profundo significado moral de una palabra
empeñada por la investidura de gobernante.

Finalmente, Sr. Presidente, si usted decidió rendirse, si
usted decidió entregar sus principios; afortunadamente
para nuestra querida Costa Rica, quedan costarricenses
con tanto decoro, honor y moral, que valen más que toda
la plata junta de los grupos económicos que hoy controlan
su Gobierno.

Ahora bien, en el mejor de los casos, si la especie de
chantaje que pudiera implicar para usted, la forma en que
se financió su llegada a la Casa Presidencial, lo que le
llevó a adoptar la agenda neoliberal promovida por esas
personas y grupos mencionados; entonces, ¡libérese!,
promueva un equilibrio político-social en esta delicada
situación y, asumiendo un real rol de gobernante, de
estadista, evite grandes desgarramientos sociales,
dolorosos enfrentamientos, incremento de odios y
resentimientos que causen irreversibles daños a nuestra
institucionalidad.

En todo caso, si usted, Sr. Presidente, como estadista se
decide a honrar lo firmado, sepa que hay suficiente
músculo social organizado, como para apoyar una gestión
de gobierno que retome, con actitud consecuente y no
meramente discursiva y demagógica, los principios de la
Doctrina Social de la Iglesia Católica que es, como
suponemos que usted lo sabe, profundamente humanista;
principios que, a todas luces y sin mucho esfuerzo de
entendimiento, son contrarios al dogma neoliberal que,
lamentablemente, hoy controla, domina y manda en su
Gobierno.

Si nos ha leído hasta aquí, sinceramente se lo
agradecemos. Si no, no hay forma de saberlo. Pero en todo
caso, para tranquilidad de nuestras conciencias,
necesitamos que quedara constando por esta vía, todo
cuanto hemos afirmado.

Señor Presidente: Un pueblo noble y ansioso, espera su
respuesta.

Atentamente,

Albino Vargas Barrantes
Secretario General

Edgar Morales Quesada
Secretario General Adjunto

ASOCIACIÓN NACIONAL DE EMPLEADOS PÚBLICOS Y PRIVADOS -
ANEP