Proceso del ALCA
Documento
de trabajo de la Plataforma Continental América Latina (COPLA)
de CIDSE
Octubre 2003
PRÓLOGO
He
aquí el segundo documento de políticas de la Plataforma
Continental América Latina (COPLA) de la red de agencias
católicas de desarrollo CIDSE (Cooperación
Internacional para el Desarrollo y la Solidaridad) que agrupa 13
organizaciones de Europa y Canadá. Nuestro propósito
principal es presentar la posición compartida entre los
miembros de la COPLA sobre el proceso de creación del ALCA
(Área de Libre Comercio de las Américas).
Hemos
escogido el ALCA como segundo tema de políticas[1]
por dos razones principales. Por una parte, desde el punto de vista
conceptual, somos conscientes de la importancia que ha tomado el
fenómeno de la globalización con sus políticas
basadas en la libertad de los mercados y en el libre cambio, lo que
ha tenido y sigue teniendo efectos sociales muy importantes para las
poblaciones más pobres de América Latina con las cuales
estamos vinculados. Por otra parte, desde el punto de vista de la
práctica, hemos participado colectiva y activamente como COPLA
en la Segunda Cumbre de los Pueblos de América de abril 2001,
junto con centenares de organizaciones del continente, teniendo así
la oportunidad de sentir el movimiento social panamericano que ha
dado nacimiento a la Alianza Social Continental esencialmente para
resistir al actual proceso del ALCA y promover una forma alternativa
de integración.
Al
elaborar este documento, hemos tratado de unir la crítica con
la propuesta, cuestionar el modelo de integración contenido en
la propuesta del ALCA y sumarnos al modelo alternativo de integración
propuesto por la Alianza Social Continental[2].
Dentro de este marco, consideramos que los acuerdos de librecambio
como el ALCA tienen incidencia en el conjunto de las sociedades,
mucho más allá de la mera esfera de circulación
de los bienes. Es más, los dos elementos que nos parecen
centrales tanto para la crítica como para la búsqueda
de alternativa son las implicaciones en términos de desarrollo
y de gobernanza.
Este
documento está destinado a un público amplio: agencias
de la CIDSE, contrapartes de América Latina, organismos
internacionales, gobiernos europeos y americanos, alianzas o redes
que actúan a escala continental y organizaciones de la
sociedad civil de América y Europa.
Busca
los siguientes objetivos:
·
Definir una posición común sobre el ALCA que sea clara,
concisa y con propuesta.
·
Sensibilizar a la opinión pública de los países
del Norte sobre las consecuencias del ALCA y el hecho de que una
alternativa es posible, en el afán de favorecer la adopción
de una posición activa y crítica frente al modelo de
desarrollo que se defiende detrás de un tratado comercial con
estas características.
·
Manifestar nuestro compromiso frente al movimiento social surgido en
América en torno al proceso de integración continental.
·
Disponer de un instrumento para el trabajo de incidencia política.
Por último,
queremos expresar nuestra satisfacción por toda la labor de
redacción y revisión realizada por nuestra consultora
Julia Almansa con el apoyo de un equipo de la COPLA integrado por
Marco Gordillo, Cayetana Carrión y Paul Cliche.
Para
cualquier sugerencia o comentarios relacionados con este documento,
favor comunicarse con Genoveva Tournon del Secretariado de CIDSE:
E-mail:
tournon@cidse.org
Tel:
+32 2 233 37 50 / +32 2 230 77 22 Fax: +32 2
230 70 82
Dirección
del Secretariado de CIDSE: 16, rue Stévin – 1000
Bruselas – BELGICA
Paul
Cliche
Christiane Overkamp
Presidente
de la Plataforma Continental América Latina
Secretaria General
INTRODUCCIÓN
América
Latina sigue ostentando el doloroso título de ser el
continente de la desigualdad[3],
y junto con sus tremendas diferencias sociales cada vez aumenta más
su vulnerabilidad política y económica. El espejismo
que se vivió años atrás, de un continente que
reorganizaba su vida política en democracia y con una economía
en recuperación, se ha ido desvaneciendo en estos últimos
años. Las incipientes democracias a las que se llegó
tras fortísimas dictaduras militares son tremendamente
vulnerables, y un análisis de quiénes son las clases
dirigentes, de quiénes tienen el poder de los medios de
comunicación, así como de la debilidad institucional,
nos describen democracias más formales que reales. La economía
por su parte, hizo evidente su vulnerabilidad en las crisis
financieras de varios países en los finales de los noventa.
