Dumping sin fronteras: Cómo las políticas agrarias de EE UU destruyen los medios de vida de los productores mexicanos de maíz

2003-09-11 00:00:00

Documento de posicionamiento de Oxfam Internacional

Documento
de Oxfam Internacional, No.50

El sector del maíz en México
se enfrenta a una crisis sin precedentes. La liberación del
mercado ha provocado un incremento rápido de importaciones
baratas procedentes de EE.UU., lo que ha forzado a la baja los
precios que reciben los campesinos mexicanos, con efectos
devastadores para las comunidades rurales pobres. Este documento
prueba que el apoyo del Gobierno estadounidense a su sector agrario
es parte esencial de este problema. Los productores mexicanos pobres
compiten contra agricultores estadounidenses que recibieron 10.100
millones de dólares en forma de subsidios en 2000. Es
necesario aprovechar la próxima Conferencia Ministerial de la
OMC en Cancún (septiembre de 2003) para acabar con el dumping
agrario, así como para hacer que el Gobierno mexicano pueda
controlar estas importaciones.

“¿Pobre
México, tan lejos de Dios y tan cerca de EE.UU.?”

Dicho Popular
Resumen
ejecutivo

En Septiembre de
2003 ministros de comercio de todo el mundo aterrizarán en el
complejo turístico de Cancún. Su objetivo es avanzar en
la presente ronda de negociaciones comerciales en el seno de la
Organización Mundial del Comercio (OMC). Los gobiernos del
Norte han prometido hacer de ésta una ‘ronda del
desarrollo’, pero, si quieren convertir sus promesas en hechos,
tendrán que hacer frente a una cuestión que está
extendiendo la pobreza en muchos países en desarrollo: el
dumping en las exportaciones agrarias. En ningún sitio el
problema se muestra con más fuerza que entre los productores
mexicanos de maíz.

México lleva
produciendo maíz desde hace 10.000 años. Sin embargo
hoy se enfrenta a una nueva crisis tan aguda que puede acabar con el
sector. Los ingresos de las familias disminuyen cada día,
mientras se deterioran los niveles de nutrición. A lo largo de
todo el país millones de personas emigran –muchos de
ellos a EE.UU.- en un intento desesperado por escapar de la pobreza
rural. En el estado sureño de Chiapas, donde la crisis del
maíz se ha sumado al colapso en el precio del café, se
estima que un 70 por ciento de la población vive en la pobreza
extrema.

El drama que afecta
a los productores mexicano de maíz tiene múltiple
causas. Algunas son internas: los diferentes gobiernos mexicanos han
dado la espalda a los pobres del sector rural, optando por concentrar
el gasto público en iniciativas comerciales más
ventajosas. También es el resultado de la estrategia de
grandes compañías agroindustriales que compran,
comercializan y procesan el maíz a ambos lados de la frontera.
Pero el Gobierno de los EE.UU. tiene una responsabilidad directa, y
son las políticas agrarias estadounidenses las que estarán
en discusión en septiembre. Tal como demostramos en este
documento, existe un vínculo directo entre las políticas
agrarias gubernamentales de los EE.UU. y la miseria rural de México.

Bajo el Tratado de
Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), México ha
acelerado la apertura de sus mercado a las importaciones procedentes
de los EE.UU., incluyendo el maíz. Desde principios de los 90,
las exportaciones estadounidenses de maíz a México se
han multiplicado por tres, llegando a acaparar casi un tercio del
mercado nacional.

El incremento de las
exportaciones ha estado asociado con un desplome de los precios
internos del maíz, que han caído en más de un 70
por ciento desde 1994. Para los 15 millones de mexicanos que dependen
de este cultivo, la caída de los precios se ha traducido en
una caída de los ingresos y en mayores dificultades para salir
adelante. Mucha gente ni siquiera pueden costearse el tratamiento
médico más básico. Las mujeres han sufrido
especialmente esta situación. La emigración de los
hombres y la caída de los ingresos les ha exigido incrementar
su jornada tanto dentro como fuera de casa.

Uno de los
principales factores que se esconden tras la ventaja de la que goza
el maíz estadounidense en México es el de las ayudas
que el gobierno de EE:UU. otorga a este sector. De hecho, es el
cultivo que mas ayudas recibe por parte del Estado. Las subvenciones
del gobierno alcanzaron en 2000 los 10.100 millones de dólares,
unas diez veces el presupuesto total de México para la
agricultura.

En
sus informes oficiales a la OMC los EE.UU. niegan cualquier uso de
subsidios a la exportación en el sector del maíz. Esta
negativa está justificada por la letra de los acuerdos de la
OMC, que definen los subsidios a la exportación como el pago
que establece una diferencia entre los precios mundiales (más
altos) y los precios de exportación (más bajos). El
problema es que la regulación de la OMC sobre agricultura es
profundamente errónea, ya que ignora, que las trasferencias a
los productores suponen un subsidio a la exportación de facto.

En este documento
analizamos el alcance de este subsidio a través de dos
métodos. El primero supone comparar los precios de exportación
con el coste de producción. El segundo supone convertir el
conjunto de las ayudas al maíz en un subsidio equivalente de
$/Tm, para después estimar el total de subsidios a la
exportación de acuerdo al volumen total de exportaciones.
Ambos métodos son coherentes con las reglas aplicadas por la
OMC en otros acuerdos no agrarios. Revelan que el subsidio a la
exportación efectivo al mercado mexicano está entre los
105 y 145 millones de dólares anuales. Esta cantidad supera
los ingresos totales de 250.000 productores de maíz en el
estado de Chiapas.

