Costa Rica:

La guerra de los ricos contra los pobres: inevitable viene la gran batalla

2007-12-04 00:00:00

Después del amargo sabor que nos dejó el referéndum el 7 de octubre anterior, para quienes adversabámos y continuamos adversando el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana, el cual no es de comercio ni es libre, no es cristiano y menos justo, sino impuesto por un grupo de inescrupulosos neoliberales que utilizaron las más innobles armas contra un pueblo que siempre ha estado en desventaja, no sólo con el poder económico, sino frente a una campaña despiadada mediática donde la mentira y la amenaza fue la herramienta.

Ahora ya nos encontramos en otro escenario no menos peligroso, que consiste en la aprobación obligada de 13 leyes de implementación del TLC, por los 38 diputados oficialistas, que carecen no sólo de voluntad para discutirle al amo, sino que perdieron credibilidad y ética profesional al no querer ni siquiera debatir los proyectos, sino que a golpe de tambor que le da un ominoso reglamento legislativo al poner en vigor un artículo 208 donde se le cercena absolutamente la libertad de expresión a la escuálida cantidad de legisladores que están con la causa justa del pueblo.

Es aquí cuando la desesperanza acompaña a la ciudadanía, cuando constata que una mayoría perniciosa, mecánica, robótica, insensible socialmente, cínica y calculadora, le pretende poner una mordaza a quienes se le oponen, se burla de sus compañeros, porque dicen es una minoría, y arremeten contra el pueblo que según ellos y ellas aún está domesticado.

Se acabó en este país la independencia de los poderes de la República, para convertirse la Asamblea Legislativa en una lacónica carpa de lacayos, que le dicen al patrón a todo que sí, olvidándose que están ahí sentados porque este pueblo quiso que estuvieran en esas curules, pero recuerden que también el soberano se puede violentar como pasó en otro país del sur, cuando el pueblo decidió quitarlos a la fuerza.

Las burlas de un diputado contra una señora de la tercera edad, doña Mirriam quien se encontraba protestando contra un diputado inmoral que aún está sentado en esa curul, a pesar de que este pueblo le pide la renuncia por el antiético memorando de la vergüenza donde aconseja a su amo, usar las más detestables prácticas cuando creíamos que El Príncipe de Maquiavelo ya estaba superado en este milenio. Todas estas humillaciones este pueblo las cobrará y con creces, la clase política de este país le está “jalando el rabo a la ternera”.

Finalmente las leyes de implementación, que por cierto, dicen los expertos es mentira que hay que aprobarlas como están, es una afrenta hacia este pueblo, significa retroceder en el conocimiento, renunciar a los derechos, a las garantías constitucionales y a los servicios públicos de calidad y a precios subvencionados que hemos gozado.
Aprobar estas despiadadas leyes de implementación es servirles en bandeja de plata a las transnacionales, sus camarillas de serviles (abogados, políticos, soba levas, etc.) los esfuerzos que durante décadas nuestros ancestros (entre ellos don Pepe Figueres y Rafael A. Calderón Guardia) hicieron para engrandecer el ICE, el INS, la Caja de Seguro, es el desmantelamiento del Estado y el último reducto para ofrecer al envilecido extranjero nuestra soberanía, nuestra dignidad, nuestro capital colectivo, es entregarles nuestras riquezas naturales para convertirnos en paupérrimos.
Si algo les queda de dignidad y de amor hacia este país, diputados G 38, aún están a tiempo de desistir, sino la Patria se los cobrará y después no invoquen con la perorata de la “mancillada constitucionalidad”, que se vendió al mejor postor, como Judas por unos colones más o menos.

COMPATRIOTAS DESPERTAD porque no vale quejarse cuando ya todo pasó, cuando los neoliberales se repartieron el botín, cual Festín de Baltasar. A recuperar las agallas, el ansia de lucha, a defender este país: Costa Rica te necesita. Sólo este país nos dio DIOS para vivir. . .INTEGREMONOS A LOS COMITES PATRIOTICOS DE CADA CANTON PARA DAR LA LUCHA: la gran batalla entre los pobres y los ricos, tal como lo dijo el “memorandum de la vergüenza”.