En
el modelo impuesto en las dos últimas décadas del siglo
XX, conocido genéricamente como “globalización
neoliberal” confluyen aspectos de carácter
sociopolítico, económico, tecnológico y
cultural. Atreviéndonos a destacar algunas de las
características más relevantes de este modelo podríamos
señalar: la divulgación de un pensamiento único,
la valorización de lo privado frente a lo público, la
fuerte hegemonía de los EEUU, el creciente protagonismo de
estructuras supranacionales tanto en el ámbito económico
como en el político (OMC, FMI, UE, TCLAN), el poder político
y económico cada vez mayor de las empresas transnacionales, la
devaluación de la participación ciudadana, la
desconfianza en la política etc.
Este
modelo así como algunas de sus recetas, aplicadas casi al
unísono por todo el continente, primero con los programas de
ajuste y ahora con las llamadas estrategias de reducción de la
pobreza, no han logrado aumentar los niveles de vida de la población,
ni reducir las asimetrías.
Desde
esta realidad, los países de América Latina y Caribe
(AlyC) afrontan ahora un proceso de liberalización del
comercio que es, sin duda, otra herramienta del modelo de
globalización neoliberal y en el que una vez más los
intereses económicos de unos pocos se anteponen a los
intereses generales. Dicha liberalización puede realizarse
mediante diferentes espacios o caminos. El proceso del ALCA es uno de
ellos, siendo los otros las negociaciones dentro de la OMC o en el
ámbito bilateral. Cabe notar que la multiplicación de
acuerdos bilaterales bien podría ser la opción
alternativa del gobierno estadounidense si el ALCA resultase
demasiado difícil de concretar frente a las divergencias en la
mesa de negociación o frente a la oposición de los
pueblos.
Un
elemento interesante a analizar es que el ALCA nació como un
proyecto enmarcado en un proceso de integración más
amplio, que teóricamente tendría además del
acuerdo económico otros tres ejes de integración: el
fortalecimiento de las democracias, la erradicación de la
pobreza y la garantía de un desarrollo sostenible. Sin
embargo, el ALCA constituye sin lugar a duda el principal interés
de EEUU que le permitirá consolidar su hegemonía sobre
el conjunto de las economías del continente. En este marco las
economías pequeñas buscan evitar los costos que les
ocasionaría su no-participación en un acuerdo en el que
apenas pueden influir.
La
“renuncia” a un proceso de integración que
abordara la búsqueda de soluciones para los principales
problemas de la región es reveladora, y ha permitido redactar
un borrador del ALCA con muy pocos limitantes, en el que, como
veremos más adelante, se va incluso en clara oposición
con los objetivos globales inicialmente propuestos de reducción
de la pobreza, fortalecimiento democrático y desarrollo
sostenible.
Los
defensores del proyecto de creación del ALCA insisten en
considerar que se trata estrictamente de un acuerdo de libre comercio
y cuyo ámbito se limita a los aspectos comerciales. Así
mismo afirman que muchas críticas formuladas contra el ALCA
son injustas y equivocadas en el sentido de que yendo mucho mas allá
del ámbito comercial, cuestionan aspectos que no obedecen a
este proyecto sino a políticas de desarrollo. Este
razonamiento parece sensato pero omite dos factores fundamentales.
Primero se olvida de los efectos de la apertura comercial sobre el
proceso de desarrollo, en especial en países con economías
pequeñas. Segundo no considera el hecho que los acuerdos de
libre comercio no son sino un mecanismo que se combina con los planes
de ajuste estructural y las estrategias de reducción de la
pobreza. Por lo que la crítica al ALCA ha de venir de la
crítica al modelo que lo sustenta.
