Los limpiabotas transnacionales - Cartillas sobre el ALCA 7

2002-10-16 00:00:00

"No estamos lejos de ese peligro.la explotación del mercado mundial, la burguesía ha dado
un carácter cosmopolita a la producción y el consumo de todos los países. Burguesía que,
espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, (...) recorre el
mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos
en todas partes" Carlos Marx

¿Es posible imaginar un mundo en el que, desde el lustrado de zapatos hasta la provisión de
agua potable sea materia de un mercado internacional sin control y sin soberanías? Existe ya
un acuerdo en vigencia desde 1994 del cual no escapa América Latina y que es un
antecedente de lo que será el ALCA cuando imponga una liberalización de servicios.

Ese curioso acuerdo de 1994 se denomina "Acuerdo General sobre Comercio de Servicios" y
parte, como todas las propuestas de liberalización de mercados, de un eufemismo común: "La
mayor apertura de los mercados dará mejores posibilidades a los países en desarrollo de
mejorar los servicios a sus ciudadanos a la vez que les dará mejores oportunidades
comerciales para su crecimiento económico".

La culminación de este acuerdo tiene también la misma fecha mágica del ALCA: el año 2005.
¿Quién podrá asegurar tanta belleza cuando los que "provean" de esos servicios,
particularmente los públicos, no estén bajo control de Estado alguno? Más aún, si los términos
de este tipo de acuerdos son tan generales y ambiguos que sólo la práctica de los más fuertes
acabará definiendo qué es y qué no es un servicio.

El mandato del grupo de negociación del ALCA que trata el tema de los servicios es el de
aplicar un libre mercado masivo. "Establecer disciplinas para liberalizar progresivamente el
comercio de servicios, de modo que permita alcanzar un área hemisférica de libre comercio".

Por tanto, hasta el inofensivo lustrado de zapatos puede entrar a ser materia de la
liberalización de los servicios. Ni qué pensar de temas mayores y donde las transnacionales
se juegan sus mejores cartas, como la explotación de los recursos naturales con afectación del
medio ambiente.

Es lógico suponer que un servicio que tiene que estar lejos de las manos de las transnacionales
es precisamente el monitoreo ambiental, pues se da por descontado que es necesario poner
límites a un negocio por razones de protección ambiental. Pero éste será también un servicio
puesto en venta. La perversidad del mercado no contempla esas limitaciones extra-
comerciales.

Los depredadores controlando las depredaciones

Y no las contempla, a nombre de la imparcialidad que deben guardar los Estados frente a la
liberalización de los servicios. Otro tanto se puede pensar de los servicios públicos de salud,
de agua potable, de energía o de policía.

El acuerdo de liberalización de servicios, al igual que las propuestas del ALCA, guarda una
secreta amenaza: volver irreversibles todos los pasos que se den. Esto es, si se llegan a
liberalizar los servicios de la salud pública, su ingreso al mercado será irreversible. Y el que
quiera desandar el camino, ha de pagar gigantescas compensaciones.

Una extraña comunidad de naciones

Es cierto que las negociaciones del ALCA hablan de otorgar a los gobiernos el derecho de
regular estos servicios, pero a renglón seguido se dictamina que sólo lo podrán hacer de
manera compatible con "las disciplinas establecidas en el contexto del tratado"; esto es, un
derecho sujeto al derecho superior de las transnacionales de servicios.

Por primera vez en un acuerdo de comercio internacional, las empresas de servicios
transnacionales contarán con derechos competitivos (igual que si se tratara de una empresa
nacional o estatal), en una gama completa de suministros de servicios gubernamentales, y
tendrán el derecho de enjuiciar a cualquier gobierno que se resista a indemnizarlas
financieramente. Y las indemnizaciones serán no sólo por las supuestas pérdidas al momento
de la intervención gubernamental ¡sino también sobre las pérdidas futuras! Sobra decir que un
Estado no podrá aplicar criterios de calidad al momento de despojarse de los servicios de
salud. Tampoco podrá dar un trato preferencial a una empresa nacional. Todos son iguales
ante la ley del mercado. Y éste será un sofisma indiscutible e irreversible en el año 2002.

Si algún país quiere dar un trato especial a un servicio, si quiere aplicar estándares sociales o
ambientales en función de las condiciones y características culturales, sociales o ambientales
de su población y de su región, puede ser denunciado ante esta extraña “comunidad de
naciones” por cualquiera que se sienta perjudicado.

Con la imposición del ALCA, se cerrará el círculo en torno al control privado de los servicios:
el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios, destinado a restringir las acciones de los
gobiernos nacionales por medio de un conjunto de limitaciones jurídicas, que tendrán como
soporte las sanciones comerciales que imponga a los que incumplan la Organización Mundial
del Comercio (OMC) y que sirven de base del ALCA, que ampliará aún más la liberalización
de servicios. Los tres asegurarán una "cobertura universal de todos los sectores de servicios".

Cuatro preocupaciones básicas

1. Los acuerdos de liberalización de los servicios provocan cuatro preocupaciones básicas: La
posibilidad de que los gobiernos se vean impedidos de definir políticas públicas en sectores
clave para garantizar ciertos servicios básicos a la ciudadanía.

2. La irreversibilidad del proceso, que hace que lo que se compromete en cada ronda de
negociación no pueda deshacerse sin un costo económico de consideración para los países
más pobres.

3. El peligro real de que los términos generales que se establezcan en este tipo de
liberalizaciones del mercado, acaben colocando temas de importancia nacional en manos de
algún arbitraje internacional controlado por los países de mayor influencia y poder.

4. Todos los intentos fallidos hasta ahora de privatizar en el Ecuador servicios como la
seguridad social, encontrarán en el ALCA el escenario propicio para hacerlo de manera
obligatoria e irreversible.

Un nuevo sistema de autoexplotación Tomado de: "33 millones de pobres en Estados
Unidosx" Pablo Kundt

Los monopolios se preparan por si la situación empeora. Algunas, como Ford, Microsoft y
General Electric, están imponiendo sistemas cada vez más severos para intensificar la
explotación de sus trabajadores y deshacerse de los menos productivos.
La práctica de una escala forzosa persigue aislar al 10 por ciento de trabajadores prescindibles
que no alcancen las tasas de explotación previstas. Cuando Cisco Systems anunció en marzo
el despido de 5. 000 empleados, explicó que aplicaría su nuevo sistema de explotación.

En Estados Unidos siempre se han utilizado escalas para seleccionar a los obreros
prescindibles, pero la diferencia reside esta vez en que se fija de antemano un porcentaje de
obreros a despedir.

El nuevo sistema impuesto por Ford el año pasado obliga a los obreros a rellenar un
formulario donde fijan su rendimiento. En base a ello, el 10 por ciento de los obreros recibirá
un nivel A, el 80 por ciento un nivel B y el 10 por ciento restante un nivel C. Al cabo de dos
años en la categoría inferior, el empleado será suprimido o easignado a un puesto inferior.

Esta valoración también se aplicará a otras compañías: Jaguar y Mazda y, más adelante
quizás, Volvo. Microsoft utiliza la técnica del bote salvavidas como baremo de selección.

Elige a los empleados que mejor responderían en una crisis y los reparte en cinco categorías
de eficiencia. En octubre fue denunciada por discriminación en nombre de las dos minorías
más afectadas por esta valoración: mujeres y negros.

FUENTES:

HONTY, Gerardo. El acuerdo general sobre el comercio de servicios: una ventana abierta al
abismo.OMC.