Lejos de competir en
un terreno de juego equilibrado, los campesinos de Chiapas y de otras
partes de México se encuentran en el extremo equivocado de un
campo cuya inclinación favorece de forma obscena al medio
Oeste estadounidense. No compiten contra los agricultores de EE.UU.,
sino contra los contribuyentes de este país y contra el Tesoro
Público más poderoso del mundo. Resulta difícil
encontrar una ilustración más cruda de prácticas
comerciales injustas.

Frente a las
pérdidas que sufre el campo pobre mexicano, los subsidios de
EE.UU. generan algunos ganadores. Las compañías
agrícolas –como Cargill y Acher Daniels Midland (ADM)-
se benefician de los excedentes productivos estadounidenses a precios
artificialmente bajos, dando lugar a lucrativas oportunidades de
exportación. Las mismas compañías son las
principales exportadoras a México y se benefician de los
créditos a la exportación que se conceden a los
compradores mexicanos. También ganan algunos productores de
EE.UU., aunque la parte del león de las ayudas se concentra en
un pequeño grupo de terratenientes. Como en otros sectores,
las ayudas estadounidenses al maíz dañan a los
productores pobres de otros países mientras dan la espalda a
su propia pobreza rural, creando ganancias extraordinarias para los
grandes productores y los intereses corporativos agroindustriales.

La crisis que
padecen los productores mexicanos de maíz es un microcosmos de
una crisis a la que se enfrentan millones de comunidades rurales
vulnerables en todo el mundo en desarrollo. La solución de
este problema requiere de acciones tanto en el nivel nacional como en
el global. El Gobierno mexicano necesita con urgencia renegociar el
TLCAN. Es inadmisible que las comunidades rurales más pobres
de México se vean obligadas a competir con importaciones
fuertemente subsidiadas. Tienen el derecho a protegerse de forma
efectiva contra ello, y el Gobierno mexicano tiene la obligación
de garantizar ese derecho.

En el contexto
internacional, hacen falta reglas de la OMC más estrictas para
prohibir toda forma –directa o indirecta- de subsidio a la
exportación. Esta prohibición debe hacerse extensiva al
uso de créditos subvencionados a la exportación (que
están siendo activamente utilizados por los EE.UU. en México).

Uno de los problemas
más graves de las actuales reglas de la OMC es que han sido
diseñadas para acomodar, más que reducir, los subsidios
de EE.UU. y la UE que distorsionan el comercio. Por ejemplo, más
de la mitad de las ayudas agrarias estadounidenses están
libres de restricción de acuerdo a las normas de la OMC, ya
que supuestamente no suponen un estímulo para la producción.
La distinción que se ha establecido entre las ayudas de Caja
Verde (permitidas) y las de Caja Ámbar (prohibidas) es un
perfecto anacronismo. Fueron diseñadas por EE.UU. y la UE, en
gran medida para facilitar el reacomodo de los subsidios a partir de
los acuerdos de la Ronda Uruguay.

Este documento hace
las siguientes propuestas :

Los países
de la OMC deben acordar en Cancún un calendario para la
eliminación completa del dumping en las exportaciones
agrarias.

El Acuerdo sobre
Agricultura debe garantizar el derecho de los países en
desarrollo a proteger de forma efectiva su sector agrario por
razones de desarrollo y seguridad alimentaria.

El Gobierno de
EE.UU. debe introducir reformas profundas en su sistema de
protección de la agricultura que garanticen la sostenibilidad
de la agricultura familiar a través de precios dignos y del
acceso continuado y equitativo de minorías, mujeres y
pequeñas exportaciones a las ayudas del Departamento de
Agricultura estadounidense.
El
Gobierno de México debe impulsar la revisión y
posterior renegociación del TLCAN, recuperando su derecho a
proteger aquellos cultivos y productos que considere esenciales para
la seguridad alimentaria y el desarrollo del país.

Introducción
“El
maíz es la base de nuestra cultura, nuestra identidad,
adaptabilidad y diversidad. El maíz nos creó a nosotros
y nosotros creamos al maíz”.

Exposición
Sin maíz, no hay país.

México DF,
2003
“El
Maíz mexicano está subsidiado con las vidas de los
campesinos que lo producen. La única manera que tienen de
competir con los precios estadounidenses es renunciando a necesidades
básicas”.

Víctor
Suárez, Director Ejecutivo de la Asociación Nacional de
Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC)

José
Guadalupe Rodríguez es un campesino del estado mexicano de
Chiapas. Hasta hace poco tiempo su pequeña parcela de maíz
les daba a él y a su familia para garantizar unos ingresos
mínimos y almacenar parte de la cosecha para el consumo de la
familia a lo largo del año. Con eso pagaban los gastos de
alimentación y educación, hacían frente a los
imprevistos, como las enfermedades de los niños. Sin embargo,
en los últimos años la situación ha cambiado:
“Fíjese que el precio del maíz se viene para
abajo y los gastos se van para arriba”, se lamenta José,
“ya no nos da para la familia”.

José
es sólo uno de los cerca de tres millones de productores de
maíz de México para los que la caída permanente
de los precios desde 1994 ha tenido un efecto devastador en sus
medios de vida y en los de sus familias. El maíz tiene también
un importante significado simbólico en México: este
país fue el primero en el que se cultivó, y se llevan
produciendo centenares de variedades de maíz desde hace 10.000
años. El empobrecimiento del campo mexicano y la crisis del
maíz han movilizado a una parte importante de sus habitantes.
En enero de 2003, el movimiento ciudadano El campo no aguanta más
logró reunir en la plaza del Zócalo de la capital a más
de 100.000 campesinos y campesinas.