Este
documento recoge el posicionamiento común frente al ALCA de
las diferentes organizaciones de cooperación al desarrollo de
la red CIDSE, la COPLA (Plataforma Continental de América
Latina de CIDSE). Escribimos el mismo:
·
desde la seguridad de que la puesta en marcha del ALCA tal y como
está en este momento puede condicionar seriamente el
desarrollo de los países latinoamericanos profundizando la
desigualdad, aumentando la pobreza y debilitando las democracias (sin
por lo tanto caer en una visión simplista que identifique el
proceso del ALCA como el único gran peligro del desarrollo
equitativo de ALyC);
·
desde el convencimiento de que los efectos de la globalización
de corte exclusivamente neoliberal son el resultado de decisiones que
pueden ser modificadas;
·
desde las relaciones solidarias y de cooperación que
mantenemos como Agencias de cooperación con nuestras
contrapartes y por tanto con la sociedad civil latinoamericana.
El
documento consta de tres partes. En la primera describimos brevemente
el proceso de negociación sobre el ALCA, su estructura y
contenidos fundamentales. En la segunda parte hacemos una valoración
crítica de lo que la puesta en marcha de este acuerdo puede
significar para los países latinoamericanos, poniendo especial
énfasis en el modelo de desarrollo que subyace a dicho modelo.
En la tercera parte nos interrogamos sobre la búsqueda de
alternativas para otro tipo de integración de las Américas
y explicitamos algunos de nuestros compromisos como agencias
católicas de cooperación para promover una integración
basada en las relaciones solidarias y de cooperación entre los
pueblos.
Iª
Parte: ¿Qué es el ALCA?
Una integración
a la “americana”
ORIGEN
En
1994, Bill Clinton propone en la 1ª Cumbre de las Américas
crear un proceso de integración continental con cuatro ejes de
acción prioritarios:
1.
La preservación y el fortalecimiento de la comunidad de
democracias de las Américas.
2.
La promoción de la prosperidad mediante la integración
económica y el libre comercio (ALCA).
3.
La erradicación de la pobreza y la discriminación en el
nuevo Hemisferio.
4.
La garantía de desarrollo sostenible y la conservación
del medioambiente para generaciones futuras.
Pero
el origen del ALCA hay que buscarlo en 1990 cuando G. Bush (padre)
propone crear un Área de libre comercio para las Américas,
denominada Iniciativa para las Américas. En ese momento
no se concedió la importancia que tenía la propuesta
por considerar que las diferencias entre los países eran
insalvables. Sin embargo Bill Clinton tuvo la visión
estratégica de “maquillar” el proceso de
liberalización como un proceso de integración
continental que contemplaba la cuestión comercial como un tema
más junto con otros.
Se
trata pues de crear un área de libre mercado para todo el
continente (34 países sin contar con Cuba) que posibilite la
libre circulación de capitales, bienes y servicios,
constituyendo un mercado de 800 millones de consumidores, con un
producto interior bruto de 11 mil millones de dólares.
Para
los EEUU es importante consolidar su hegemonía sobre el
conjunto de las economías del continente, en un momento en el
que siente que esta puede peligrar por la “incursión”
de otros mercados, como el de la UE o Japón. En este sentido
el ALCA ha sido considerado, por diversos autores[4],
como una prolongación de la doctrina Monroe. Esta doctrina
propuesta en 1823, que determinaría la política de EEUU
en América Latina y el Caribe en los siglos XIX y XX, está
basada en la “convicción” de la necesidad de una
hegemonía política y económica de EEUU sobre el
resto de los países del continente y se resume en la frase
“América para los americanos”. Así pues y
desde esta perspectiva, tanto el ALCA como el Plan Colombia, la
Iniciativa Andina, el Plan Dignidad de Bolivia o El Plan
Puebla-Panamá, pueden entenderse, entre otras cosas como
instrumentos de control (económico, político y militar)
de los EEUU sobre el continente.
Sin
embargo es importante recordar que los Estados Unidos podrían
a través de acuerdos bilaterales (tal y como lo ha hecho con
el último acuerdo con Chile) imponer su hegemonía si el
proyecto ALCA no saliera adelante. Al final sea por la vía
multilateral o bilateral, el objetivo es el mismo. Este último
punto es necesario tenerlo en cuenta pues los acuerdos bilaterales,
en cualquier caso, no favorecerían a los países más
pequeños.