Carta a Lula
"Esta carta es enviada por personas que lo aprecian, admiran su
trayectoria política y desean prestarle toda ayuda, a fin de que el
Sr. pueda responder a las enormes esperanzas que su victoria despertó
en el pueblo brasileño".
Conscientes de la situación económico-financiera del país, tenemos una
clara percepción de las dificultades internas y externas que han
llevado al gobierno a promulgar medidas de restricción de gastos y
aumento de intereses. Sabemos, más allá de eso, que la globalización
provocó modificaciones sustantivas en la economía mundial y que será
muy difícil desarrollar el país sin participar de algún modo de la
comunidad financiera internacional.
Con todo, esas coacciones no pueden significar la renuncia a nuestra
soberanía. Dos medidas son particularmente preocupantes en este
plano: la negociación del ALCA y la pretendida autonomía del Banco
Central.
La primera, como algunos de nosotros ya argumentamos en extensos y
repetidos razonamientos, expondrá a nuestros productores industriales,
agrícolas y de servicios a una competencia absolutamente desigual,
cuya primera consecuencia será una desnacionalización todavía mayor de
nuestro parque productivo. Y por su alcance que extrapola acuerdos
comerciales, pero involucra a la agricultura, inversiones, compras
estatales, moneda, servicios, deja clara la intención del Gobierno
Estadounidense de recolonizar el continente de acuerdo solamente con
sus intereses.
La segunda implica la entrega del control de nuestra moneda a los
capitales externos y, por tanto, la renuncia al proyecto nacional. No
se puede ocultar que, estando los sectores más dinámicos de nuestra
economía en manos de empresas extranjeras, la autonomía del Banco
Central significa transferir a ellas la fijación del valor de nuestra
moneda.
Por estas razones, tomamos la decisión de enviarle esta carta. A
nuestro entender, tanto el ALCA como la autonomía del Banco central
son cuestiones innegociables, puesto que implican la intangibilidad de
la propia soberanía de la Nación. Decisión de tal magnitud debe ser
tomada por el detentor de esa soberanía: el pueblo brasileño. Así,
cada brasileño y cada brasileña deberían ser llamados a pronunciarse
sobre ambas cuestiones en un plebiscito convocado para este preciso
fin.
El plebiscito permitiría un gran debate nacional sobre los dos temas,
dando así fundamento a una decisión verdaderamente democrática sobre
los mismos.
Estamos convencidos de que una actitud firme del Brasil cambiará la
postura de las fuerzas que nos están presionando y abrirá camino para
que podamos construir autónomamente los caminos que más convengan a
nuestro desarrollo.
Sin embargo, si así no fuera, y el gobierno se viera colocado en la
contingencia de romper con las fuerzas que lo están presionando, crea
Sr. Presidente, que las represalias no serán insoportables. Nuestra
economía ya es suficientemente fuerte para resistir a ellas y nuestro
pueblo suficientemente politizado para darle el apoyo necesario en ese
enfrentamiento.
Brasil, 1º de mayo de 2003
Alfredo Bosi; Ana Maria Freire; Ana Maria Castro; Ariovaldo Umbelino
de Oliveira; Augusto Boal; Beth Carvalho; Benedito Mariano;
Bernardete de Oliveira; Chico Buarque; Carlos Nelson Coutinho; Dom
Demetrio Valentini; Dom Paulo Arns; Dom Pedro Casaldaliga; Dom Tomas
Balduino; Emir Sader; Fábio Konder Comparato; Fernando Morais;
Francisco de Oliveira; Joana Fomm; Haroldo Campos; Leonardo Boff;
Margarida Genovois; Maria Adelia de Souza; Manuel Correia de Andrade;
Marilena Chauí; Nilo Batista; Pastor Ervino Schmidt/IECLB; Plínio
Arruda Sampaio; Oscar Niemeyer; Ricardo Antunes; Sergio Haddad;
Sérgio Ferolla, brigadeiro; Tatau Godinho; Valton Miranda